EL RESULTADO DEL PASADO MINISTERIO
El resultado de estos más de veinte años de ministrar la Palabra desde la perspectiva del Espíritu ha sido el asunto de la impartición divina.
La mezcla se basa en la impartición. Si Dios no se impartiera a Sí mismo en nosotros, no habría ninguna mezcla. Esta impartición es efectuada por el Padre, el Hijo y el Espíritu. En esta impartición, el Espíritu como la consumación del Dios Triuno es muy crucial. El Padre está corporificado en el Hijo; y el Hijo se hace real a nosotros como el Espíritu. Por lo tanto, estos tres alcanzan su consumación en el Espíritu.
¿Cuál es el propósito de que el Espíritu sea la consumación del Dios Triuno? El propósito es que el Dios Triuno pueda impartirse a nosotros. Esta acción de impartirse se efectúa en conformidad con Su dispensación (gr. oikonomía, administración o plan); es decir, no ocurre por causalidad. Él lo hace conforme a lo que ha dispuesto, conforme a Su sistema, Su administración doméstica. Dios, según tal dispensación, se imparte continuamente a nosotros.
Los medios por los cuales
Dios se imparte a Sí mismo
A fin de hacer esto, Dios usa dos medios, dos instrumentos. El primero es externo: la Biblia, esto es, la Palabra. El segundo es interno: el Espíritu, que es nada menos que Dios mismo. Éstos son los dos dones excelentes que Dios nos ha dado.
Hay dos pasajes análogos escritos por Pablo en el Nuevo Testamento. Efesios 5:18 dice que debemos ser llenos en el espíritu, y Colosenses 3:16 dice que debemos ser llenos de la Palabra (“La palabra de Cristo more ricamente en vosotros”). Éstos son pasajes análogos que nos dicen que debemos ser llenos del Espíritu y de la Palabra.
A fin de ayudar a los santos a experimentar la impartición de Dios debemos recalcar dos asuntos: el don interno, esto es, el Espíritu, y el don externo, esto es, la Palabra, la Biblia. Especialmente nosotros, quienes llevamos la delantera en las iglesias debemos tener suficiente experiencia del Espíritu interior. De hecho, el Espíritu que está en nuestro interior es simplemente el Dios que está en nosotros en términos prácticos. Dios no podría estar presente ni sería práctico para nosotros si no fuera este Espíritu procesado, todo-inclusivo, vivificante, compuesto que mora en nosotros. Si Dios no hubiera llegado a ser este Espíritu para nosotros, entonces Él sería simplemente objetivo, algo fuera de nosotros; es decir, no sería práctico ni le podríamos experimentar.
(
Pláticas para los ancianos sobre asuntos prácticos, capítulo 9, por Witness Lee)