Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, por Witness Lee

II. CONOCER LA AUTORIDAD

Conocer la autoridad aquí significa tocar la autoridad. Por consiguiente, la palabra “conocer” se usa en un sentido muy particular. Por experiencia puedo testificarles a los hermanos y hermanas desde lo profundo de mi ser que estoy plenamente convencido de esto. Si un hijo de Dios realmente desea seguir al Señor, tarde o temprano tendrá que confrontar la cuestión de la autoridad en su propia experiencia. Existe algo llamado autoridad que todos debemos confrontar. Comúnmente, cuando hablamos de conocer la autoridad, nos referimos a tener un poco de conocimiento de la autoridad; pero no es de eso que estoy hablando aquí. El conocimiento de la autoridad al que me refiero aquí es que una persona verdaderamente toque la autoridad. Tarde o temprano Dios hará que alguien que verdaderamente administra y edifica la iglesia confronte el asunto de la autoridad. Él descubrirá que cada vez que peque contra la autoridad o intente destruirla, es como si él mismo perdiera su propia vida. Si él inflige daño a la autoridad o tiene algún conflicto con la autoridad, no sólo encontrará difícil seguir adelante en su servicio, sino que incluso tendrá dificultades en su vida cristiana.

La autoridad es algo que es muy difícil de explicar. Por ahora, permítanme primero explicarles lo que significa tocar la autoridad. Por ejemplo, hace algún tiempo salió en el periódico una noticia de un caso muy serio de contrabando. Cuando el contrabandista estaba contrabandeando, él también estaba consciente de la autoridad. Él sabía que estaba contrabandeando, y sabía que esto era contrario a la autoridad. Sin embargo, aunque tenía ese sentir, él todavía no había tocado la autoridad. Fue sólo hasta el día que fue descubierto el contrabando y el gobierno ordenó su arresto que él fue confrontado con algo llamado autoridad. Él se escondía aquí y allá, y temía a los policías. En realidad, los policías no tenían nada que ver con él. Sin embargo, ellos representaban la autoridad. Puesto que el contrabandista había violado la autoridad, le era imposible llevar una vida normal.

Tomemos otro ejemplo. Un hijo que se comporta debidamente delante de sus padres tal vez no esté consciente de la autoridad de los padres; pero cuando está en problemas con ellos, de inmediato toca la autoridad. No digan que sólo a los niños de diez años les parece difícil seguir adelante cuando tienen problemas con sus padres, pues incluso un adulto de cincuenta años sentirá que su persona está mal cuando tiene problemas con sus padres, pues los padres todavía son su autoridad. En sus padres él confronta la autoridad.

No sé si los hermanos y hermanas podrán entender este asunto si lo explico de esta manera. Recuerden que si usted realmente quiere avanzar y seguir al Señor y servirle, tarde o temprano el Señor hará que usted confronte la autoridad. Usted quizás sea “travieso” en muchas otras áreas; pero si toca la autoridad, usted mismo sabrá que si es “travieso” en este asunto no encontrará la forma de seguir adelante en vida. Tampoco podrá llevar una vida apropiada delante de Dios. Quizás usted pueda todavía servir un poco, pero encontrará que el sentir que tiene no es muy agradable. Quizás todavía pueda leer la Biblia, orar e incluso predicar, pero sólo usted sabrá el sentimiento que tiene. Es como el sentimiento de haber sido muerto. Ese contrabandista fugitivo también comía, se vestía, dormía e incluso se bañaba, pero sólo él sabía cuán insoportable era la vida que llevaba. En el pasado él había cometido muchos males, pero nunca llegó a sentirse tan mal como ahora. Esta vez se sentía sumamente mal, porque había tocado la autoridad.

Este mismo principio se aplica a las cosas espirituales. Si la realidad de la iglesia y la presencia del Señor realmente están entre nosotros, la autoridad definitivamente estará presente. Si usted me pregunta qué es la autoridad, no podré decirle. Es como una nación; mientras haya un gobierno, allí está presente la autoridad. Tarde o temprano usted tocará el asunto de la autoridad; y una vez que ofenda la autoridad, no podrá llevar una vida normal delante de Dios. Aunque todavía pueda orar, leer la palabra y servir al Señor, el sabor que tendrá interiormente no será el mismo; de ningún modo tendrá paz.

Oh, hermanos, hay algo en la iglesia y entre el pueblo de Dios que se llama autoridad. Tarde o temprano ustedes confrontarán este asunto. Nunca piensen que cierta persona es quien ha llegado a ser su autoridad. Quizás digan que un funcionario ha llegado a ser su autoridad en una nación. Sin embargo, hablando con propiedad, eso no es cierto tampoco, porque los funcionarios pueden ser cambiados por otros, pero la autoridad todavía permanece. Es difícil explicar lo que significa tocar la autoridad. Esto no es simplemente el conocimiento de una verdad común. Si seguimos al Señor fielmente y si realmente queremos andar en el camino del Señor, tarde o temprano encontraremos algo llamado autoridad en la casa del Señor y en Su reino. Si usted no quiere ser confrontado con este asunto, lo mejor es que siga el camino del catolicismo o que sea un creyente nominal del protestantismo. En ese caso usted nunca tocará la autoridad, pues en esos lugares no existe tal cosa ni tal entendimiento. Siento tener que decirles que yo mismo fui miembro de una iglesia denominacional por bastante tiempo. Así que sé muy bien lo que ocurre en una denominación. Allí usted nunca encontrará algo llamado autoridad. Sin embargo, poco después que empecé a seguir este camino, toqué algo contra lo cual jamás podría atentar, y si lo hiciera, me encontraría en una situación de no poder vivir delante de Dios. No poder vivir no significa morir; más bien, significa que sería como el contrabandista del que hablamos: aún podría comer y vestirme, pero mi vida sería insoportable.

Hermanos, permítanme decirles algo que reviste mucha solemnidad: si la iglesia en su localidad no logra que otros tengan un encuentro con la autoridad, puedo decirles con toda certeza que ésa no es una iglesia. Si esa iglesia ha sido verdaderamente establecida por Dios, sin duda alguna usted se encontrará con algo llamado autoridad. He escuchado a la gente contender, diciendo: “¿Está usted insinuando que sólo ustedes son la iglesia y los demás no?”. Hermanos, no es necesario contender; ustedes mismos pueden comprobarlo. Si van a algunos lugares, no encontrarán allí la autoridad, mientras que si van a otros lugares, sí encontrarán allí la autoridad. Ustedes tocarán algo; y aun cuando no sean capaces de explicarlo, gradualmente entenderán que ello tiene que ver con la autoridad. Esto es algo contra lo cual ustedes no pueden atentar. Si se someten a ello, vivirán y tendrán paz, bendición y la presencia de Dios. Pero si se oponen, atentan contra ello y se rebelan, aunque todavía puedan orar, leer la Biblia y ser cristianos, ustedes mismos sabrán qué sabor hay en su interior, pues habrán tocado algo. A esto nos referimos cuando hablamos de conocer la autoridad.

(Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, capítulo 5, por Witness Lee)