Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, por Witness Lee

I. LO IMPORTANTE QUE ES EL CORAZÓN DE LOS ANCIANOS

Hemos mencionado antes que al hacer cualquier cosa, la persona que realiza el trabajo debe ser la correcta. Si no tenemos la persona apropiada ni correcta, no podemos esperar que las cosas se hagan bien. Todos los asuntos más importantes en el mundo testifican de este principio. Por ejemplo, la constitución de un país puede ser buena y su sistema de gobierno puede ser excelente; pero si sus ejecutivos no llenan los requisitos necesarios, el país no podrá ser administrado apropiadamente. Cuando los ejecutivos sean reemplazados, aunque la constitución y sistema de gobierno sigan iguales, los resultados serán completamente distintos. Sucede lo mismo con respecto a los asuntos espirituales. Por ello, es imprescindible ver que la administración de la iglesia depende primordialmente de la persona. No estamos diciendo que los métodos no sean importantes, sino que éstos dependen de la persona que los usa. Si la persona no es la apropiada, de nada servirán los métodos, por muy buenos que sean. Para que los métodos funcionen, la persona que los usa debe ser la apropiada.

Además del problema relacionado con la persona, también hay problemas relacionados con el corazón, el cual también necesita pasar por muchos tratos. En el mundo tal vez sea suficiente tener en cuenta la persona, pero en la iglesia se debe tener también cierto estándar con respecto al corazón. Esto se debe a que en la iglesia se debe hacer todo de manera transparente y bajo la luz. No debe haber discrepancia alguna entre la condición interior de la persona y lo que ella manifiesta. Hablando con propiedad, aun en el mundo, para que a alguien se le considere una persona correcta, su corazón debe ser muy recto. Esto nos muestra la estrecha relación que existe entre el corazón y la persona. Si el corazón de alguien está desviado, aunque sea un poco, él no será un hombre sincero y genuino.

A fin de que un hombre sea apropiado, su corazón debe hallarse en buenas condiciones. Si su corazón no es apropiado, el hombre tampoco lo será. Especialmente con respecto a los ancianos, su corazón debe pasar por los debidos tratos hasta que llegue a ser apropiado. En tanto que el corazón de un anciano esté un poco desviado, de ningún modo podemos esperar que la persona de ese anciano sea la correcta. Creo que todos los hermanos que han tenido bastante experiencia en su responsabilidad como ancianos nos dirán que todos los ancianos tienen que aprender lecciones severas de quebrantamiento. Sin embargo, el quebrantamiento sólo afecta la persona del anciano. Al asumir la responsabilidad como anciano, el corazón de una persona representa un factor de suma seriedad. Si un hermano que es anciano ama mucho al Señor y le teme, y si ha aprendido muchas lecciones espirituales y está dispuesto a ser quebrantado en casi todas las áreas, pero no toma medidas con respecto a su corazón, todavía será fácil que cause problemas.

Quisiera decirles a los hermanos y hermanas lo siguiente: si bien es cierto que la espiritualidad de un hombre puede afectar la condición de su corazón delante de Dios, la espiritualidad por sí sola no suplirá las carencias que haya en su corazón. Una cosa es ser espiritual y otra tener un corazón en buenas condiciones. Por supuesto, reconocemos que estas dos cosas se afectan mutuamente. Pero ello no significa que mientras alguien sea espiritual, no tendrá ningún problema en lo que se refiere a su corazón. No existe tal cosa. Debemos recalcar enfáticamente que aquí hay una diferencia muy notable.

No quisiera hablar mucho acerca de lo que es ser espiritual en estos mensajes que tratan principalmente de la administración realizada por el ancianato en la iglesia. Hemos hablado mucho acerca de esto en los mensajes pasados. Lo que deseo hoy presentarles muy seriamente es el asunto del corazón. Con respecto a un anciano, el problema del corazón es un asunto que reviste mucha seriedad; es un factor muy importante en su función como anciano. Por muy espiritual que sea un hermano, si su corazón no está bien, no podrá ser un buen anciano. Podemos testificar de esto basándonos en nuestra experiencia.

(Manejo de la iglesias por parte de los ancianos, El, capítulo 3, por Witness Lee)