Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, por Witness Lee

EL RECOBRO DE LA DEBIDA REUNION

Es una batalla y una lucha entre Dios y Satanás. Debemos estar conscientes de que en el recobro del Señor, la reunión es lo primero que el Señor recobra. La reunión es la fachada del recobro del Señor. Sabemos que lo primero que se ve de un edificio es la fachada. Si en el recobro del Señor no se tiene la debida reunión, carece de fachada. Debemos pedirle al Señor que tenga misericordia de nosotros para que prestemos la debida atención a las reuniones. El recobro del Señor debe tener una fachada para expresar el disfrute que tenemos en Cristo y la participación en Su victoria. Disfrutamos a Cristo, participamos de Su victoria y estamos en una fiesta.

Volvamos a Exodo. Los hijos de Israel eran esclavos de Faraón, pero un día disfrutaron al Cordero pascual. Así empezaron a disfrutar a Cristo, quien llegó a ser no sólo Su redención, sino también su vida y su libertad. Cristo entró en ellos. Para entonces, no podían separarse. Desde la pascua permanecieron todos juntos, y luego se convirtieron en el ejército del Señor; este ejército venció a las tropas egipcias por el poder del Señor. Vemos que disfrutaban a Cristo, y participaban de la victoria que El obtuvo sobre el ejército egipcio. El deleite en Cristo y la participación en Su victoria los introdujeron en la fiesta, la cual implica una reunión. Se juntaron para disfrutar más de Cristo. Así llegaron a ser el pueblo de Dios y también Su ejército. Peleaban de una manera sencilla, pues se reunían y comían. Su manera de luchar consistía en disfrutar a Cristo y en participar de la victoria de El. Para ellos disfrutar y participar equivalían a reunirse.

Debemos hacer a un lado la liturgia tradicional que tienen los cristianos hoy. Por la mañana debemos disfrutar a Cristo y durante el día debemos participar de Su victoria. Estas dos cosas nos llevarán a reunirnos por la noche. Es decir, disfrutamos a Cristo cada mañana, participamos de Su victoria durante el día, y nos reunimos cada noche. Si damos los primeros dos pasos, no creo que nos podamos quedar solos en casa por la noche. Estas dos cosas nos motivan, nos muestran la urgencia, nos exhortan y nos llevan a la reunión. Ya no será necesario que nos animen a cantar aleluya ni a invocar el nombre del Señor. Lo haremos espontáneamente. El deleite que uno tiene de Cristo y la participación en Su victoria lo motivará a uno, lo hará volar, elevarse, brincar, gritar aleluya y asistir a la reunión acompañado de una multitud.

(Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, capítulo 1, por Witness Lee)