LA PLENITUD DEL DISFRUTE DEL SEÑOR
Junto con todas las ofrendas tenemos el tabernáculo, y con el tabernáculo viene el sacerdocio. Finalmente, en el Antiguo Testamento, la consumación es el templo. Muchos no tienen el concepto correcto en cuanto al templo. Tal vez pensamos que el templo sólo es algo para Dios, que es simplemente la morada de Dios. Pero debemos entender que el templo de Dios, la casa de Dios, no sólo es para Dios sino también para nosotros. El templo es la máxima expresión de Dios mismo como nuestro disfrute. Dios como templo llega a ser nuestra morada. Esto corresponde con lo narrado en el Evangelio de Juan. En Juan 15 el Señor nos manda a permanecer en El (v. 5), lo cual indica que El es nuestra morada. En Juan 14 el Señor Jesús dice que en la casa de Su padre hay muchas moradas y que El iba a preparar un lugar para nosotros. Juan 14 y 15 también revelan que somos las moradas del Señor y que el Señor mismo es nuestra morada. Juan 15:4a dice: “Permaneced en Mí y Yo en vosotros”. El Señor y nosotros permanecemos el uno en el otro mutuamente; ésta es una morada mutua.
La intención de Dios es hacerse nuestro disfrute en muchos aspectos para poder forjarse en nuestro ser a fin de que seamos totalmente unidos a El y mezclados con El. Los tipos, las figuras y las sombras del Antiguo Testamento proveen un cuadro claro mostrándonos que la intención de Dios es presentarse a nosotros como nuestro disfrute. Necesitamos aprender a disfrutarle. Debemos disfrutarle como nuestra vida, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestra luz, nuestro aire, nuestra morada, y como nuestro todo. Salmos 90:1 dice: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación”. El Señor no sólo es nuestra vida, nuestro alimento, nuestra bebida, luz y aire, sino que también es nuestra morada. Tenemos que morar en El. Disfrutarle a El en tantos aspectos depende de que comprendamos que el Señor es el árbol de la vida. La casa del Señor es la máxima expresión del árbol de la vida y el máximo disfrute de lo que el Señor es para nosotros.
En el salmo 23 hay cinco pasos de la experiencia de ser pastoreado por el Señor: los pastos verdes (v. 2), las sendas de justicia (v. 3), el valle de la sombra de la muerte (v. 4), el campo de la batalla (v. 5), y morar en la casa del Señor para siempre (v. 6). El versículo 6 describe la plenitud del disfrute del Señor: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”. La plenitud del disfrute del Señor es disfrutarle a El como la morada.
En el Evangelio de Juan el Señor Jesús se revela primero como el tabernáculo (1:14) y luego como el templo (2:19-21). El mismo es el templo, la casa del Señor. Morar en la casa del Señor significa disfrutar al Señor al máximo. El salmo 23 nos muestra que somos las ovejas que el Señor pastorea y hemos de disfrutarle en muchos aspectos, tales como los pastos verdes, las sendas de justicia y finalmente como la morada, el templo de Dios.
(Arbol de la vida, El, capítulo 4, por Witness Lee)