Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, por Witness Lee

SEGUN NUESTRAS EXPERIENCIAS

En el mensaje anterior vimos que una parte de la ofrenda por las transgresiones puede convertirse en el holocausto, y otra en la ofrenda por el pecado. Tengamos presente que estos capítulos sobre las ofrendas no se basan solamente en los requisitos de Dios, sino también en nuestras experiencias. ¿Cómo sabemos eso? Porque se repite varias veces la frase: “Y si no tuviere”. Primero Dios nos exige que ofrezcamos un toro, pero no podemos hacer ese sacrificio. Entonces Dios nos pide que ofrezcamos un carnero, pero tampoco podemos. Luego Dios nos pide ofrecer algo más pequeño, un cabrito, pero seguimos sin poder ofrecerlo. Quizás no podamos ofrecer ni un animal del ganado ni de las ovejas. Así que Dios nos pedirá que ofrezcamos solamente dos avecillas, dos tórtolas o dos palominos. Pero tampoco podemos hacerlo. Como ni siquiera podemos ofrecer el menor de los animales, Dios nos permite ofrecer solamente la décima parte de un efa de harina fina, lo cual pertenece al reino vegetal. Así vemos que este pasaje se escribe basándose en los requisitos del Señor, pero también en nuestras experiencias.

En el caso del pecado único que mora en nuestra naturaleza o de los muchos pecados de nuestra conducta, vemos que los requisitos del Señor para cualquier clase de expiación o de perdón exigen la sangre para redimirnos, ya que sin derramamiento de sangre, no puede haber perdón de pecados. Esto es lo que el Señor exige. Pero muchos de nosotros no tenemos los medios para ofrecer un toro, ni un carnero, ni un cordero, ni siquiera un par de avecillas para que haya derramamiento de sangre. Lo único que podemos ofrecer es un poco de harina, algo del reino vegetal.

(Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia, capítulo 8, por Witness Lee)