Vivir en y con la Trinidad Divina, por Witness Lee

VIVIR Y ANDAR POR EL ESPÍRITU

A fin de vivir en la Trinidad Divina, debemos vivir y andar por el Espíritu. Gálatas 5:25 dice: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Vivir por el Espíritu es algo general, mientras que andar por el Espíritu es algo particular. Vivir por el Espíritu es tener una vida que depende del Espíritu y es regulada por Él. Andar por el Espíritu en el versículo 25 significa andar ordenadamente o marchar en orden militar. El Cristo pneumático es el Espíritu por el cual vivimos y andamos. El Cristo pneumático es la resurrección misma. Cuando vivimos por el Espíritu y andamos por el Espíritu, vivimos y andamos por la resurrección y en la resurrección.

El Señor Jesús nos dijo que Él es la resurrección y la vida (Jn. 11:25). La vida y la resurrección no son cosas, sino una persona. La resurrección es una persona viviente, quien es la vida que ha pasado a través de la muerte. La resurrección es la expresión de la vida que ha pasado por muerte y fue puesta a prueba, examinada por la muerte. Antes de ser examinada por la muerte, la vida era puramente vida; no era resurrección. Pero después de pasar la prueba de la muerte y pasar por la muerte exitosamente, la vida llegó a ser resurrección. Tanto la vida como la resurrección son la misma maravillosa persona, una persona excelente. Esta persona es el Cristo pneumático, el Espíritu vivificante. Este Espíritu es la resurrección, en la cual nosotros los cristianos debemos vivir todo el tiempo.

Vivir en esta resurrección es olvidarnos de nosotros mismos, renunciar a nosotros mismos y negarnos a nosotros mismos. Cuando salimos a predicar el evangelio o hacer algo en el servicio al Señor, no debemos actuar en nosotros mismos, sino que debemos estar en Cristo, en la resurrección, en el Cristo pneumático, en el Espíritu vivificante, quien nos da vida todo el tiempo como nuestro suministro de vida. Cada aspecto de la manera ordenada por Dios debe ser llevado a cabo en resurrección. Predicar el evangelio, bautizar a las personas, celebrar reuniones en los hogares, tener reuniones de grupo y profetizar en las reuniones más grandes de la iglesia, se debe hacer al renunciar a nuestro yo, rechazarnos y negarnos a nosotros mismos. Esto significa que todo debe hacerse en resurrección.

(Vivir en y con la Trinidad Divina, capítulo 9, por Witness Lee)