Arbol de la vida, El, por Witness Lee

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LA INTENCION DE DIOS ES MEZCLARSE CON NOSOTROS

En las Escrituras se revela un hecho maravilloso, misterioso y glorioso, a saber, que Dios quiere mezclarse con nosotros los seres humanos. Este hecho maravilloso, glorioso y misterioso es el pensamiento central revelado en las Escrituras. El árbol de la vida, el cual hemos de recibir como nuestro alimento, es el primer cuadro en las Escrituras que nos presenta la intención de Dios. El árbol de la vida tipifica al Dios Triuno —el Padre como fuente, el Hijo como cauce y el Espíritu como fluir— de quien podemos participar y tomar como alimento. El se nos presenta en forma de alimento para que nosotros le recibamos. Entonces será mezclado con nosotros. La mejor manera de permitir que algo se mezcle con nosotros es comerlo. Tenemos que comer pollo para que éste sea mezclado con nuestro ser. Cuando lo comemos, llega a ser parte de nuestro ser, nuestro mismo constituyente. Cuando comemos del Señor, quien es el árbol de la vida, El será uno con nosotros y se mezclará con nosotros.

Otro cuadro que encontramos en las Escrituras es el del cordero (Ex. 12:3-4; Jn. 1:29). La mayoría de los estudiantes de la Biblia sabe que el fin del cordero es redimir. Durante la Pascua, los hijos de Israel inmolaban el cordero, y la sangre del cordero era derramada para la redención de ellos. Bajo la cubierta de la sangre rociada del cordero, los hijos de Israel disfrutaban del cordero al comerlo; comían la carne del cordero. Al cabo de un rato, los hijos de Israel comían todo el cordero. La noche de la Pascua, cada casa tenía un cordero, pero en poco tiempo todos los corderos desaparecían. Llegaban a ser uno con los hijos de Israel. Esto muestra que el cordero fue mezclado con los hijos de Israel.

Hay dos cuadros presentados en 2 Corintios 3 que también muestran que el deseo del corazón de Dios consiste en que El se mezcle con nosotros. El versículo 3 de este capítulo dice: “Siendo manifiesto que sois carta de Cristo redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne”. El primer cuadro nos muestra que somos cartas de Cristo, escritas con el Espíritu del Dios vivo en nuestros corazones. Dice en 2 Corintios 3:18: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. El segundo cuadro, presentado en 2 Corintios 3, muestra que somos espejos y, como tales, miramos y reflejamos la gloria del Señor. Estos dos ejemplos muestran que Dios quiere mezclarse con nosotros.

(Arbol de la vida, El, capítulo 15, por Witness Lee)