LOS REQUISITOS DE LA GLORIA,
JUSTICIA Y SANTIDAD DE DIOS,
CUMPLIDOS POR LA MUERTE DE CRISTO
Génesis 3:22-24 dice: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”. Los querubines representan la gloria de Dios (He. 9:5). El requisito de la gloria de Dios le cierra al hombre caído el acceso al árbol de la vida. La espada representa el juicio realizado por la justicia de Dios. Tenemos que cumplir con la justicia de Dios; de otro modo, estamos bajo Su juicio. El fuego representa la santidad de Dios. Los requisitos de la gloria, justicia y santidad de Dios impidieron que el hombre caído obtuviera acceso al árbol de la vida. El acceso al árbol de la vida no podría abrírsele al hombre, sino hasta que estos requisitos se cumpliesen.
Hebreos 4:14-16 dice: “Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos la confesión. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo igual que nosotros, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para recibir misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. En estos versículos se encuentra a Cristo en calidad de Sumo Sacerdote ascendido a los cielos. En segundo lugar, este Cristo ascendido puede compadecerse de nuestras debilidades. Aunque El está en los cielos y nosotros estamos en esta tierra, El puede ser conmovido por nuestras debilidades. En tercer lugar, en el versículo 16 se nos manda a acercarnos al trono de la gracia. El versículo 14 nos dice que Cristo, quien está sentado en el trono de la gracia, está en los cielos. ¿Cómo, pues, podemos acercarnos al trono de la gracia en los cielos? Antes de resolver este problema, leamos los versículos 12 y 13 del capítulo cuatro: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en Su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y expuestas a los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta”. Hebreos 10:19-20 dice: “Así que, hermanos, teniendo firme confianza para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, entrada que El inauguró para nosotros como camino nuevo y vivo a través del velo, esto es, de Su carne”. Estos versículos nos afirman que tenemos firme confianza para entrar en el Lugar Santísimo. El trono de la gracia equivale al propiciatorio hallado en el Lugar Santísimo (Ex. 25:17, 21). Por tanto, acercarnos al trono de la gracia significa entrar en el Lugar Santísimo. Entramos en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por el camino nuevo y vivo.
Hemos visto que el árbol de la vida es simplemente Dios mismo en Su Trinidad presentado a nosotros. Pero debido a la caída del linaje humano, el hombre se volvió pecaminoso y el acceso al árbol de la vida fue cerrado. El hombre carecía de la gloria de Dios (Ro. 3:23). También el hombre estaba bajo la condenación de la justicia de Dios y estaba en contra de la santidad de Dios. Dios seguía deseando que el hombre le disfrutara como el árbol de la vida, pero Su gloria, Su justicia, y Su santidad no dejaban que el hombre caído se acercara al árbol de la vida. Ningún hombre caído puede pasar por lo siguiente: los querubines, la espada aniquiladora y el fuego ardiente. Si un hombre quiere comer del árbol de la vida, tiene que cumplir con los requisitos de la gloria, justicia y santidad de Dios.
Por un lado, la condición caída del hombre, el pecado del hombre, tiene que resolverse, debe quitarse. Por otro, es necesario que se satisfagan todos los requisitos de la gloria, justicia y santidad de Dios. De otro modo, no hay manera en que los seres humanos coman del árbol de la vida. ¿Dónde está el árbol de la vida? El árbol de la vida está en el Lugar Santísimo. ¿Cómo podría una persona pecaminosa pasar por el atrio, entrar en el Lugar Santo y pasar por el velo interior para entrar en el Lugar Santísimo y comer del árbol de la vida? En el altar del atrio, los sacrificios resolvieron el problema de la condición caída del hombre y de sus pecados. El altar tipifica la cruz de Cristo. En la cruz, no sólo fue resuelto el pecado, sino que también se rasgó el velo (He. 10:20). Este es el segundo velo (He. 9:3) que estaba dentro del tabernáculo y tipificaba la carne de Cristo. Cuando Su carne fue crucificada, este velo se rasgó (Mt. 27:51), dándonos así a nosotros los que estábamos excluidos de Dios, simbolizado por el árbol de la vida (Gn. 3:22-24), acceso al Lugar Santísimo a fin de que tengamos contacto con El y le tomemos como el árbol de la vida para nuestro disfrute. Cristo, el sacrificio eterno y todo-inclusivo, murió en la cruz, en el altar. El cumplió con todos los requisitos de la justicia de Dios, de Su santidad y de Su gloria. Por Su muerte, Cristo nos abrió el camino para que comiéramos a Dios, el árbol de la vida. Es por esto que Cristo nos dijo en Juan 14 que tenía que ir a preparar un lugar para nosotros.
El Evangelio de Juan nos dice que el Verbo quien era Dios se hizo carne (1:14), y éste es el Cristo, el Mesías (1:41), Aquel que es la vida (14:6), la luz (8:12), el alimento (6:35), la bebida (7:37-38), el aire (20:22), el pastor (10:11), la puerta (10:1), y muchas otras cosas. ¿Cómo podría ser Cristo tantas cosas para nosotros? Tenemos el pecado por dentro, y cometemos pecados por fuera. Si Cristo ha de impartirse en nosotros como tantas cosas, tiene que resolver el problema del pecado y de los pecados. La gloria, justicia y santidad de Dios no le permitirían que se impartiese a personas pecaminosas. Por consiguiente, Cristo tuvo que satisfacer los requisitos de la gloria, justicia y santidad de Dios por medio de Su muerte en la cruz.
(
Arbol de la vida, El, capítulo 9, por Witness Lee)