Arbol de la vida, El, por Witness Lee

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LA VIDA CRISTIANA ES UNA VIDA DE GOZO

El comienzo de la vida cristiana: una fiesta de bodas

Mateo 22:2 dice: “El reino de los cielos ha venido a ser semejante a un rey que hizo fiesta de bodas para su hijo”. La predicación correcta del evangelio es invitar a la gente a una fiesta de bodas. El Cristo inescrutablemente rico es un banquete preparado por Dios para ser el disfrute del hombre. El evangelio es una fiesta de bodas. Cuando predicamos el evangelio, llamando a la gente, invitándola, esto es como si les invitamos a un banquete, y no sólo a arrepentirse con lágrimas. El Señor posiblemente diría a estos pecadores lastimosos: “No lloréis, sino regocijaos. Venís a un banquete. Habéis venido para disfrutarme a Mí”. Los pecadores han venido para disfrutar el árbol de la vida. Tal vez hayamos sido salvos hace muchos años, pero es posible que no lo hayamos comprendido de esta manera. Cuando acudimos al Señor Jesús, vamos a disfrutarle como rico banquete. Vamos a participar de un banquete. El comienzo de la vida cristiana es el disfrute de una fiesta de bodas.

La continuación de la vida cristiana: la mesa del Señor

Después de ser salvos, día a día y semana tras semana participamos de la mesa. Dice en 1 Corintios 10:21: “No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios”. Después de ser salvos, tenemos que ir a la mesa del Señor continuamente, por lo menos una vez a la semana. Cada día del Señor nos acercamos a la mesa. Recordar al Señor de verdad es participar de El comiéndole y bebiéndole. Dice en 1 Corintios 11:24: “Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Esto es Mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de Mí”. Partimos el pan para poder comerlo (Mt. 26:26). Recordar al Señor de verdad es tomarle y comerle. No recordamos al Señor usando nuestra mente para pensar, considerar y meditar acerca del Señor; le recordamos ejercitando nuestro espíritu para alimentarnos de El. Dice a continuación 1 Corintios 11:25: “Esta copa es el nuevo pacto establecido en Mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis, en memoria de Mí”. De nuevo, recordar al Señor de verdad es comerle y beberle.

Al principio de la vida espiritual, llegamos a una fiesta de bodas. Luego, después de ser salvos, semana tras semana, tenemos que ir a una fiesta, un banquete, es decir, la mesa del Señor. En la mesa del Señor ejercitamos nuestro espíritu para comer y beber de El, una vez más testificando y proclamando a todo el universo que ésta es la manera en que vivimos por el Señor. Vivimos tomando a Cristo como nuestra comida y bebida. Vivimos comiéndole y bebiéndole. Esta es la verdadera memoria de El. La vida cristiana comenzó con una fiesta de bodas y continuará con la mesa del Señor hasta que El regrese (1 Co. 11:26).

La consumación de la vida cristiana: la cena de las bodas del Cordero

Apocalipsis 19:9 dice: “Y me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero”. Este es el momento del regreso del Señor. Cuando El regrese, los creyentes vencedores disfrutarán la cena de las bodas del Cordero. En la cena de bodas, los creyentes disfrutarán una porción especial de Cristo. Una fiesta de bodas no consiste de comida ordinaria, sino de una porción especial. En aquel entonces el Señor mismo será una porción especial que podremos disfrutar.

La vida cristiana comienza con una fiesta de bodas, continúa con la mesa del Señor semana tras semana hasta que El venga, y cuando regrese, habrá una cena de bodas. Toda la vida cristiana, desde el principio hasta el fin, consiste en gozar de un banquete. ¿Disfrutamos nosotros al Señor todo el tiempo en nuestra vida cristiana? ¿Disfrutamos la vida cristiana como un banquete continuo? La vida cristiana es un rico banquete. Comienza con un banquete, continúa con un banquete y concluye con un banquete. Disfrutaremos al Señor como rico banquete por toda la eternidad.

En vez de disfrutar al Señor comiéndole todo el día, es posible que nos esforcemos. Aun en el campo de batalla, el Señor adereza una mesa delante de nosotros en presencia de nuestros enemigos (Sal. 23:5). Mientras peleamos, disfrutamos de un rico banquete. Si no sabemos comer, nunca podremos pelear de manera adecuada. Sólo los que saben disfrutar al Señor como rico banquete, saben cómo pelear por el Señor. La vida cristiana es una vida de gozo. En 1958 yo estaba en unas conferencias en Dinamarca. Un día el hermano encargado dijo: “Hermano Lee, ¿se preocupa usted? Me parece que siempre está feliz. ¿Acaso no tiene usted problemas?” Sí, yo tengo problemas, pero mi secreto es éste: yo soy un cristiano que siempre goza del banquete. En mí mismo debo ser triste, pero en El hay un rico banquete. Tratemos de ser cristianos que siempre gozan de un rico banquete, y no los que se esfuerzan.

Necesitamos ver que la vida cristiana es una vida de banquetes. Somos destinados y ordenados para disfrutar al Señor comiéndole. Cuando yo era joven, mi pastor me dijo que fuimos destinados por Dios para sufrir. Eso me asustó. Más tarde en mi vida cristiana descubrí que todos nosotros tenemos que pasar por sufrimientos, pero somos destinados y ordenados por Dios a disfrutarle como un rico banquete. El comienzo de la vida cristiana es un banquete, la continuación de la vida cristiana es la mesa, y la consumación es el banquete eterno. Que el Señor nos muestre Su gracia para que podamos empezar a disfrutarle como rico banquete día a día. ¡Venga a la mesa! ¡Venga y coma!

(Arbol de la vida, El, capítulo 11, por Witness Lee)