NOS DA VIDA ETERNA
En el capítulo diecisiete, el Señor Jesús está en el altar del incienso y eleva una oración. Podemos considerarla un modelo de oración, y ella gira en torno a la intercesión que El hace. Muchos creyentes hablan de la intercesión del Señor; dicen que El nos puede salvar completamente porque El intercede por nosotros, pero son pocos los que han explicado el centro de la intercesión del Señor. No se trata de conseguir un mejor automóvil ni un trabajo ni una casa. Observemos Su oración: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a Tu Hijo, para que también Tu Hijo Te glorifique a Ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste” (vs. 1-2). ¿Entendemos eso? ¡Es un gran misterio! El nos da vida eterna. Cuando yo era joven, se me dijo que tener vida eterna significa simplemente que los creyentes iremos al cielo y recibiremos muchas bendiciones eternas allí. No usaban la expresión vida eterna, sino que se referían a una vida que perdura para siempre. ¡Ese es un concepto totalmente natural! La vida eterna no es otra cosa que Dios mismo como vida divina dado a nosotros!
Le fue dada “potestad sobre toda carne, para que diera vida eterna a todos los que le diste” (v. 2). ¡Qué bienaventuranza tan grande saber que el Padre nos dio a todos nosotros, toda la iglesia, como don para el Hijo! El Padre dio al Hijo todos los escogidos como regalo, para que El les diera la vida del Padre.
(Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, capítulo 13, por Witness Lee)