IV. SER ESTABLE
Ser estable significa no cambiar fácilmente. Por ejemplo, usted no debe darle a una hermana la responsabilidad de un distrito, y luego quitarla al cabo de dos semanas. Tampoco debe decidir llevar a cabo una tarea para flaquear cuando surja una dificultad. Todo esto habla de inestabilidad. Una persona estable no es así. Dicha persona no confía en otros tan fácilmente; pero una vez que pone su confianza en alguien, no cambia fácilmente. Tampoco toma decisiones tan fácilmente; pero una vez que toma una decisión, trata los problemas con constancia, sin alarmarse, no importa qué dificultad pueda surgir. Si los ancianos no poseen esta clase de carácter estable, ellos le causarán problemas a la iglesia, y ésta no podrá avanzar.
Un carácter estable no se obtiene simplemente por nacimiento; más bien, se obtiene mayormente por medio de la disciplina. Por ejemplo, suponga que alguien le dice algo a usted; aunque usted lo ha escuchado, no toma una decisión final hasta que haya considerado bien el asunto y haya recibido sugerencias de las diferentes partes. Tal vez usted necesite escribir un ensayo. Después que termine de escribir el primer borrador, lo mejor es que lo deje a un lado por un par de días y después lo vuelva a leer. Para entonces, es posible que las circunstancias hayan cambiado, o sus pensamientos sean más claros y su observación más precisa. La experiencia nos dice que cuanto más peso tenga un asunto, más necesario es ser estable. Si usted es descuidado, aunque sea un poco, como resultado habrá deficiencias y esto podría acarrearle problemas.
Todos tenemos que reconocer que por muy finos que seamos, no es fácil emitir juicios precisos cuando somos confrontados con ciertos asuntos. Por lo tanto, debemos aprender a ser estables. No crea las cosas tan fácilmente ni tampoco sea un incrédulo. No se apresure a creer ni tampoco sea demasiado lento. No se precipite a decir que alguien es bueno o malo. Cuando usted diga que alguien es bueno, tiene que recordar que él es un descendiente de Adán y que, por muy bueno que sea, todavía tiene algunos elementos corruptos. Asimismo, cuando diga una y otra vez que alguien no es bueno, recuerde que él, por ser parte de la creación de Dios, todavía tiene algunos elementos positivos. Esto se aplica especialmente a alguien que ha sido salvo por la gracia de Dios. Por lo tanto, nadie es absolutamente bueno o malo. Una vez que usted crea en algo de forma absoluta, caerá en una posición de inestabilidad. Quizás piense que esto es ser cauteloso, pero es mucho más que eso.
Cuando surja algún problema en la iglesia, y parece que usted va a tener que resolverlo, resuélvalo pero no se alarme ni actúe precipitadamente. Usted primero debe calmarse antes de confrontar el asunto. Cuando esté en una condición de inestabilidad, no se atreva a resolverlo. Especialmente los ancianos de una iglesia local grande deben ejercitarse para tener esta clase de carácter estable. Todo lo que pase por sus manos debe ser sopesado con mucha calma. Aunque usted confíe ciento por ciento en un hermano, mientras confía, al mismo tiempo debe considerar las cosas. No deposite toda su confianza en otros desde el principio; antes bien, debe poner su confianza en ellos poco a poco. En algunas situaciones usted deberá permitir que la otra persona se manifieste un poco, y entonces podrá depositar su confianza en ella poco a poco. Si usted nota algo que no es seguro, eche marcha atrás enseguida. Debemos aprender esta lección de ser estables.
Lo que la gente teme más en la iglesia es la fluctuación; a la gente le molesta ver que las cosas cambien de un lado para otro. Si usted todavía no ve claramente un asunto, proceda lentamente. No se apresure. Una vez que usted tome una decisión precipitada, le será difícil retractarse. Los hermanos y hermanas responsables en una reunión de distrito deben ceñirse a este principio. Usted debe darse prisa para escuchar, pero ser lento para creer. Pase lo que pase, dese prisa para escuchar pero sea lento para pasar la información a otros. Tal vez me informen de algo, pero no debo contárselo a otros tan fácilmente. Si no estoy seguro de cierto asunto ni tampoco veo claramente cuáles serán las consecuencias, no debo decir nada al respecto. Todo esto se incluye en el principio de ser estable.
Si se ciñe a este principio, usted como anciano en la iglesia no estará cambiando de un lado para otro, adonde el viento sople. Aunque muchas personas le ofrezcan sus opiniones, usted no expresará su punto de vista tan a la ligera. A menos que esté muy seguro, no hablará. Usted no emitirá ningún juicio sobre ningún asunto, diciendo si está bien o mal, no porque el asunto sea difícil de discernir, sino porque su carácter es estable.
Hermanos, no consideren los asuntos de manera simplista. En los pasados años yo mismo sufrí mucha pérdida y experimenté mucho dolor por haber sido un poco negligente en ciertas cosas. Una vez que se hace un cambio, hay una gran pérdida. Si yo sufro alguna pérdida, las consecuencias no son tan grandes; pero si la iglesia sufre una pérdida, las consecuencias son enormes. Por lo tanto, debemos aprender a ser cuidadosos y estudiar un asunto cuidadosa y minuciosamente antes de tomar una decisión. Nunca debemos cambiar cada vez que la dirección del viento cambie.
El mismo principio se aplica a nuestra coordinación con los hermanos y hermanas en la obra. Nunca deben pensar que pueden coordinar con una persona hoy, y luego cambiar a otra persona mañana. Nunca deben hacer eso. Debemos hacer una de estas dos cosas: o no coordinar en absoluto, o si coordinamos, debemos ser como Caleb y Josué, quienes coordinaron juntos hasta la muerte. Si un hermano que sirve en la iglesia desarrolla una relación íntima con un hermano este mes, pero se distancia de él el siguiente mes, mientras desarrolla una relación íntima con un tercer hermano, dicho hermano es demasiado inestable y no tiene mucha utilidad. Una persona estable jamás coordinará con otro tan fácilmente; pero una vez que coordina con alguien, no cambiará sino hasta la muerte.
Cuando usted escuche palabras de persecución, oposición o diferentes rumores, no debe aceptarlos tan rápidamente. Cuando una persona inestable es soplada por vientos que vienen de afuera, ella cae a tierra. En 1943 yo estaba en el norte de China, y parte de la obra allí fue muy bendecida por el Señor. En el momento en que recibíamos mayor bendición, de repente sopló en nuestros oídos un viento de rumores. Si no hubiera ejercido estabilidad en aquel entonces, no sólo una persona, sino diez personas, habrían desfallecido. En cuanto a esto nuestra actitud debe ser calmada. Alarmarnos no disminuirá la dificultad; al contrario, sólo la intensificará. Cuantos más problemas haya en la iglesia, más estables debemos ser. Si el problema viene de adentro o de afuera, una vez que ocurra, debemos aprender a ser estables. Cuando seamos estables, la situación se esclarecerá.
A menudo los problemas en la iglesia se deben al pánico que experimentan los ancianos que tienen un carácter inestable. Tal vez las cosas al principio no eran tan serias, pero un carácter inestable empeora las cosas y hace que los rumores se multipliquen. Por otra parte, si alguien es estable y sabe guardar silencio, verá que los rumores gradualmente menguarán. Cuando un hermano caiga, usted no debe ponerse ansioso. No se apresure a decirles a otros: “El hermano Fulano, quien es responsable de un distrito, fue al cine a ver una película”. Quizás, él fue una sola vez a ver una película, pero usted les relata la historia a los demás cien veces. Esto causará una tormenta. No es necesario que usted diga esto a los cuatro vientos. Usted debe aprender a ser estable y esperar a ver qué sucederá. Cuando usted sea estable de esta manera, el Señor lo guiará para saber cómo ayudar al hermano. Aquellos que reciben una clara dirección, sentir y carga son aquellos que son estables delante de Dios.
Una de las cosas que a Satanás más le gusta es vernos inestables. A él le gusta provocar tormentas. Cuanto más usted discuta, más contento se pone. Cuanto más se deje llevar por el pánico, más contento estará. Cuantos más rumores propague, más feliz se pondrá. Cuando un anciano se entera de que un hermano ha ido al cine, va rápidamente a contarle al otro anciano. Entonces el segundo anciano reacciona inmediatamente y dice: “¡Oh, qué terrible! ¡Eso está muy mal!”. La ida al cine quizá no haya sido tan grave al comienzo, pero lo que realmente empeora las cosas es que unos cuantos ancianos le ayuden a Satanás a tirar piedras. Al final, ya no habrá paz. Por consiguiente, debemos aprender a confrontar los disturbios que ha causado Satanás aquí. No importa cuántas piedras lancen en mi lago, las aguas permanecerán calmadas. No importa cuántos problemas usted cause, yo seguiré siendo estable. Mil palabras no harán que me mueva en absoluto. No está bien tener un corazón endurecido, ni tampoco está bien ser obstinado; no obstante, usted tiene que aprender a ser estable. Si no tiene un carácter así, no tendrá nada de temple. Cuando el viento oriental sople, usted va hacia el occidente; y cuando el viento occidental sople, se cae hacia el oriente. Una persona que carezca de temple no podrá encargarse del manejo de la iglesia.
Quisiera reafirmarles a ustedes, hermanos y hermanas, que todo puede ser resuelto si están dispuestos a esperar un poco. El tiempo a menudo es la salvación que Dios nos envía. Consideremos nuevamente el asunto de la predicación. Si debido a la pereza no queremos predicar, eso es una gran pérdida. Pero si por cautela esperamos una y otra vez antes de predicar, eso es de gran ganancia. Una cosa es posponer la predicación por pereza, y otra esperar por ser cuidadoso. Incluso al visitar a las personas no podemos precipitarnos demasiado. Debemos también esperar para ver si el sentir de visitar cambia o no. La experiencia nos dice que si usted visita de una manera así de estable, comprobará que la visita ocurrirá en el momento indicado y tendrá la presencia del Señor. Por lo tanto, debemos aprender a no dejarnos llevar por el pánico, ni a dejarnos perturbar ni tampoco a actuar precipitadamente. A menos que estemos muy seguros de algo, no debemos apresurarnos a emitir juicios. Todo esto es parte de un carácter estable.
(
Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, capítulo 4, por Witness Lee)