Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, por Witness Lee

LA DIFERENCIA ENTRE LA OFRENDA POR EL PECADO Y LA OFRENDA POR LAS TRANSGRESIONES

Podemos comparar la ofrenda por las transgresiones con lavarnos las manos durante el día. Usted se baña por la mañana una vez, pero quizás se lave las manos muchas veces durante el día, debido a que se ensucian. Cada vez que uno ve que sus manos están sucias, debe lavárselas nuevamente. De ese modo aplicamos a Cristo como la ofrenda por las transgresiones.

Examinemos más detalladamente la diferencia entre estas dos ofrendas. En Levítico 4 se describe la ofrenda por el pecado, y en Levítico 6 y 7 vemos la ofrenda por las transgresiones. Resulta difícil hacer la diferencia entre el pecado y los pecados o entre el pecado y las transgresiones.

La Biblia lo muestra de una manera bastante comprensible. En ella el pecado parece algo que se hace en ignorancia y no se ve, pues está escondido (Lv. 4:2, 13, 22, 27; 5:15). En Levítico se muestra las transgresiones de una forma muy diferente. Habla del caso en que uno engaña a su vecino o lo perjudica o hiere a alguien (Lv. 6:1-4). No se hace por ignorancia ni está escondido de la vista. Es algo muy evidente y visible. De este modo la Biblia deja ver la diferencia entre el pecado y las transgresiones.

El pecado es un problema escondido e invisible, con el que a menudo uno se tropieza sin darse cuenta, lo cual deja ver que el pecado se halla en nuestra naturaleza y está escondido a los ojos. Supongamos que me comporto como un caballero todo el día y ni mi esposa me encuentra faltas. Esto significa que no cometí ninguna transgresión, pero no quiere decir que yo no sea pecaminoso. Quizás sea perfecto en mi comportamiento, en mis acciones, pero no quiere decir que no tenga pecado en mi naturaleza interna.

(Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, capítulo 6, por Witness Lee)