Arbol de la vida, El, por Witness Lee

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EL CORAZON Y EL ESPIRITU

Queremos ver cómo resolver los problemas de nuestro corazón y de nuestro espíritu para experimentar el árbol de la vida. Hay muchas referencias al corazón y al espíritu en el Antiguo Testamento así como en el Nuevo. Necesitamos entender claramente la posición y la función del corazón y la diferencia que existe entre el corazón y el espíritu. Debemos volvernos a la Palabra pura para ver la diferencia que existe entre el corazón y el espíritu.

Ezequiel 36:26-27 nos muestra que el corazón es distinto del espíritu. El corazón y el espíritu no son términos sinónimos de la misma entidad, sino dos entidades diferentes. Estos versículos dicen: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros ... Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu”. El espíritu nuevo mencionado aquí no es el Espíritu Santo, porque en el versículo 27 hay otro Espíritu que será puesto en nosotros, en nuestro espíritu. El corazón humano difiere del espíritu humano. Es menester que los dos órganos de nuestro ser humano sean renovados.

Mateo 5:3 dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. El espíritu mencionado aquí es nuestro espíritu humano, y no el Espíritu Santo. Ser pobre en espíritu no significa que uno tiene un espíritu pobre. Ser pobre en espíritu significa tener el mejor espíritu. No solamente significa tener un espíritu humilde, sino también ser desprendidos en el espíritu, en lo profundo de nuestro ser, sin aferrarnos a las cosas viejas de la vieja dispensación, sino descargándonos de todo eso para recibir las cosas nuevas, las cosas del reino de los cielos. Nuestro espíritu tiene que desprenderse de muchas cosas. Los seres humanos están llenos de muchas cosas en su espíritu. Ya que nos hemos vuelto al Señor, tenemos que vaciar nuestro espíritu para ser pobres en espíritu. Mateo 5:8 dice: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios”. Si el corazón fuese sinónimo del espíritu humano, no habría sido necesario que el Señor diera las dos bendiciones diferentes de Mateo 5. Nuestro corazón tiene que ser puro y nuestro espíritu desprendido. Un corazón puro y un espíritu vacío son las dos condiciones principales para las nueve bendiciones que el Señor pronunció en Mateo 5.

Hebreos 4:12 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. El alma y el espíritu son dos entidades diferentes así como son las coyunturas y los tuétanos. El corazón también es otra entidad. El corazón tiene pensamientos e intenciones. De nuevo vemos que hay una distinción entre el corazón y el espíritu. Nuestro espíritu es el órgano con el cual tocamos a Dios (Jn. 4:24), mientras que nuestro corazón es el órgano con el cual amamos a Dios (Mr. 12:30). Nuestro espíritu toca, recibe, contiene y experimenta a Dios. Sin embargo, requiere que nuestro corazón primero ame a Dios. En nuestro corazón tenemos la mente con los pensamientos y también la voluntad con las intenciones.

Romanos 1:9 afirma: “Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de Su Hijo”. Romanos 7:6 nos dice que “sirvamos en la novedad del espíritu”. Servimos al Señor en el espíritu. Amamos al Señor con nuestro corazón. El corazón tiene como fin amar, y el fin del espíritu es servir. Debemos servir en novedad de espíritu y no en la vejez de la letra.

(Arbol de la vida, El, capítulo 13, por Witness Lee)