Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, por Witness Lee

NO DEBE HABER MIEL

En estos días he estado laborando en las tres epístolas de Juan. La última epístola dice: “Los amigos te saludan” (3 Jn. 14). Y el Señor Jesús dijo: “Nuestro amigo Lázaro duerme” (Jn. 11:11). Sí había cierta clase de amistad. Sin embargo, esa amistad era una amistad espiritual; no una amistad basada en el afecto natural. Lo que quiero decirles es esto: el afecto natural tiene que ser desechado. Un tipo de esto era la prohibición de añadir miel a la ofrenda de harina (Lv. 2:11). El afecto natural no es tan maligno como la levadura; al contrario, es algo dulce. Pues bien, no debe haber miel en la obra del Señor, ni tampoco debe haber ninguna miel en el liderazgo de la iglesia. Las relaciones deben ser puras; la comunión debe ser genuina, en el espíritu.

Debemos evitar la miel, el afecto natural, sobre todo en los cargos de responsabilidad en la iglesia. Una vez que nuestra familia se introduzca, habrá una verdadera impureza. Eso no significa que nuestras esposas y nuestros hijos no deban participar en los intereses del Señor. De hecho, deben participar; sin embargo, debemos establecer límites claros. Algunas hermanas quizás vengan a su casa para ayudar con la cocina en algún momento, pero usted debe trazar una línea. Si no lo hace, tendrá problemas. Algunas veces dichas relaciones pueden incluso conducir a asuntos pecaminosos como la fornicación. Por lo tanto, deben fijar el límite.

En la sociedad humana siempre hay algunos a quienes les encanta ayudar a otros. Puesto que usted es un líder, a ellos les gustará ayudarlo especialmente a usted. Ya que usted es un líder en esta clase de obra en la sociedad, ellos se sentirán honrados si les permite ayudarlo. No se aproveche de que le ofrezcan ayuda. No abra la puerta a este tipo de cosa. Muchas veces esta situación encuentra cabida por medio de la familia.

(Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, capítulo 6, por Witness Lee)