DEBEMOS ACUDIR AL SEÑOR
PIDIENDO SER POBRES EN ESPIRITU
Además de acudir al Señor y dejar que El obre en nosotros para hacernos puros de corazón, necesitamos profundizarnos más para ser los que son pobres en espíritu. Puede ser que nuestro espíritu no esté vacío y así no hay lugar para que el Señor deposite algo más en nosotros. Según Mateo 5 tenemos que resolver primero los problemas de nuestro espíritu. La primera condición de las nueve bendiciones de Mateo 5 es ser pobre en espíritu. Debemos orar: “Oh Señor, vacíame. Vacía mi espíritu quitando todo lo que no sea Tú. Incluso remueve todas las viejas experiencias de Ti.” No debemos estar llenos de nuestras viejas experiencias de Cristo. Nuestras viejas experiencias de El pueden impedir que experimentemos a Cristo de modo nuevo, fresco y actual. Nuestro espíritu tiene que desprenderse. Esto es la verdadera humildad. Es posible que alguien sea humilde por fuera, y al mismo tiempo ser orgulloso en su espíritu. La verdadera humildad es un asunto del espíritu. Es por esto que Pedro nos dice que necesitamos un espíritu manso y sosegado. La verdadera mansedumbre se tiene en el espíritu. Una persona puede ser tranquila por fuera pero, al mismo tiempo, tener muchas opiniones en su interior.
Día por día, tenemos que aprender cómo acudir al Señor y dejar que El nos haga pobres en espíritu al desprender nuestro espíritu y remover de él todo lo que hemos aprendido en el pasado y todas las viejas experiencias. Si nuestro corazón no está abierto, el Señor no puede dispensarse en nosotros. Si nuestro espíritu está lleno, tampoco puede impartir algo fresco de Sí mismo en nuestro ser. Debemos ser pobres en espíritu y puros de corazón. Necesitamos pedir al Señor que desprenda nuestro espíritu y resuelva los problemas de nuestro corazón. Entonces el Señor podrá obrar en nosotros y habrá bastante espacio en nuestro ser que El puede llenar.
(Arbol de la vida, El, capítulo 13, por Witness Lee)