Pensamiento central de Dios, El, por Witness Lee

LOS ASUNTOS PRINCIPALES DE LA CREACIÓN QUE VEMOS EN GÉNESIS 1

En el capítulo anterior vimos los asuntos principales que se presentan en Génesis 1, el primer capítulo de las Escrituras. Vimos que la obra creadora de Dios se encamina hacia la meta de la vida. En el primer día no había vida. Únicamente el Espíritu de Dios estaba allí resplandeciendo, moviéndose, cerniéndose y trayendo luz en medio de la oscuridad. Cuando la luz vino, se produjo una separación.

En el tercer día tuvo lugar la separación de la tierra de las aguas. En la tierra tenemos la vida, mientras que en las aguas tenemos la muerte. En la tierra tenemos las riquezas de la vida y la belleza de ésta. El tercer día simboliza la vida de resurrección; es un día de resurrección. En el tercer día las diferentes clases de vida —pasto, hierbas y árboles— llegaron a existir. Todas estas clases de vida llegaron a existir en la tierra, por medio de ella y a partir de ella.

La tierra que es recobrada de la sepultura de las aguas de la muerte tipifica al Cristo que fue resucitado de la muerte. Él es la tierra todo-inclusiva. En Él se encuentran las riquezas de la vida. Todas las hierbas, los árboles, las flores y las plantas son figuras de las riquezas de Cristo mismo como vida. Cristo es rico en vida al igual que todas las plantas. Cada vez que vemos una flor hermosa o los árboles y la hierba tan verdes, nos damos cuenta de que estas cosas son señales, tipos o figuras del Cristo de Dios. Él es rico en vida. Él es Aquel que fue resucitado al tercer día. Él es Aquel que estuvo sepultado en las profundidades de la muerte, pero que fue resucitado. Él fue recobrado. Él resucitó de los muertos para mostrarnos que Él es el Señor de la vida, el Autor de la vida (Hch. 3:15). En Él se encuentran las riquezas de la vida.

En el tercer día también vemos en la tierra la belleza de la vida. Las flores revelan la belleza de Cristo expresada en Su vida. Nadie puede jamás agotar el tema de las variedades de flores y su belleza. Todas estas flores son figuras de las bellezas de Cristo como vida para nosotros. Esto es algo que las Escrituras revelan y enseñan. El Cantar de los Cantares 1:4 habla acerca de la flor de alheña, una planta del viejo mundo con la que las muchachas judías se embellecían. Cristo es un racimo de flores de alheña. Él es hermoso. Además de ello, en El Cantar de los Cantares 1:13 Cristo es comparado a un manojito de mirra. La mirra representa la dulzura, la dulce fragancia, de Cristo. Cristo es muy fragante para nosotros. Él es vida para nosotros en belleza y en dulzura.

En el segundo capítulo de El Cantar de los Cantares, Cristo es comparado a un manzano (v. 3). Con Él tenemos la sombra bajo la cual somos protegidos de los rayos del sol para disfrutar descanso, y también tenemos el fruto que podemos gustar para nuestra satisfacción. En el capítulo 5 de El Cantar de los Cantares, Cristo es asemejado a los cedros (v. 15). Los cedros son árboles grandes que crecen en los montes del Líbano. Ellos representan la grandeza de Cristo. Las plantas —los árboles, la hierba y las flores— son figuras de Cristo como vida para nosotros. ¡Oh, Él es sumamente hermoso, fragante, grande y rico!

Hay quienes afirman que la mayoría de estas plantas producidas en la tierra el tercer día eran plantas que daban fruto. Esto significa que daban fruto para proveer un suministro de vida. Apocalipsis 22:2 dice que el árbol de la vida produce doce frutos, dando cada mes su fruto. Cristo como vida para nosotros no sólo es hermoso, fragante y rico, sino que también nos provee continuamente lo que necesitamos. Por lo tanto, podemos ver que la tierra recobrada en el tercer día es un tipo del Cristo todo-inclusivo, y que todas las plantas producidas en la tierra representan los diferentes aspectos de Cristo como vida para nosotros.

En el cuarto día tenemos las luces más grandes, las luces corporificadas. Esto significa que hubo más luz y, por ende, más vida fue producida. Así que, en el quinto día vemos la vida más fuerte en sus riquezas y bellezas. Ésta es una vida que puede vivir en el agua salada, es decir, en un entorno de muerte. Éste es otro aspecto de Cristo como vida para nosotros.

A los ojos de Dios, la sociedad humana actual es como un mar de muerte, un mar muerto. Una vez unos amigos norteamericanos me preguntaron si me gustaba la ciudad de Los Ángeles. Les dije: “Sí, me gusta, pero ustedes tienen que darse cuenta de lo que Los Ángeles es a los ojos de Dios. No es otra cosa que un mar muerto, un mar lleno de muerte”. No sólo una ciudad grande, sino incluso una pequeña aldea es una pequeña parte del mar muerto. Sin embargo, Cristo puede vivir en este entorno de muerte. Si usted tiene a Cristo como vida, puede vivir en este mar muerto. Puede vivir en esta agua salada y no ser salado, es decir, no ser afectado ni influenciado por la muerte.

Cuando por primera vez fui a Shanghái, la ciudad más grande de China, unas personas me llevaron a conocer la calle principal de la ciudad y me dijeron: “Hermano Lee, mire todas esas tiendas tan atractivas y pecaminosas. ¿No teme ser afectado por ellas?”. Les dije: “Hermanos, en lo que a mí se refiere, sí temo ser afectado. Pero en lo que a Cristo se refiere, no tengo ningún temor, porque Cristo vive continuamente en mí. Él puede vivir en el entorno de la muerte y no ser afectado. Él jamás podrá ser influenciado por nada relacionado con la muerte”. Esto es exactamente lo que sucede con los peces; ellos pueden vivir en el agua salada, y jamás ser salados, a menos que estén muertos.

En el quinto día vemos también una vida que puede volar. Ésta es una vida que trasciende, una vida que está por encima de todo. Nada la puede oprimir, nada la puede retener y nada la puede apresar. Esto representa a Cristo como vida para nosotros.

En el sexto día Dios creó el ganado y las bestias de la tierra. Ésta es la vida que puede prestarle un servicio al hombre. La vida de un perro es mucho más desarrollada que la de un pez. Luego tenemos la vida más elevada entre las criaturas, que es la vida humana. Ésta es una vida que no sólo puede vivir en muerte, trascender, trabajar para Dios y hacer la voluntad de Dios, sino también expresar a Dios y representarle. Ésta es una vida que tiene la imagen de Dios y la autoridad de Dios. Es después de esto que Dios descansó.

Lo que completa la obra de Dios es una vida que posee Su imagen y Su autoridad. Tal vez pensemos que Dios descansó porque Él acabó Su obra. Pero Dios no puede hallar descanso mientras no exista una vida que posee la imagen de Dios y Su autoridad. Dios todavía está trabajando hoy en la era neotestamentaria porque le falta una vida que exhiba plenamente Su imagen y Su autoridad. La meta, el objetivo, de la obra del Señor es obtener una vida capaz de expresarle y representarle de una manera plena. Si esta vida es producida, entonces la obra de Dios se completará y Dios podrá obtener el reposo, el Sábado.

Es preciso que veamos el cuadro de la obra creadora de Dios. Éste comienza con las cosas carentes de vida, las cosas inanimadas. De ahí continúa con las diferentes etapas de vida. En primer lugar, tenemos la vida vegetal, que es la vida más elemental, una vida que no tiene conciencia de sí misma. Después continuamos con una vida superior, pero que no tiene mucha conciencia de sí misma. En esta vida están incluidos los peces, las aves e incluso el ganado, las bestias y todo lo que se arrastra. Finalmente, tenemos la vida más elevada de los seres vivientes, la cual posee la conciencia más desarrollada. Ésta es la vida humana, una vida que es capaz de expresar a Dios y representarle. El pensamiento central de Dios es traernos la vida a fin de que podamos tener Su imagen y Su autoridad.

(Pensamiento central de Dios, El, capítulo 2, por Witness Lee)