SALMOS 3—7:
UNA MEZCLA IMPURA
Sin embargo, después de estas claras palabras tenemos los salmos 3, 4, 5, 6 y 7. ¿Qué de estos salmos? ¿Son buenos o malos? Es difícil decir, pues son una mezcla impura: unas partes son buenas, mientras que otras son pobres y deficientes. Al leer estos cinco salmos —3, 4, 5, 6 y 7— uno puede captar su concepto principal: los santos, con base en su concepto de la ley y confiando en la justicia de Dios, le piden a Dios que juzgue a sus adversarios en la tierra. ¿Es esto bueno o malo? Creo que si todos hemos entendido claramente el salmo 2, no necesitamos estos cinco salmos. Inmediatamente después del salmo 2, podemos cantar: “¡Qué victoria, aleluya!”. No tenemos que presentarle nuestro caso a Dios, diciendo: “Oh Dios, Tú eres tan justo; oh Dios, ¡cuántos enemigos tengo yo en la tierra! ¡Oh Dios, debes hacer algo por mí!”. Es de esto que nos hablan los salmos del 3 al 7. Después de la declaración decisiva y gloriosa hecha en el salmo 2, ciertamente tales ruegos lastimosos no son necesarios. Sin embargo, nosotros somos culpables de esto mismo. A veces después que escuchamos un mensaje que es poderoso y claro, seguimos clamando: “Oh Señor, oh Señor, ¡cuán terrible es el enemigo!; él me asedia día y noche; ¡oh Señor, ayúdame!”. Ésta es la historia de estos cinco salmos. Después del salmo 2, sigue imperando una situación lamentable entre los santos que buscan de Dios.
Pero preste atención: incluso en este nivel tan bajo, en esta situación tan lamentable, los santos aún se dan cuenta de que hay algo en la casa de Dios, que Dios ha escuchado su clamor y ha contestado su oración desde Su monte santo. ¿Cuál es Su monte santo? Es el lugar donde está la casa de Dios. A veces, aunque le rogamos a Dios que tenga misericordia de nosotros en un asunto o en otro, aún nos percatamos de lo bueno que es estar en la iglesia local. Aún disfrutamos de la casa de Dios, la iglesia local. Por lo tanto, los santos dijeron: “Con mi voz clamo a Jehová, / y Él me responde desde Su monte santo” (3:4). Y otra vez dice: “Mas yo, en la abundancia de Tu benevolencia amorosa / entraré en Tu casa; me postraré hacia tu templo santo / en temor ante Ti” (5:7). Ellos no entendían todo claramente, pero, a pesar de ello, continuaban disfrutando de la casa de Dios.
Por lo tanto, los salmos del 3 al 7 no son tan malos, pero tampoco tan buenos. Cuando avancemos del Libro Uno de Salmos al Libro Dos, notaremos el progreso. Luego, del Libro Dos al Libro Tres, notaremos aún más progreso. Asimismo veremos un progreso adicional del Libro Tres al Libro Cuatro, y del Libro Cuatro al Libro Cinco la situación entre los santos mejora a lo sumo. Cuando lleguemos al último libro de Salmos, ya no encontraremos súplicas, sino únicamente alabanzas: ¡Aleluya! ¡Aleluya! No se ofenda con mis comentarios acerca de los primeros salmos. Tenga paciencia y continúe leyendo hasta el final del libro y verá el resultado. Le ruego a usted que se abstenga de emitir cualquier juicio hasta que llegue al final.
Después del salmo 2 aún tenemos estos cinco salmos que son como una mezcla impura, pues no son tan claros ni tan buenos, pero, a pesar de ello, contienen algo del disfrute de la casa de Dios.
(Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos, capítulo 2, por Witness Lee)