EL PELIGRO DE LOS DONES, DEL CONOCIMIENTO
Y DE LA ESPIRITUALIDAD
Hermanos y hermanas, debemos entender que no solamente los dones son algo aparte de Cristo y que no son Cristo mismo, sino que incluso el conocimiento y las enseñanzas acerca de Cristo no son Cristo mismo. Es preciso que conozcamos a Cristo de una manera viviente, y lo ministremos de una manera real y viviente, y no simplemente según el conocimiento o a modo de enseñanzas. Cuando usted hable acerca de Cristo, las personas deben poder percibir la presencia de Cristo. Algo de Cristo, algo que procede de Él, e incluso algo que es Cristo mismo debe ser ministrado por medio de usted a los demás. Éste es el ministerio de Cristo que es apto para edificar el Cuerpo de Cristo.
Todos los dones tienen como finalidad la edificación de la iglesia. Sin embargo, tenemos que comprender que cualquier don que exista aparte de Cristo y permanezca simplemente como un don es peligroso. Esto perjudicará la edificación de la iglesia. Les repito una vez más que todo don debe contribuir a la edificación de la iglesia y debe estar relacionado con Cristo. Una vez que un don se separa de Cristo, aunque usted pueda hacer muchas cosas, este don perjudicará la edificación del Cuerpo. Le pido al Señor que abra nuestros ojos y nos permita ver la diferencia entre los dones y Cristo, y entre el conocimiento de Cristo y Cristo mismo. Cristo mismo es el único factor, el único elemento, con el cual debemos edificar la iglesia.
En el pasado vimos muchas cosas que nos causaron una profunda tristeza porque vimos a un buen número de personas dotadas hacer mucho daño a la edificación del Cuerpo. Cuanto más laboraban, cuanto más cosas hacían, cuanto más predicaban y cuanto más enseñaban, más daño hacían a la edificación de la iglesia. Incluso la enseñanza y la doctrina en cuanto a Cristo puede ser un factor que divide la iglesia si usted no está en Cristo, es decir, si usted no ejercita su don en unión con Cristo. Esto nos permite ver que las personas dotadas representan un verdadero peligro.
En el pasado y hasta el tiempo presente, he observado que hay algunos creyentes que dicen ser espirituales. Sin embargo, he descubierto que cuanto más afirman serlo, menos capaces son de ser edificados con otros, y lo único que pueden hacer es criticar continuamente a otros. A menudo dicen: “Yo soy espiritual, pero ustedes no. Yo he visto la visión celestial, pero ustedes no la han visto”. No me estoy imaginando esto. Desde el Lejano Oriente hasta Europa y los Estados Unidos, me he encontrado con personas así en todo lugar. Tienen una supuesta espiritualidad que no es Cristo mismo; no tienen la verdadera espiritualidad que es Cristo mismo. Por lo tanto, siempre que me he encontrado con ellos, la impresión que me he llevado es que siempre andan criticando a otros. Adondequiera que van, se creen los mejores. Esto causa un verdadero daño al Cuerpo. Es por ello que recientemente cuando estuve en cierta localidad, hablé con los queridos hermanos allí y les dije: “Procuremos ser creyentes comunes y corrientes, y no creyentes especiales o extraordinarios. No se crean espirituales. Si alguien piensa que es espiritual, eso simplemente significa que no lo es. Si alguien dice haber visto la visión celestial, ello simplemente significa que lo que ha visto es más bien una visión terrenal. Cuando usted afirme ser espiritual, tiene que darse cuenta de que es carnal. Cuando la luz celestial brillaba en el rostro de Moisés, él no la vio; fueron los demás quienes la vieron. Ser verdaderamente espiritual es ser humilde y común y corriente para con los demás”.
Hermanos y hermanas, los dones no son Cristo. El conocimiento y las enseñanzas tampoco son Cristo. Ni siquiera la supuesta espiritualidad es Cristo. Sólo Cristo mismo es Cristo. Usted tiene que olvidarse de los dones que posee, del conocimiento y de las enseñanzas que ha recibido y de la supuesta espiritualidad que ha alcanzado. Debe olvidarse de todas estas cosas. Simplemente manténgase en una comunión viviente con el Señor viviente. Contáctelo con humildad, diciendo: “Señor, no soy nada. No soy mejor que nadie. No tengo nada que sea especial; al contrario, soy un creyente muy común y corriente. Soy solamente un pecador que ha sido salvo por Ti y nada más”. Deje que los demás disciernan si usted es espiritual o no.
Debemos entender quién es Cristo. Cristo es Aquel a quien nosotros experimentamos de una manera sencilla y viviente. No estoy diciendo que no necesitemos tener ciertos dones. Tampoco quiero decir que no necesitemos el conocimiento ni las enseñanzas. Ciertamente necesitamos estas cosas, pero debemos entender que éstas no deben ser algo aparte de Cristo. Sólo Cristo mismo sirve para la edificación de la iglesia. Por lo tanto, seamos humildes para experimentar a Cristo. Seamos humildes todo el tiempo al enseñar cuál es la verdadera experiencia de Cristo. Él es el Señor viviente. Ahora Él es el Espíritu vivificante y está corporificado en la Palabra viviente. Nosotros necesitamos contactar la Palabra humildemente en el espíritu a fin de experimentar al Señor viviente. Si usted hace esto, estoy seguro de que deseará la vida de iglesia y experimentará a Cristo de una manera real y viviente. Anhelará practicar la vida de iglesia, estará deseoso de ser edificado con otros y amará a los demás. Además, nunca se considerará como una persona especial, sino que será muy común y corriente.
Si alguno entre nosotros todavía se considera a sí mismo alguien especial, esto perjudica la edificación del Cuerpo. Si usted aún se considera alguien especial, no tendrá más que críticas en su corazón. Pasará todo el tiempo criticando. Tal vez dirá en su corazón: “El mensaje de este hermano de esta mañana es bueno”, o: “Las reuniones en estos días no son malas”, pero después añadirá alguna crítica. Siempre tendrá algo que criticar. Esto sencillamente comprueba que usted se considera superior a los demás, alguien que es mejor que otros, alguien especial. Si realmente usted tiene el deseo de edificar el Cuerpo del Señor de manera práctica en su localidad, le ruego que abandone esta clase de pensamiento. Simplemente sea un creyente común y corriente, y sea sencillo.
Todas las personas que supuestamente son espirituales son muy complicadas. Perdónenme por decir esto; espero poder decirlo en amor. En años recientes he considerado abandonar mi búsqueda de ser “espiritual”. No quiero ser “espiritual”, porque serlo simplemente significa ser complicado. Las personas más complicadas son las personas espirituales. Cuando no soy espiritual, soy muy sencillo y amo a los hermanos; pero cuando me vuelvo espiritual, de inmediato me vuelvo complicado y empiezo a preguntar: “¿Es este hermano espiritual? ¿Ha visto él la visión celestial?”. Es por eso que digo que en años recientes he sentido temor de ser “espiritual”. Yo he sido casi completamente apagado por personas “espirituales”. La mayoría de los problemas y dificultades que sobrevienen a la iglesia provienen de los que dicen ser espirituales, no de los que no son espirituales. Cuanto más alguien dice que es espiritual, más problemas y dificultades trae a la iglesia. En el Lejano Oriente no tuvimos ningún problema antes que tuviéramos entre nosotros ciertas personas “espirituales”. Sólo hasta hace unos años, cuando unas pocas personas se volvieron “espirituales”, los problemas vinieron. Les repito una vez más que temo ser “espiritual”, y temo verlos a ustedes ser “espirituales”.
Lo que quiero decir es que, aparte de Cristo, no hay nada que sea bueno para la edificación de la iglesia. No preste tanta atención a los supuestos dones, a las meras enseñanzas y el conocimiento ni a la así llamada espiritualidad. Olvídese de todas esas cosas. Sea humilde para contactar al Señor viviente día tras día y sea común y corriente y sencillo. No trate de analizar a las personas. Las personas “espirituales” son las mejores en analizar a otros, son expertas en eso; analizan a otros todo el tiempo. Hermanos y hermanas, traten de ser sencillos y no sean astutos. Si somos sencillos, amaremos a los hermanos, y no nos gustará analizarlos. El amor en Cristo es lo que edifica. El conocimiento no edifica, sino que envanece.
Los dones, el conocimiento, las enseñanzas, la espiritualidad e incluso las experiencias espirituales no son Cristo. Sólo Cristo mismo es Cristo. Ustedes tienen que experimentar a Cristo día a día e incluso momento a momento. Contáctenlo. Si tienen un contacto viviente con Cristo hoy, no serán orgullosos ni criticarán a los demás. Deseo ver que en estos días y en este país un buen número de creyentes ame al Señor, lo contacten y vivan por Él de una manera real y viviente. Tal vez nunca hablemos de los dones, pero tengamos muchos dones. Tal vez nunca hablemos del conocimiento, pero tengamos un profundo conocimiento espiritual. Asimismo, tal vez nunca hablemos de nuestras experiencias “espirituales”, pero simplemente contactemos al Señor viviente día a día y vivamos por Él. Simplemente hablaremos acerca de Cristo en amor y en humildad. Amaremos a todos los santos y a toda clase de santos. Ésta es la vida que puede edificar la iglesia, y ésta es la vida que puede cubrir todos los defectos. Además, esta vida es amor y luz. Quiera el Señor librarnos no sólo de nuestros pecados, de las cosas carnales y de las cosas mundanas, sino también de los dones, del conocimiento y de las experiencias “espirituales”.
(
Pensamiento central de Dios, El, capítulo 8, por Witness Lee)