LA “PALABRA” DE JUAN 1
Y LAS “PALABRAS” DE JUAN 6
Juan 1:1 dice: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”, y 6:63 dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. Ambos versículos nos hablan de la palabra. El capítulo 1 habla de la Palabra que era en el principio, y el capítulo 6 habla de las palabras que el Señor nos ha hablado. ¿Cuál es la diferencia entre las dos? ¿Cómo es que la Palabra del capítulo 1 llega a ser las palabras del capítulo 6? ¿Hay alguna diferencia en cuanto a su función? Este asunto ciertamente requiere mucho estudio.
Lógos y réma
Juan 1 comienza diciendo: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Luego el capítulo 6 dice que las palabras que el Señor habla son espíritu y son vida. En el capítulo 1 la Palabra es Dios mismo, y en el capítulo 6 las palabras son algo que procede de Dios. La Palabra en el capítulo 1 es una entidad completa, pero las palabras del capítulo 6 se presentan en partes pequeñas. Podemos decir que la Palabra, el lógos, del capítulo 1 denota “palabras grandes”, como un cordero completo, y que las palabras, el réma, del capítulo 6 denotan “palabras pequeñas”, como muchos trocitos de carne de cordero. Este ejemplo es muy significativo, pues nos muestra que la Palabra del capítulo 1 es el Señor mismo y que las palabras del capítulo 6 son algo que procede del Señor. Ésta es la diferencia entre ambas.
Dios está en Cristo
y Cristo llega a ser el Espíritu
Juan 1:1 dice: “La Palabra era Dios” y el versículo 14 dice: “La Palabra se hizo carne”; la palabra carne se refiere a Cristo. Esto significa que las “palabras grandes” del capítulo 1 se refieren a Dios que se hizo carne, es decir, a Dios en Cristo. Por un lado, la Palabra es Dios; por otro, es Cristo. En el capítulo 6 Cristo llegó a ser el Espíritu por medio de la muerte y la resurrección para ser las “palabras pequeñas” que podemos recibir. Por lo tanto, las palabras del capítulo 6 son Cristo que llegó a ser el Espíritu; por un lado, son Cristo y, por otro, son el Espíritu.
La función de la Palabra en el capítulo 1
es diferente de la función
de las palabras en el capítulo 6
La Palabra grande del capítulo 1 es Dios manifestado entre nosotros como vida, pero Él aún no puede entrar en nosotros para ser nuestra vida. Cuando Él llega a ser las palabras pequeñas del capítulo 6, Él entra en nosotros como vida. Aquí vemos la función de la Palabra y de las palabras: la primera lo expresa a Él entre nosotros como vida, mientras que la segunda entra en nosotros como vida. Un cordero entero únicamente puede ser exhibido entre nosotros, pero no puede ser comido. Es sólo cuando el cordero es inmolado y procesado que puede ser cortado en muchos trocitos para que lo comamos. En el capítulo 6 esta “carne” es puesta delante de nosotros para nuestro disfrute. La “Palabra grande” es exhibida para que la veamos en el capítulo 1, mientras que las “palabras pequeñas” nos son dadas para que las comamos y disfrutemos en el capítulo 6.
El Cordero que vemos exhibido fuera de nosotros ha llegado a ser la “carne” servida sobre la mesa para nuestro disfrute; éstas son las diferentes funciones de la palabra. La Palabra del capítulo 1, mediante la muerte y resurrección del Señor, ha entrado en la resurrección para ser las palabras del capítulo 6, las cuales podemos comer y recibir para que entren en nosotros y sean nuestra vida y nuestro suministro.
Pasa por la muerte y la resurrección
¿Cómo sabemos que las palabras mencionadas en el capítulo 6 han pasado por la muerte y la resurrección? Según 6:55, el Señor dijo: “Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida”. Separar la sangre de la carne es un indicio de muerte. En el versículo 63 el Señor también dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. El hecho de que el Señor llegó a ser el Espíritu alude a la resurrección. En vez de simplemente leer la letra escrita de la Biblia, debemos tratar de averiguar su significado espiritual. El Señor puede entrar en nosotros para ser nuestro disfrute y nuestra vida porque Él pasó por la muerte y la resurrección, experimentando así la separación de la sangre y la carne. Él no sólo se manifestó entre nosotros como vida, sino que ahora está disponible para que nosotros le comamos, recibimos y digiramos, de tal modo que Él llegue a ser la vida en nosotros.
En el Evangelio de Juan ocurren dos grandes giros. El primero es que la Palabra se hizo carne, y el segundo es que el Señor llegó a ser el Espíritu por medio de la muerte y la resurrección; por lo tanto, la muerte y la resurrección representa un gran giro. Juan 14 habla acerca de la ida y venida del Señor. La ida del Señor es Su muerte, y Su venida es Su resurrección. Cuando el Señor vino a nosotros después de Su resurrección, Él vino como Espíritu para entrar en nosotros. En Su muerte Él fue crucificado en la carne, y en Su resurrección Él llegó a ser el Espíritu. Como Espíritu, el Señor puede entrar en nosotros.
En 14:18 el Señor dijo: “No os dejaré huérfanos; vengo a vosotros”. El versículo anterior dice: “El Espíritu de realidad [...] permanece con vosotros, y estará en vosotros”. Esto muestra que el Señor viene como Espíritu para estar en nosotros. Luego el versículo 20 continúa diciendo: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Nosotros sabemos que las dos veces que se menciona la preposición en se refiere a la resurrección del Señor puesto que Él también dijo: “Porque Yo vivo, vosotros también viviréis” (v. 19). Ambas palabras, vivo y viviréis, se refieren a Su resurrección.
El Señor se estaba refiriendo a Su resurrección cuando habló estas palabras en 14:19-20; en particular la frase en aquel día del versículo 20 se refiere al día de la resurrección. En el versículo 19 Él dijo: “Porque Yo vivo [lo cual alude a la resurrección], vosotros también viviréis”. Él dijo que nosotros también viviríamos porque Él, el “Yo” mencionado aquí, viviría en nosotros. El Señor vive en nosotros a fin de que nosotros vivamos; por lo tanto, porque Yo vivo, vosotros también viviréis tiene que ver con la resurrección. El versículo 20 continúa diciendo: “Conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Después de la resurrección, Él puede entrar en nosotros instantáneamente. Los versículos 16 y 17 muestran que en Su resurrección Él llegó a ser el Espíritu para entrar en nosotros. Es por ello que decimos que como Palabra, según se revela en el capítulo 1, el Señor se hizo carne y se manifestó entre nosotros; pero que aún no había entrado en nosotros. No es sino hasta el capítulo 14, cuando Él habló de pasar por la muerte y la resurrección y de llegar a ser el Espíritu, que vemos cómo Él puede entrar en nosotros.
Cuando el Señor se manifestó, Él se hizo visible, pero nosotros no podíamos disfrutarle porque todavía no había llegado a ser nuestra vida. Es sólo después que Él entra en nosotros que puede llegar a ser nuestra vida. Entonces es posible decir que porque Él vive, nosotros también viviremos. Él ha hecho posible que nosotros también vivamos con Él. Es debido a que Él vive en nosotros que nosotros también podemos vivir con Él.
(
Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vida, capítulo 7, por Witness Lee)