COMER A CRISTO PARA SER TRANSFORMADOS EN MATERIALES PRECIOSOS PARA EL EDIFICIO DE DIOS
Comiendo y disfrutando a Cristo, somos transformados. En el atrio no se encuentra el oro, sino el bronce y la plata. El bronce significa el juicio, y la plata significa la obra redentora de Dios. La redención proviene del juicio divino de Dios. Las columnas y las basas del atrio eran de bronce, pero los capiteles, las coronas de las columnas, estaban cubiertos de plata y las escarpias y las barras que unían eran de plata (Ex. 27:11; 38:19). Esto indica que la redención de Cristo proviene del justo juicio de Dios. Cristo sufrió el juicio de Dios en la cruz y de El procede nuestra redención. Las basas de las cuarenta y ocho tablas del tabernáculo también eran de plata. Estas cuarenta y ocho tablas eran de madera de acacia cubierta de oro.
Todos los muebles que estaban dentro del tabernáculo eran de oro o estaban cubiertos de oro. Esto significa que la naturaleza divina (el oro) es forjada en nuestro ser cuando comemos a Cristo, cuando le disfrutamos como un banquete. Al comerle, seremos mezclados con Dios, y esta mezcla nos transforma. Si queremos disfrutar al Señor más y más, tenemos que aprender a comerle, a disfrutarle como un rico banquete. Todo gira en esto. Si sabemos comerle, o sea disfrutarle como un banquete, seremos transformados en materiales preciosos para ser edificados como el templo (1 Co. 3:12), como la casa del Señor, y dentro de esta casa disfrutaremos al Señor de manera mucho más rica. Al comer al Señor y al ser transformados por El, disfrutaremos la grosura de Su casa. Le disfrutaremos al máximo.
Necesitamos una visión para poder ver que toda la Biblia nos presenta un cuadro mostrándonos que Dios es el árbol de la vida que sirve como alimento para nosotros. Es por esto que el árbol de la vida está al principio de la Biblia y al final de la Biblia (Gn. 2:9; Ap. 22:2, 14). Entre estos dos extremos de la Biblia hay muchos relatos negativos con respecto al pueblo del Señor, y cómo experimentaron muchas distracciones y estorbos, los cuales impidieron que disfrutaran a Dios como el árbol de la vida. Todas las historias positivas de la Biblia nos dan un cuadro del pueblo escogido de Dios disfrutando a Dios como el árbol de la vida en diferentes aspectos. El árbol de la vida cambió de forma y se convirtió en un cordero por causa de la caída. Ahora tenemos que disfrutarle como el Cordero redentor. Después de disfrutarle en Su aspecto redentor, inmediatamente tenemos que disfrutarle como el Cordero que alimenta e imparte energía. Debemos aprender a disfrutar al Señor comiéndole. Comer al Señor nos volverá del atrio al Lugar Santo. Al comerle seremos transformados en materiales preciosos para ser edificados con otros para el edificio de Dios (1 P. 2:5). Entonces habrá una casa, un templo, para el descanso del Señor, y en este templo disfrutaremos al Señor de manera plena. Así que, el propósito de Dios se cumplirá. Finalmente, la casa, el templo, será agrandada y llegará a ser una ciudad, la cual es la máxima consumación de la intención eterna de Dios. La intención de Dios se lleva a cabo al comerle nosotros. Todos debemos aprender a comer al Señor, a disfrutarle como rico banquete.
El Señor Jesús llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). El es el Espíritu que da vida (2 Co. 3:6; Jn. 6:63). Podemos recibir esta vida al alimentarnos de El en el espíritu. Tenemos que aprender a ejercitar nuestro espíritu para ponernos en contacto con el Señor. Es por esto que el apóstol Pablo, al despedirse, dijo en 2 Timoteo 4:22: “El Señor sea con vuestro espíritu”. El Señor Jesús es el Espíritu vivificante y está con nuestro espíritu. Debemos aprender a ejercitar nuestro espíritu para alimentarnos de El, disfrutarle como un rico banquete y comerle. Si le disfrutamos comiéndole, esto nos volverá del exterior de la casa del Señor al interior y nos transformará de pedazos de barro a piedras preciosas, buenas para el edificio de Dios.
(
Arbol de la vida, El, capítulo 6, por Witness Lee)