Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, por Witness Lee

VI. LA MANERA DE PODER COORDINAR

La manera en que los ancianos coordinan es un tema muy importante, pero es difícil de definir. Consideraremos este asunto en los puntos subsiguientes.

A. Aprender a aceptar la autoridad

Una vez que toquemos el asunto de la coordinación, comprenderemos que esto no es algo bidimensional, sino tridimensional. Todo lo que es bidimensional no es muy útil; pero una vez que llega a ser tridimensional, llega a ser muy útil. Por ejemplo, una casa es tridimensional, y un cuerpo también es tridimensional. La iglesia es una casa; como tal, debe ser tridimensional. La iglesia también es un cuerpo y, como tal, también debe ser tridimensional. Puesto que los ancianos representan a la iglesia, en todos los aspectos ellos deben ser tridimensionales. Es un gran fracaso el que los ancianos practiquen la democracia entre ellos. ¿Qué es la democracia? Es el consentimiento de la mayoría. Por otro lado, si hay autocracia entre los ancianos, y sólo uno de ellos es quien da las órdenes, también tenemos una situación mundana. La administración que se realiza en la iglesia no es una democracia ni tampoco una autocracia. No es la opinión del pueblo, ni la propuesta de un solo individuo; antes bien, tiene que ver con la presencia de Dios. La presencia de Dios es la autoridad. Si ha de haber coordinación, todos los ancianos deben aceptar esta autoridad, y aceptar el orden dispuesto por la autoridad. Conforme a este orden, todo anciano debe saber cuál es el lugar que le corresponde. Como anciano que es, usted tiene que descubrir quién entre los ancianos es su autoridad. La coordinación en la iglesia no es una democracia ni tampoco una autocracia, sino un principio propio del Cuerpo.

Los que son la autoridad necesitan coordinar con otros para percibir el sentir de Dios. La cabeza siente a través de los miembros. De la misma manera, muchas veces los que son la autoridad no sienten nada directamente, sino que su sentir viene por medio de aquellos con quienes coordinan. Los que coordinan con ustedes, los ancianos, tal vez no sean su autoridad, pero son sus órganos sensoriales. Si usted como autoridad carece de estos órganos sensoriales, no podrá percibir el sentir del cuerpo. Es por ello que no podemos ser orgullosos, pues dependemos unos de otros. Yo puedo tener cierto sentir, pero no soy la autoridad. Otro puede ser la autoridad, pero no tiene el sentir. Por lo tanto, todos debemos depender unos de otros.

En circunstancias normales, cuando ocho o diez ancianos se reúnen, no deben adoptar un sistema congregacional ni buscar una solución democrática. En vez de ello, deben abrirse unos a otros y tener comunión en el Espíritu Santo. Cada uno de los ancianos debe aprender a temer al Señor y a vivir delante del Señor. Deben presentar todos los sentimientos que tienen respecto a cierto asunto. Los ancianos que son la autoridad deben también aprender a temer al Señor, a no tener ideas preconcebidas, prejuicios ni parcialidades, y a escuchar a esta comunión y percibir el sentir de los demás hermanos. Después que hayan percibido la intención del Espíritu Santo, los que son la autoridad pueden tomar la decisión y pueden anunciar que el asunto debe resolverse de cierta manera. Si hacen esto, el resultado no será democrático ni autocrático, sino que será algo procedente del Espíritu Santo.

La situación en Hechos 15 no fue democrática ni autocrática; antes bien, fue una situación como la que acabamos de describir. Todos los que estaban allí presentes abrieron su ser en el Espíritu Santo y tuvieron comunión respecto a lo que habían encontrado, lo que sentían y lo que habían observado. Al final, Jacobo, quien era la autoridad en aquel tiempo, después de escuchar todo lo que fue hablado, se puso en pie y dijo cómo se debía proceder. Inmediatamente después que Jacobo se puso en pie y hubo hablado, nadie tuvo más que decir. Éste es el principio de la autoridad.

Los ancianos deben conocer el lugar en que el Señor los ha puesto, ya sea como autoridad o como quien está bajo autoridad. Ellos deben saber en qué orden el Señor los ha puesto, es decir, si están en el primer lugar o en el segundo lugar. Ellos deben conocer cuál es el orden. Conocer el orden es conocer la autoridad. Usted tiene que aceptar esta autoridad; de lo contrario, será imposible para los ancianos coordinar juntos. Si usted siente que es un anciano y que los demás también son ancianos, y si cada uno siente lo mismo, lo que usted tiene es semejante a una junta directiva del mundo. Usted es un miembro de la junta y yo soy otro; y todos los miembros son iguales. El presidente de la junta no está por encima de los otros miembros; simplemente posee un poco de poder para convocar a otros y representarlos. Todos deciden todos los asuntos. Es así como procede el mundo. Los ancianos no son una junta directiva. Ellos viven en el espíritu, aceptan la autoridad y saben en qué orden han sido puestos. Si los ancianos no hacen estas cosas, su coordinación nunca será sólida.

Sin embargo, la coordinación de los ancianos no sólo requiere que algunos se sometan a la autoridad, sino también que algunos sean la autoridad. Si nadie asume ninguna autoridad, la coordinación tampoco será normal. Supongamos que en cierta iglesia local hay cinco ancianos. Uno de ellos es evidentemente la autoridad; él es obviamente el primero. Pero en todas las discusiones, este anciano número uno es tímido y retraído, e intencionalmente trata de mostrarles a todos que no ha asumido ninguna autoridad, que él permite que el Señor sea el Señor, y que no asume ningún señorío. Así que la discusión de un asunto puede alargarse interminablemente sin llegar a ninguna conclusión. Al final, no pudiendo llegar a ninguna conclusión, él dirá: “Puesto que todos tienen ese sentir particular, ¿decidimos el asunto de esa manera?”. Es sólo hasta que todos dicen que les parece bien que el asunto es resuelto. Ésa es una escena muy desagradable, puesto que nadie es la autoridad aquí. Eso no es humildad, sino otra expresión de la carne. Es la carne transformada en otra apariencia.

Alguien que conoce el orden y que realmente representa la autoridad no es así. Supongamos que debe ser tratado algún asunto. Al comienzo, él permite que los hermanos expresen su sentir. Un hermano quizás sienta algo, y otro hermano tenga un sentir diferente. Cada hermano expresa su sentir. Si yo soy el que debe actuar como cabeza, debo temer a Dios. No debo tener ninguna idea preconcebida, ni ningún prejuicio ni parcialidad, sino simplemente ponerme en contacto con lo que sienten todos. Al final, cuando en mi interior tenga claridad y sienta paz, diré: “Hermanos, en ese caso, tomemos tal y cual decisión”. Cada vez que hablamos de cualquier asunto, debemos aprender a no discutir, ni debemos ignorar ningún sentir interior. Si cualquiera de los hermanos siente que algo está mal con la decisión, todavía puede expresar su sentir. El hermano que toma la delantera aún debe escuchar este sentir con la debida seriedad y tenerlo en cuenta. Ésta es la manera en que los ancianos coordinan en la iglesia. Entre los ancianos no existe la democracia ni la autocracia, sino que todos se someten a la autoridad del Espíritu Santo. Nadie es demasiado insistente, ni tampoco pasivo. En lugar de ello, todos ocupan el lugar que les corresponde entre los ancianos. Todos saben en qué orden han sido colocados, y todos aceptan la autoridad sin insistir en nada y sin resistir ninguna responsabilidad. Ésta es la manera de coordinar juntos.

Por lo tanto, la coordinación de los ancianos en la iglesia requiere que todos ellos estén libres del yo, teman a Dios y vivan en el Espíritu Santo. Requiere que ninguno de ellos sea muy insistente, y que ninguno sea en absoluto retraído. No debe haber pretensiones de humildad ni ningún elemento de querer sobrepasar la autoridad del Señor. Todos deben vivir delante del Señor en temor y temblor; y todos deben conservar su lugar. Todos los ancianos deben tener comunión entre sí siendo guiados por su sentir interior y con base en esto llegar a tener un sentir muy específico. Debemos creer que esta clase de sentir es del Señor. Por lo tanto, aceptar la autoridad y conocer el orden constituye un punto necesario en nuestra coordinación.

(Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, capítulo 8, por Witness Lee)