Pensamiento central de Dios, El, por Witness Lee

LAS DOS LÍNEAS DE EDIFICACIÓN HALLADAS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Después de efectuar Su obra de creación, Dios empezó a realizar una obra de edificación. La nueva creación es una obra de edificación. Después que Dios creó todas las cosas, empezó a edificar un Cuerpo, un vaso corporativo, una ciudad, capaz de contenerle. En los primeros dos capítulos de la Biblia, Dios acabó Su obra de creación, y desde Génesis 3 hasta el final de las Escrituras, lo que Dios ha venido haciendo es una obra de edificación. Dios está edificándose a Sí mismo juntamente con el hombre para formar así una entidad corporativa, el Cuerpo, que le expresará. El relato que va de Génesis 3 hasta el final de las Escrituras es un extenso relato de la edificación, etapa tras etapa.

A lo largo de todas las Escrituras, el enemigo siempre ha tratado de descubrir el plan de Dios y hacer algo antes que Dios lo haga. Dios tenía la intención de edificar una ciudad; pero antes que Dios lo hiciera, el enemigo de Dios se adelantó. Caín era la segunda generación del linaje humano, el primer hijo de Adán. Después que Caín se separó de Dios, edificó una ciudad, a la cual le puso el nombre de su hijo, Enoc (Gn. 4:17). Esta ciudad de Enoc, edificada por Caín, vino a ser el centro de la civilización antes del diluvio. Toda la corrupción de la época antes del diluvio se centraba en esa ciudad. Esta ciudad pecaminosa, llena de pecados, era un recipiente de Satanás. Por lo tanto, Dios destruyó esa ciudad por medio del diluvio. Después del diluvio, Dios obtuvo un nuevo mundo, pero algo volvió a ocurrir. Los descendientes de Noé fueron usados en gran medida por el enemigo para edificar otra ciudad, la ciudad de Babel con la torre de Babel (11:4-9). Babel es el nombre original de Babilonia. Era una ciudad de Satanás.

En medio de esa situación, Dios llamó a un hombre llamado Abraham (12:1-3), y lo llevó a una tierra elevada, la cual representa un lugar de resurrección. Dios lo puso allí y prometió edificarle una ciudad. Más tarde, Dios edificó una ciudad sobre esta tierra elevada: la ciudad de Jerusalén. En el Antiguo Testamento Babilonia se oponía continuamente a Jerusalén. Estas dos ciudades se mantuvieron siempre la una en contra de la otra. Finalmente, Jerusalén fue destruida por Babilonia, y los babilonios se apoderaron de todos los utensilios usados para la adoración en el templo en Jerusalén y se los llevaron a Babilonia, donde los pusieron en los templos de ídolos que estaban allí. Cuando Daniel, un fiel siervo de Dios, fue llevado cautivo y tuvo que permanecer en Babilonia, cada día él abría las ventanas de su habitación y miraba hacia Jerusalén, recordándola delante de Dios (Dn. 6:10). Él nunca se olvidó de Jerusalén porque conocía el pensamiento divino de Dios. Más tarde, hubo un retorno de los cautivos, un recobro, y en este recobro Nehemías edificó el muro de Jerusalén que había sido destruido, lo cual requirió mucha lucha (Neh. 4:16-21; 6:15-16).

Antes de esto, cuando el pueblo de Israel fue esclavizado en Egipto, los egipcios los obligaron a edificar dos ciudades para Faraón con ladrillos de barro y paja. Ellos tenían que trabajar para juntar la paja y quemar el barro para hacer los ladrillos que utilizarían en la edificación (Éx. 1:11, 14; 5:15-19). Esto es un cuadro que nos muestra, a modo de tipo, que el pueblo de Dios había sido capturado, mantenido y retenido bajo la mano de Satanás en el mundo para laborar para él a fin de edificar el mundo como un recipiente para él. Mientras usted esté trabajando en el mundo en su trabajo, debe tener cuidado; no haga nada que le ayude a Faraón a edificar sus dos ciudades, las cuales le sirven de recipiente para contener a Satanás y toda su corrupción. El Señor libró a los hijos de Israel de Egipto y los hizo pasar por el mar Rojo. Luego, en cierto momento el Señor vino a ellos y les dijo que le edificaran un tabernáculo, no con paja, lodo, barro ni polvo, sino con oro, plata y piedras preciosas. Aquello fue la edificación del tabernáculo con el sacerdocio, lleno de piedras preciosas y oro, que le sirvió a Dios como morada. Vemos un contraste entre la edificación de las ciudades en Egipto y la edificación del tabernáculo en el desierto. Las ciudades edificadas en Egipto eran recipientes de Satanás y toda su corrupción, mientras que el tabernáculo edificado en el desierto era un recipiente para Dios y Su santidad.

La historia anterior nos ayuda a entender que todo el Antiguo Testamento es una historia de edificación. Las personas eran utilizadas por Satanás, el enemigo de Dios, para edificar ciudades destinadas a contener a Satanás y toda su corrupción, o eran usadas por Dios para edificar una ciudad destinada a contener a Dios y Su santidad.

(Pensamiento central de Dios, El, capítulo 11, por Witness Lee)