EL ESPÍRITU ENGENDRA NUESTRO ESPÍRITU
La vida es cuestión del espíritu
El Espíritu de Dios engendra nuestro espíritu humano. Cuando Dios entra en nuestro espíritu mediante Su Espíritu para engendrarnos, Él entra en nosotros para ser nuestra vida. Esto es totalmente una cuestión del espíritu. Espero que todos nos llevemos una profunda impresión de que la vida es totalmente una cuestión del espíritu, del Espíritu de Dios con nuestro espíritu humano, del Espíritu de Dios que entra en nuestro espíritu humano, y de la unión y mezcla del Espíritu de Dios con nuestro espíritu humano.
Si no tenemos claro todos estos puntos básicos, nos será muy difícil entender la comunión de vida. La comunión de vida es ciertamente una cuestión de vida, pero ¿dónde está la vida? La vida está en nuestro espíritu, el espíritu mezclado, que es el Espíritu de Dios que se mezcla con nuestro espíritu humano para ser nuestra vida. Dios engendra el espíritu humano por Su Espíritu y llega a ser nuestra vida en el espíritu humano. Éste es el punto básico que nos presenta Juan 3:5-6.
Dios es Espíritu y los que le adoran
es necesario que le adoren en espíritu
Juan 4:24 dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Esto significa que debemos usar nuestro espíritu humano para adorar y contactar a Dios. Si consideramos las frases engendrado de Dios de 1:13, el que nace del Espíritu de 3:5 y Dios es Espíritu de 4:24, comprenderemos que nacer del Espíritu equivale a ser engendrado de Dios, que nuestro espíritu humano es el que nace del Espíritu y que el Espíritu de Dios engendra nuestro espíritu humano.
Además, el versículo 24 del capítulo 4 dice que Dios es Espíritu y que Él desea que nosotros le adoremos —es decir, le contactemos, tengamos comunión con Él y tengamos una relación con Él— en espíritu. Dios es Espíritu y los que le adoran, es necesario que en espíritu le adoren. Nosotros no podemos tocar a Dios estando en nuestra mente, parte emotiva o voluntad; sólo podemos tocarle en nuestro espíritu porque Él es Espíritu.
El Espíritu de Dios se mezcla
con nuestro espíritu
Juan 4:24 demuestra que Dios nos engendra mediante Su Espíritu y en nuestro espíritu. Por habernos engendrado, Él hace que tengamos con Él una relación absolutamente subjetiva, es decir, Él viene para mezclarse con nosotros. Puesto que Dios es Espíritu y desea mezclarse con el hombre, Él necesita encontrar algo de naturaleza semejante a la Suya para que esta mezcla pueda efectuarse. Nosotros estamos compuestos de un cuerpo, un alma y un espíritu. Él no puede mezclarse con nuestro cuerpo ni con nuestra alma; Él únicamente puede mezclarse con nosotros en nuestro espíritu. Es por ello que Él nos engendra en nuestro espíritu. Cuando Él nos engendra, nos da un espíritu nuevo y pone Su Espíritu en nosotros (Ez. 36:26-27).
Todos debemos tener claro que el Espíritu de Dios entra en nuestro espíritu para regenerarnos. Hemos leído Juan 1, 3 y 4. Ahora, si proseguimos al capítulo 20, veremos que el Señor “sopló en” los discípulos y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (v. 22). Esto nos muestra cómo es que Dios nos engendra y llega a ser nuestra vida. Estos dos asuntos —la vida y el espíritu— son la línea de la vida en el libro de Juan.
La línea de la vida indica que la Palabra estaba en el principio y que la vida estaba en esta persona que era la Palabra. Cuando nosotros le contactamos, recibimos la autoridad de ser hechos hijos de Dios; somos engendrados de Dios. Más aún, Dios nos engendra cuando Su Espíritu entra en nuestro espíritu. Dios es Espíritu. A fin de contactarle y unirnos a Él, debemos estar en nuestro espíritu. Asimismo, a fin de que Él se mezcle con nosotros y sea nuestra vida, tiene que entrar en nuestro espíritu por Su Espíritu. Que estas palabras queden profundamente grabadas en nuestro corazón y podamos entenderlas claramente en nuestra mente para que sean una luz que resplandece en nuestro interior.
(
Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vida, capítulo 4, por Witness Lee)