Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, por Witness Lee

II. LOS LÍMITES ENTRE LOS ANCIANOS Y LOS DEMÁS HERMANOS Y HERMANAS

Los límites entre los ancianos y los demás hermanos y hermanas es también un asunto muy importante. Es cierto que todos somos hijos de Dios; los ancianos son hijos de Dios junto con todos los demás hermanos y hermanas. Desde este punto de vista, ciertamente no hay límites de separación. Pero desde otro punto de vista, los que ejercen la función de ancianos llevan sobre sí la pesada responsabilidad de la iglesia. Debido a esto, hay un límite entre tener una responsabilidad y no tenerla. Esto no significa que haya una jerarquía y una posición superior, como si los ancianos estuvieran por encima de los demás. Esa clase de sentimiento es aborrecible. Los límites de los cuales estamos hablando aquí son absolutamente una cuestión de responsabilidad.

Por ejemplo, en cuanto a ciertos asuntos, los ancianos sólo deben hablar con otros ancianos; no es conveniente que ellos conversen de estas cosas con los demás hermanos y hermanas, puesto que esto involucra la cuestión de responsabilidad. Lo mismo se aplica a una familia. En una familia puede haber ocho o nueve hermanos y hermanas. Por supuesto, el hermano mayor y la hermana mayor ayudan al asumir la responsabilidad. Desde el punto de vista de los niños, todos ellos son iguales; no hay límites que los separen. Pero desde la perspectiva de la responsabilidad de la familia, los hermanos mayores comparten la responsabilidad de la familia. Los asuntos que tienen que ver con la responsabilidad sólo se les dejan saber a ellos. Ellos pueden hablar entre sí, pero deben establecer un límite entre ellos y sus hermanos y hermanas menores. Si esto sucede aun en una unidad tan pequeña como la familia, cuánto más debería aplicarse lo mismo a un lugar tan grande como la casa de Dios. Ciertamente los ancianos no pueden hablar libremente de todo lo que saben con los demás hermanos y hermanas. Si lo hicieran, esto significa que no tienen límites, y el resultado podría ser muy perjudicial.

No sólo no es necesario contarles muchas cosas a los demás hermanos y hermanas, sino incluso a los diáconos. Esto no quiere decir que la iglesia esté dividida en rangos; más bien, es una cuestión de responsabilidad y grado. En cuanto a esto existe una gran necesidad de considerar el asunto de los límites.

Supongamos que un hermano tiene dificultades con su esposa en su casa. El asunto puede ser presentado en la reunión de los ancianos, y los ancianos pueden discutir diferentes maneras de ayudar en esa situación. Los ancianos pueden estar enterados de esto, debido a que son los ancianos en la iglesia, y son responsables de cuidar de los hermanos y hermanas y de pastorearlos. Pero en otras circunstancias, y cuando están presentes otros hermanos y hermanas, los ancianos no deben hablar del asunto, puesto que si otros se enteran de ello, sería injusto para la pareja que tiene el problema. En esto se necesitan los límites. A fin de administrar una iglesia apropiadamente, es necesario identificar estos límites.

(Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, capítulo 9, por Witness Lee)