Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos, por Witness Lee

LAS SECCIONES DEL LIBRO

Los ciento cincuenta salmos se dividen en cinco libros, cada uno de los cuales se compone de varios salmos que tienen una característica distintiva en su significado espiritual.

Libro Uno: Salmos 1—41 indican que la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo a fin de que puedan disfrutar de la casa de Dios: la iglesia.

Libro Dos: Salmos 42—72 indican que los santos experimentan a Dios así como Su casa y Su ciudad por medio del Cristo sufriente, exaltado y reinante.

Libro Tres: Salmos 73—89 indican que los santos, en sus experiencias, comprenden que la casa y la ciudad de Dios —con todos sus correspondientes deleites— pueden ser resguardadas y mantenidas únicamente por medio de que Cristo sea apropiadamente apreciado y exaltado por el pueblo de Dios.

Libro Cuatro: Salmos 90—106 indican que los santos, habiendo sido unidos a Cristo, son uno con Dios a fin de que Él recobre Su título de propiedad sobre la tierra por medio de Cristo en la casa y la ciudad de Dios.

Libro Cinco: Salmos 107—150 indican que la casa y la ciudad de Dios llegan a ser la alabanza de los santos, su seguridad y lo que ellos desean, y que Cristo viene a reinar sobre toda la tierra por medio de la casa y la ciudad de Dios: la iglesia.

Al examinar los puntos principales de los cinco libros, fácilmente nos damos cuenta de que no sólo siguen una secuencia llena de significado, sino que también muestran de forma consecutiva un progreso o avance hasta alcanzar el punto culminante de la revelación divina que ellos nos presentan.

El primer salmo de cada libro representa el concepto de ese libro. Por ejemplo, el primer salmo del Libro Uno representa el concepto de la ley. Examinemos el primer salmo de cada libro y notaremos un progreso o avance. Consideremos varios versículos de estos salmos. El Libro Dos empieza diciendo: “Como anhela el ciervo / las corrientes de agua, / así te anhela mi alma, / oh Dios” (42:1). Comparemos este versículo con el comienzo del Libro Uno, y notaremos la diferencia. Hay una mejora adicional al comienzo del Libro Tres: “Ciertamente Dios es bueno para con Israel, / para con los puros de corazón” (73:1). Incluso notamos otro progreso cuando llegamos al comienzo del Libro Cuatro: “Oh Señor, Tú nos has sido nuestra morada / en todas las generaciones” (90:1). ¿Pueden ver la diferencia? Finalmente, el Libro Cinco empieza en el plano más elevado de todos: “Dad gracias a Jehová, porque Él es bueno, / porque para siempre es Su benevolencia amorosa” (107:1). La última palabra —y también la más gloriosa— del libro de Salmos es: “¡Aleluya!”. Me temo que para muchos cristianos las últimas palabras del libro de Salmos sean: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”; sin embargo, el verdadero libro de Salmos concluye con esta palabra: “¡Aleluya!”.

(Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos, capítulo 1, por Witness Lee)