EFESIOS 3:14-19
Efesios 3:14-19 revela que el apóstol ora al Padre; el Padre fortalece a los creyentes por Su Espíritu; Cristo hace Su hogar en el corazón de los creyentes; y los creyentes son arraigados y cimentados en amor, comprendiendo las dimensiones de Cristo y conociendo Su amor que excede a todo conocimiento para ser llenos hasta la medida de toda la plenitud de [el Triuno] Dios. En Efesios 1 Pablo oró para que Dios nos diera espíritu de sabiduría y de revelación para que pudiéramos conocerlo a Él y a Su economía (v. 17). Él oró para que tuviéramos la capacidad, el poder, para ver la revelación espiritual. En el capítulo 1 su oración es para que nosotros veamos la visión, pero en el capítulo 3 su oración es para que nosotros experimentemos las profundidades de Cristo.
Primero, Pablo oró al Padre como la fuente. Luego el Padre fortalece a los creyentes a través del Espíritu como los medios, el canal. Luego Cristo se mueve y trabaja para hacer Su hogar en el corazón de los creyentes. Finalmente, el resultado de este mover del Padre y del Espíritu, y que el Hijo haga Su hogar en nuestros corazones es la plenitud del Dios Triuno. El Padre es la fuente, el Espíritu es los medios, el Hijo es el objetivo, y la plenitud del Dios Triuno es el resultado.
La fuente es el Padre, los medios es el Espíritu, y el objetivo, la meta, es el Hijo porque el Hijo es el centro. Todo lo que el Dios Triuno hace es para el Hijo como el centro, y procede del Padre como la fuente, y es por el Espíritu como los medios. Pablo oró al Padre como la fuente, pidiéndole que fortaleciera a los creyentes a través del canal del Espíritu para que una meta fuese alcanzada. La meta era que Cristo hiciera Su hogar en los corazones de los creyentes.
Pablo oró al Padre, “de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” (3:15). El Padre es la fuente, no sólo de nosotros, los creyentes regenerados, la familia de la fe (Gá. 6:10), sino que también de todo los seres humanos creados por Dios (Lc. 3:38), del Israel creado por Dios (Is. 63:16; 64:8) y de los ángeles creados por Dios (Job 1:6). En los cielos está la familia angelical. En la tierra está la familia de los seres humanos, la familia de Israel y la familia de la fe. El Padre es la fuente de estas cuatro familias. Para la familia de la fe, el Padre no sólo es la fuente como el Creador, también es la fuente como el Engendrador. Las otras tres familias sólo tienen la vida creada de Dios como su fuente, pero nosotros, como la familia de la fe, tenemos la vida divina con la naturaleza divina de Dios mismo. Tenemos la vida del Padre con Su naturaleza, porque el Dios Triuno ha entrado en nosotros. El apóstol oró para que el Dios Triuno entrase más profundamente en nosotros. Él oró para que el Cristo que mora en nosotros pudiese hacer Su hogar, llegase a estar completamente establecido, en nuestros corazones. El pensamiento de la oración del apóstol aquí es muy profundo.
Que Cristo hiciese Su hogar en los corazones de los creyentes no fue algo iniciado por el Dios Triuno, sino por el apóstol Pablo. El Dios Triuno puede ser comparado con una máquina grande, de la cual Pablo era el operador. Su oración “encendió los motores”. Tenemos que aprender una lección, y ésta es que hay un principio elevado en todo el universo. Este principio es que Dios quiere hacer algo, pero Él sólo será la “máquina”, y necesita a alguien que sea el operador. Espero que hoy la iglesia sea el operador. Lo que hizo el apóstol Pablo lo hizo de una manera representativa. Él fue un representante de todo el Cuerpo de Cristo. Ahora el operador de la “máquina” universal, el Dios Triuno, es la iglesia, el Cuerpo de Cristo. El hecho de que la iglesia sea el operador no significa que la iglesia en sí misma lo lleva a cabo. La iglesia opera, pero la “máquina”, el Dios Triuno, es quien lo lleva a cabo.
El Padre, el Hijo y el Espíritu son las tres “partes” de esta “máquina” universal, y el Cuerpo es el operador. El Padre es la fuente, el Espíritu es los medios y el Hijo es el objetivo, la meta. Conforme a Efesios 3, el operador le pide a la “máquina” que fortalezca al operador por medio de un canal. El Espíritu como el canal hace el trabajo dentro de nosotros de fortalecer cada parte de nuestro ser en el hombre interior para que la meta, el objetivo, el Hijo, pueda hacer Su hogar en todas las partes de nuestro corazón.
El cuadro presentado en Efesios 3:14-19 nuevamente nos muestra la hermosa, fina y profunda coordinación del Dios Triuno. El Padre contesta la oración del operador. Entonces, el Padre trabaja, no por Sí mismo sino por el Tercero, el Espíritu, como el canal. No es el Padre, ni el Espíritu que hacen algo para Ellos mismos. Ambos, la fuente y el canal hacen algo para la meta, el objetivo, el Hijo. Más aún, el hecho que el Hijo haga Su hogar en el corazón de Sus creyentes, no es para Él mismo. Ninguno de los Tres actúa para Sí mismos. Finalmente, cualquier cosa que Ellos hagan es absolutamente para la plenitud del Dios Triuno. Éste es un cuadro hermoso de la Trinidad Divina en Su trabajo más profundo dentro de nosotros. Él trabaja en una manera completa y profunda para hacer Su hogar en nuestros corazones. Nuestro corazón está compuesto de la mente, la parte emotiva y la voluntad, más la conciencia de nuestro espíritu. Cristo está haciendo Su hogar en estas cuatro partes por medio de la preparación hecha por el canal, el Espíritu, como una respuesta a la oración del apóstol hecha a la fuente, el Padre. Finalmente, el Hijo se establece en cada parte de nuestro corazón.
Cuando una persona se muda a una casa nueva, le toma un poco de tiempo establecerse en esa casa. Establecerse es hacer su hogar en esa casa. A esto se refiere Pablo al decir que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. Cristo quiere establecerse en cada parte de nuestros corazones. Pablo se dio cuenta de que los creyentes en Éfeso tenían a Cristo en ellos, pero que no estaba haciendo Su hogar, estableciéndose, en cada parte de sus corazones. Es por eso que Pablo oró tal oración. Nuestra parte emotiva, mente, voluntad y conciencia deben ser tocadas y ganadas por Cristo. El Cristo que mora en nosotros, que nos ocupa, necesita conquistar nuestra parte emotiva, nuestra mente, nuestra voluntad y nuestra conciencia hasta llegar a establecerse plenamente en todos los cuartos de nuestro ser interior. Esto es llevado a cabo de una manera coordinada por la Trinidad Divina. Los Tres coordinan juntos de una manera hermosa para que Cristo, la corporificación del Dios Triuno, sea plenamente establecido en nuestro ser interior.
Mientras Cristo hace Su hogar en nuestros corazones, somos arraigados para crecimiento y cimentados para edificación. El que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones es un asunto de fe, no de sentimientos. Tenemos que creer que hoy Cristo, como la corporificación del Dios Triuno, se está estableciendo en nuestro ser interior. Mientras Él hace esto, nosotros somos arraigados para crecimiento y cimentados para edificación en amor.
Luego, podemos comprender con todos los santos las dimensiones de Cristo: la anchura, la longitud, la altura y la profundidad. En nuestra experiencia de Cristo, primero experimentamos Su anchura, y luego Su longitud. Esto es horizontal. Cuando avanzamos en Cristo, experimentamos la altura y la profundidad de Sus riquezas. Esto es vertical. Éstas son las dimensiones de un cubo. Nuestra experiencia de Cristo debe ser rica, fuerte, perfecta y completa como lo es un cubo.
Luego, conoceremos el amor de Cristo que excede todo conocimiento, lo que resulta en la plenitud del Dios Triuno. La plenitud es la expresión. Si llenamos un vaso con agua hasta que se desborde, tal desbordamiento viene a ser la expresión. Así pues, el desbordamiento es la plenitud, y la plenitud es la expresión misma del contenido del vaso. Cuando experimentamos a Cristo de esta manera tan profunda, resultará en la plenitud del Dios Triuno. Esta plenitud es la iglesia, el Cuerpo de Cristo, la cual es la expresión misma del Dios Triuno.
(
Vivir en y con la Trinidad Divina, capítulo 6, por Witness Lee)