SALMOS 22:1-21: LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO
Ahora llegamos al salmo 22. Para entender este salmo, debemos entender que éste pertenece a un grupo de tres salmos que hablan acerca de Cristo: los salmos 22, 23 y 24. ¡Qué tremendo progreso representan estos tres salmos! Ellos predicen aspectos de Cristo en una secuencia excelente y ordenada: primero hablan de Su muerte, luego de Su resurrección, luego de Su pastoreo después de Su resurrección, y finalmente de Su regreso. Por lo tanto, en estos tres salmos encontramos cuatro asuntos: la muerte de Cristo, la resurrección de Cristo, el pastoreo de Cristo y el regreso de Cristo como Rey. ¡Esto es maravilloso!
Además, a fin de entender estos tres salmos, no debemos olvidarnos de los salmos anteriores que nos hablan acerca de Cristo: los salmos 2, 8 y 16. Vimos que el salmo 2 presenta un resumen de Cristo a modo de principio. Luego el salmo 8 añade algo más: Su encarnación, Su ascensión y Su entronización. Después, el salmo 16 revela Su vida en la tierra, cómo murió y fue resucitado, y cómo fue puesto a la diestra de Dios con quien hay delicias para siempre. ¡Cuán bueno es esto! Sin embargo, el relato todavía no es tan completo ni tan claro. Es dado de a poquitos; un poquito aquí y un poquito allí, es decir, se añade algo aquí y más adelante se añade algo más. Así pues, tenemos el salmo 2, el salmo 8 y el salmo 16, y ahora tenemos los salmos 22, 23 y 24.
En especial quisiera animar a todos los jóvenes a que se memoricen todos estos salmos que hablan acerca de Cristo, no sólo los salmos 2, 8 y 16, sino también los salmos 22, 23 y 24. Los de más edad pueden memorizarse al menos los puntos principales de estos salmos. Esto no les traerá muerte, pues hay vida de resurrección en estos salmos.
El salmo 22 está dividido en dos secciones: los versículos del 1 al 21 componen la primera sección, y del versículo 22 hasta el final, la segunda sección. La primera parte habla de la crucifixión de Cristo, y la segunda de Su resurrección. Esto se presenta con toda claridad.
En toda la Biblia, ningún otro pasaje narra la crucifixión de Cristo tan detalladamente como la primera sección del salmo 22. Este salmo empieza diciendo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (v. 1). En Mateo 27:46 vemos que Cristo habló estas mismas palabras. Éstas no sólo son las primeras palabras de este salmo, sino también las primeras palabras de Cristo en la cruz. Estando en la cruz Cristo dijo siete frases, y ésta es la primera de ellas.
Salmos 22:6 dice: “Pero yo soy gusano y no hombre; / oprobio de los hombres y despreciado por el pueblo”. Esto se cumplió plenamente cuando Cristo estuvo en la cruz. Fue allí que las personas lo despreciaron; fue allí que Él se convirtió en oprobio de todo el pueblo. Luego, el versículo 7 dice: “Todos los que me ven se burlan de mí; / hacen muecas; menean la cabeza”. En Mateo 27 y Marcos 15 vemos lo mismo; el cumplimiento se halla en estos capítulos. Luego Salmos 22:8 dice: “Se encomendó a Jehová; que Él lo rescate; / que lo libre, puesto que se deleita en él”. Esto es exactamente lo que ocurrió en la cruz. Los principales sacerdotes, burlándose de Él, junto con los escribas y los ancianos, le decían: “Ha confiado en Dios; que Él le libre ahora si le quiere” (Mt. 27:43).
Salmos 22:12 dice: “Muchos toros me rodean, / los toros fuertes de Basán me cercan”. Muchos líderes estaban reunidos en torno a la cruz, como los toros fuertes. El versículo 13 dice: “Abren contra mí su boca, / como león voraz y rugiente”. En el versículo 14 vemos un cuadro vívido de la crucifixión. En ese momento Cristo exclamó: “He sido derramado como el agua / y todos mis huesos están descoyuntados”. Mientras el Señor estaba en la cruz, el peso de Su cuerpo hizo que sus huesos se descoyuntaran. “Mi corazón es como cera; / se derrite dentro de mí”. Es por eso que Él dijo: “Tengo sed”. Salmos 22:15 dice: “Mi fuerza se ha secado como un tiesto, / y mi lengua se ha pegado a mi paladar; / me has puesto en el polvo de la muerte”. Él fue “quemado”; fue consumido por el fuego santo de Dios en la cruz. Luego el versículo 16 dice: “Porque perros me rodean; / una compañía de malhechores me cerca; / horadan mis manos y mis pies”. Esto se cumplió al pie de la letra en la cruz. Los versículos 17 y 18 luego dicen: “Cuento todos mis huesos; / me miran, me fijan la mirada. / Reparten entre sí mis vestiduras, / y sobre mi ropa echan suertes”. Mateo 27, Marcos 15 y Juan 19 narran el cumplimiento de estas cosas. Por último, Salmos 22:20-21 dice: “Libra mi alma de la espada, / mi vida preciosa del poder del perro; / sálvame de la boca del león; / sí, mientras estoy entre los cuernos de los bueyes salvajes, respóndeme”. Sin lugar a dudas, Cristo le elevó este clamor al Padre; y Su clamor fue respondido. En el siguiente capítulo veremos la respuesta: Él fue resucitado, fue librado de la muerte.
Así pues, usted puede ver cómo los salmos 2, 8, 16 y 22 nos van revelando poco a poco al Cristo de Dios. No hay otro libro del Antiguo Testamento que presente lo tocante a Cristo con tantos detalles como el libro de Salmos. Cuando terminemos todo este libro, usted tendrá un cuadro completo de Cristo, un cuadro que incluso es más claro y completo que el que nos presenta el Nuevo Testamento.
¡Oh, cuánto necesitamos ver a Cristo en el libro de Salmos! Esto es sólo el comienzo; más adelante, después del primer libro, veremos la preciosidad y dulzura de la casa de Dios y el disfrute que experimentamos en ella mediante las verdaderas experiencias de Cristo.
(
Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos, capítulo 4, por Witness Lee)