INTRODUCCIÓN AL TEMA DE LA CASA Y LA CIUDAD
En el Libro Uno, especialmente en el salmo 23, el concepto de la casa de Dios fue presentado por medio de Cristo. Mediante el pastoreo de Cristo en Su vida de resurrección, los santos son guiados a la casa, donde ellos dicen: “Moraré en la casa de Jehová / por la duración de mis días”. Es muy significativo que la casa sea presentada de esta manera. Todo el pastoreo de Cristo tiene como propósito conducir a los santos a la casa.
Luego, en el salmo 24 vimos que el monte santo es el peldaño que le permite a Cristo poseer de nuevo toda la tierra. Así, pues, el monte no solamente existe por causa de la casa, sino también por causa de la ciudad. Por consiguiente, en el primer libro se introduce el concepto de la casa con el monte, lo cual conduce a la ciudad.
Después del salmo 24, tenemos todos los demás salmos que están al final del Libro Uno, los salmos del 25 al 41, los cuales hablan de la casa. ¿Todavía se acuerdan de todos esos versículos? ¡Son maravillosos! Debiéramos orar-leerlos incluso cien veces.
Como hemos visto, el cristianismo se halla en una condición de pobreza en cuanto a la aplicación de los salmos. Allí se aplican los salmos principalmente como una especie de consuelo. Cuando usted está enfermo, puede leer un pasaje de los salmos que tratan sobre la sanidad del Señor. Si se encuentra en otra situación de necesidad, el pastor puede venir y leerle el salmo 23: “Jehová es mi Pastor; nada me faltará”. No obstante, algunos cristianos más avanzados han visto algo de Cristo en los salmos. Por ejemplo, Martín Lutero dijo que los salmos 110 y 118 son los mejores de todos los salmos, porque éstos nos hablan de Cristo. Esto demuestra que él vio algo de Cristo en el libro de Salmos. Por ello, algunos cristianos no simplemente usan los salmos para recibir consuelo, sino también para experimentar a Cristo. Sin embargo, entre todos los libros cristianos es difícil encontrar uno que diga que en el libro de Salmos no sólo se puede encontrar a Cristo, sino también la iglesia en calidad de casa y ciudad de Dios. ¿Ha escuchado usted alguna vez de un libro que hable de esto?
El Señor ha sido misericordioso con nosotros. Nos ha quitado el velo y nos ha mostrado que en los salmos el énfasis principal no es el consuelo sino Cristo, y además de Cristo, la iglesia como casa y ciudad de Dios. Debe usted orar-leer todos estos versículos una y otra vez hasta que se mezcle con Cristo y con la iglesia, la casa y la ciudad de Dios, y sea saturado de ello.
Muchos critican y condenan el énfasis que hacemos en la iglesia. ¿Por qué tenemos que hacer tanto énfasis en la iglesia? Porque el cristianismo no le da ninguna importancia a la iglesia. Debido a que el cristianismo es tan desequilibrado, el Señor se ve obligado a traer el equilibrio. ¿Ha visto alguna vez que la casa del Señor es la vida práctica de iglesia en el libro de Salmos? ¿Alguna vez le han enseñado sobre este asunto? ¡La casa! ¡La casa! ¡Tenemos que ver la casa!
Consideremos nuevamente Salmos 31:21: “Bendito sea Jehová, / porque me mostró Su benevolencia amorosa maravillosamente / en ciudad fortificada”. Este versículo no nos habla de otras cosas fortificadas, sino de la “ciudad fortificada”. Así pues, hasta ahora se nos han presentado la ley, Cristo, la casa y la ciudad.
Hemos visto cómo el Libro Dos empieza con la casa. El salmista habla de la casa como una memoria. Él se acuerda de cómo en el pasado fue a la casa de Dios con una multitud, con voz de grito jubiloso y de alabanza. Después de estos salmos que hablan sobre la casa, llegamos al salmo 45, donde encontramos una experiencia más rica y más profunda de Cristo. A medida que los santos conocen a Cristo de una manera más profunda, Él llega a ser la experiencia más dulce de ellos en las iglesias locales.
Después de estas experiencias más profundas y dulces de Cristo, las cuales experimentamos de una manera íntima, inmediatamente llegamos a los salmos del 46 al 48. Éstos son tres salmos que tratan sobre la iglesia como la ciudad de Dios. En estos salmos llegamos al punto culminante de la ciudad. El punto culminante de la casa se halla en los salmos del 27 al 36; pero ahora, en los salmos 46, 47 y 48 nos encontramos con el punto culminante de la ciudad.
En el Libro Uno encontramos simplemente una frase breve acerca de la ciudad, “en ciudad fortificada”. Eso es todo. Pero ahora, cuando llegamos a los salmos del 46 al 48 en el Libro Dos, alcanzamos el punto culminante de la ciudad. El Libro Dos tiene como principal objetivo presentarnos la ciudad. ¿Puede ver la mejora? Después de tener las experiencias más profundas y dulces de Cristo, llegamos al punto culminante de la ciudad.
Los salmos del 46 al 48 nos dicen cómo Dios mora en la ciudad, Su habitación, la iglesia, para que los santos lo experimenten a Él como su refugio, su fortaleza y su pronto auxilio, a fin de que Cristo sea el Rey sobre toda la tierra.
(
Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos, capítulo 8, por Witness Lee)