NO ES LA RELIGIÓN ANTIGUA
NI LA RELIGIÓN NUEVA, SINO CRISTO
Nuestro problema es que seguimos métodos en vez de seguir la sabiduría. Anteriormente, nos reuníamos según el método antiguo. Veníamos a la reunión y nos sentábamos en silencio hasta que un hermano pedía un himno. Luego, un anciano o hermano responsable diría: “Oremos juntos, y luego podemos orar uno por uno”. Después de la oración, un anciano anunciaría que es el tiempo de dar testimonios. Luego de medio minuto de silencio, otro anciano nos animaría a ser valientes, pues el tiempo es muy valioso. Si todavía no había una respuesta, otro anciano llamaría a cierto hermano para que diera un testimonio. Este hermano se pondría de pie a regañadientes y daría un testimonio incoherente. Ésta era la situación de nuestras reuniones en el pasado. Todos hemos estado en tales reuniones. Alabo al Señor porque en esta ocasión, cuando vine a Taiwán, la antigua religión ha sido sepultada hasta cierto punto. Sin embargo, aunque la antigua religión ha sido sepultada, una nueva religión ha sido introducida.
Los discípulos de Juan el Bautista también introdujeron una nueva religión. Juan el Bautista vivió de manera que no comía ni bebía, y su obra consistía en bautizar personas. No obstante, poco después, sus discípulos formaron una religión que consistía en bautizar personas. En Juan 3, antes que Juan fuese echado en la cárcel, sus discípulos cuestionaban a un judío acerca de la purificación. Es posible que el judío dijera: “Nosotros no necesitamos el bautismo. Tenemos el rito de la purificación. Nos lavamos nuestras manos y nuestros pies, y así estamos limpios”. Los discípulos de Juan quizás dijeron: “Su lavamiento no es lo suficientemente bueno, pues ustedes se lavan sólo las manos y los pies. El lavamiento de nuestro rabí Juan es mejor. Él te sepulta en el agua”. Por tanto, los discípulos de Juan probablemente consideraban que el bautismo era el mejor rito de purificación. Ésta era una nueva religión. Cuando Juan comenzó a ministrar, él no estableció una religión de bautismo. Él bautizaba a las personas y las sepultaba a fin de presentarlas a Cristo. Sin embargo, con base en ese bautismo, sus discípulos formaron una religión de bautismo. Esta religión continuó existiendo hasta la época de Hechos 19:3-5. Hasta ese tiempo a algunas personas no les interesaba acudir a Cristo ni ser bautizadas en Cristo; a ellos sólo le interesaba el bautismo como ritual.
Basándose en el hecho de que Juan no comía ni bebía, los discípulos de Juan también establecieron la regulación de ayunar. Cuando ellos vieron que el Señor Jesús y Sus discípulos participaban de un banquete, cuestionaron al Señor, diciendo: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y Tus discípulos no ayunan?” (Mt. 9:14). Los discípulos de Juan formaron dos nuevas prácticas religiosas: la práctica del bautismo y la de ayunar. Su antigua religión fue sepultada, pero una nueva religión fue levantada. La antigua religión llegó a su fin, pero una nueva religión apareció. La manera en que nos reuníamos en el pasado era conforme a una religión antigua, pero me preocupa que la manera en que nos reunimos actualmente haya llegado a ser una nueva religión. Los santos han sido adiestrados para tener una nueva manera de reunirse. La reunión comienza con oraciones estrepitosas, luego, hay un tiempo designado para compartir y, finalmente, hay algunos testimonios. Los hermanos y las hermanas tienen que sepultar estos pasos. Nosotros hemos sepultado la antigua religión, y también tenemos que sepultar la nueva religión. Cualquier forma de religión tiene que ser sepultada. La manera en que nos debemos reunir consiste en estar en el espíritu, y no en seguir procedimientos. Es un asunto de sabiduría, no un asunto de comer o no comer. A veces, podríamos ser ruidosos, pero a veces quizás no seamos ruidosos. Algunas veces podría compartirse algo, pero a veces quizás no se comparta nada. En ocasiones podríamos testificar, pero a veces quizás no testifiquemos. No hay regulación alguna.
Anteriormente nuestras oraciones eran largas. Un hermano podía orar al menos por uno o dos minutos. Ciertos santos tenían la capacidad de orar por quince minutos. Ellos oraban oraciones largas en cada reunión de oración. Tales oraciones largas causaban que todos se durmieran. Las oraciones largas eran tan intimidantes que los otros santos no se atrevían a orar. Sólo los colaboradores, los ancianos, los diáconos y los hermanos responsables eran capaces de orar, pero sus oraciones eran rutinarias y largas.
Ahora no hay oraciones largas. Todos oran oraciones cortas. Los santos proclaman: “Alabado sea el Señor”, “el Señor es bueno”, “el Señor es encantador”, “comemos langostas y miel silvestre”, “vestimos ropas de piel de camello”. ¿Es buena esta clase de oración? Sí, es buena. Sin embargo, orar oraciones cortas ha llegado a ser una nueva regulación. A veces surge la necesidad de que alguien ofrezca una oración larga. En las reuniones todos son ruidosos y todos oran oraciones cortas, pero es más disfrutable que haya una oración larga entre las oraciones cortas. No obstante, no debería haber regulación alguna en cuanto a esto.
En el pasado, cuando no había ninguna regulación, estábamos confundidos y no sabíamos que hacer. Es difícil que los jóvenes renuncien a ser ruidosos, pero Jesús es el Señor cuando somos ruidosos y Él también es el Señor cuando no lo somos. El Señor no siempre quiere que los santos de mayor edad estén callados. Cuando los santos de más edad insisten en estar callados, ellos son el Señor, no Jesús. Que Jesús sea Señor es una experiencia preciosa. Esta noche quizás Él desea que seamos ruidosos, pero es posible que mañana en la noche Él quiera que lloremos, que saltemos o que permanezcamos callados. No hay ninguna regulación.
Que el Señor sea misericordioso para con nosotros. La era ha cambiado y la religión antigua ha sido sepultada. Nadie debería decir que estar callados es correcto, y nadie tampoco debería decir que ser ruidosos es correcto. Ambos son correctos y ambos son incorrectos. Nosotros no comemos ni bebemos, y tampoco nos abstenemos de comer y beber. No tenemos reuniones con oraciones largas, ni tenemos reuniones con oraciones cortas. En nuestras reuniones tenemos oraciones largas y también cortas. ¡Aleluya! No tenemos una religión antigua, ni tenemos una religión nueva. Sólo tenemos la dirección del Espíritu. Nosotros seguimos a Cristo y le tomamos como nuestra sabiduría. Hemos abandonado la religión, las regulaciones, los rituales y los métodos. No tenemos las prácticas antiguas ni las prácticas nuevas. Tenemos a Cristo, tenemos sabiduría y tenemos al Espíritu.
(
Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu, capítulo 3, por Witness Lee)