Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu, por Witness Lee

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PRESENTAR OFRENDAS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Los cristianos se reúnen a fin de expresar y exhibir a Cristo. Aunque decimos esto, todavía queremos asistir a un servicio dominical y escuchar un sermón. Según nuestro concepto natural, el propósito de una reunión cristiana es adorar a Dios silenciosamente y escuchar un sermón. Esto es lo que enseña la religión. Los cristianos van a una capilla para rendir tal adoración a Dios, y luego un pastor da un sermón con algunas enseñanzas. Esto es lo que se practica en la religión. Eso no es lo que Dios desea.

Los tipos que se presentan en el Antiguo Testamento muestran la adoración que Dios desea. Moisés escribió los primeros cinco libros de la Biblia, el Pentateuco. El contenido principal de estos libros trata acerca de cómo adorar a Dios. Moisés no dijo que adorar consistía en arrodillarse y postrarse. No utilizó tales expresiones en sus libros. Más bien, dijo que adorar a Dios consistía en presentar ofrendas. Cuando adoremos a Dios, deberíamos traer ofrendas a Dios a fin de que Él pueda disfrutar las ofrendas con nosotros. Esto es adoración. Las ofrendas tipifican a Cristo. Por tanto, la adoración que Dios quiere de nosotros consiste en que nosotros exhibamos a Cristo. Cuando todos nosotros traemos a Cristo, adoramos a Dios.

En el Antiguo Testamento, tres veces al año —en la Fiesta de la Pascua, la Fiesta de Pentecostés y la Fiesta de los Tabernáculos— los hijos de Dios se congregaban delante de Dios y le adoraban. Ellos no adoraban por una hora; adoraban de siete a ocho días. Su adoración se basaba en el mandamiento de Dios, es decir, en lo que Él estableció, Su requisito. Dios no dijo: “Cuando me adoréis, preparad vuestro corazón y estad sombríos y llenos de sinceridad. Cuando vengáis a Mi templo, estad en silencio y postraos delante de Mi”. No hay tales mandamientos en el Pentateuco ni en ningún otro libro de la Biblia. En el Pentateuco Moisés dijo que los hijos de Israel tenían que traer ofrendas cuando ellos adoraran a Dios. Ellos no podían presentarse delante de Dios con las manos vacías (Dt. 16:16).

Las ofrendas eran el producto de la tierra de Canaán. Algunos Israelitas compraban ofrendas del ganado o del rebaño, algunos compraban granos, algunos compraban frutas y algunos compraban vino nuevo, aceite o harina. Esto constituía el producto de la tierra de Canaán. A fin de ganar el producto de la tierra, los israelitas tenían que cultivar la tierra de Canaán por al menos un año. Tenían que labrar la tierra, plantar semillas, remover la tierra y regar las plantas, o tenían que cuidar el ganado. Finalmente, había una cosecha. Los israelitas reservaban una décima parte de su cosecha. Ésta era la mejor porción de la tierra. Cuando era el tiempo para la Fiesta de la Pascua, la Fiesta de Pentecostés o la Fiesta de los Tabernáculos, ellos traían a Dios la mejor porción de la tierra (12:17-18; 14:23).

Dios no desea que le adoremos al ofrecer oraciones sombrías, inclinarnos o incluso estar callados. Él desea que le traigamos ofrendas de Cristo. Luego de traer nuestras ofrendas, todavía necesitamos aprender cómo ofrecerlas. Necesitamos aprender cómo ofrecer a Cristo en calidad de holocausto, ofrenda de harina, ofrenda de paz, ofrenda por el pecado, ofrenda por las transgresiones, ofrenda mecida y ofrenda elevada. Algunas porciones de la ofrenda las podemos disfrutar nosotros, algunas porciones tienen por finalidad que las disfrutemos con los demás santos y algunas porciones son para que Dios las disfrute. Cuando traemos nuestras ofrendas y las disfrutamos de esta manera, Dios es satisfecho, los demás son satisfechos y nosotros también somos satisfechos. En esto consiste nuestra adoración a Dios. La adoración que Dios desea consiste en que nosotros le ofrezcamos Cristo a Él.

Dios no desea que cantemos un himno de alabanza devotamente o que nos arrodillemos ante Él. Esto es un ritual religioso. Dios no lo desea. Lo que Dios desea de nosotros es Cristo. Cristo es nuestra buena tierra. Deberíamos laborar en Él regularmente. Mientras laboremos en Cristo, tendremos experiencias de Cristo. Entonces cuando vengamos a una reunión, deberíamos traer nuestras experiencias de Cristo, que son el producto de la buena tierra, para que Dios lo disfrute, para que otros sean suministrados y para que nosotros seamos satisfechos. De este modo, disfrutamos a Cristo junto con otros delante de Dios, y también disfrutamos a Cristo juntamente con Dios. Así Dios tiene la adoración que Él desea.

(Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu, capítulo 13, por Witness Lee)