Arbol de la vida, El, por Witness Lee

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DEBEMOS COMER AL SEÑOR PARA SER MEZCLADOS CON EL A FIN DE QUE SE EDIFIQUE LA IGLESIA

En el último capítulo de Ezequiel hay una ciudad cuadrada que tiene tres puertas en cada lado (48:30-35). Tres por cuatro equivale a doce. Tres se refiere al Dios Triuno y cuatro a las criaturas, como por ejemplo los cuatro seres vivientes. En el edificio de Dios tenemos el número tres. El primer edificio de Dios fue el arca de Noé. El arca tenía tres pisos, los cuales simbolizan a Dios Padre, a Dios el Hijo y a Dios el Espíritu. El edificio de Dios siempre contiene el número tres porque el Dios Triuno está allí. Tres más cuatro significa que Dios se añade al hombre. Al principio del libro de Apocalipsis hay siete iglesias; siete equivale a tres y cuatro. Pero el número consumado en la Nueva Jerusalén es doce, el cual representa a Dios multiplicándose con el hombre, Dios mezclándose con el hombre. La adición llega a ser la multiplicación. Por consiguiente, el resultado del libro de Ezequiel es el número doce, la mezcla del Dios Triuno con el hombre creado. Al final de Apocalipsis se ve lo mismo: una ciudad cuadrada con tres puertas en cada lado, lo cual representa al Dios Triuno mezclado con el hombre. Esta mezcla sólo puede llevarse a cabo cuando comemos. Muchos huevos americanos han sido mezclados con algunos de nosotros porque los hemos comido. Tenemos que aprender a comer al Señor para ser mezclados con El.

Es por esto que el Señor Jesús, en Sus últimas siete epístolas a las iglesias en el libro de Apocalipsis, nos dijo claramente que al que venza El le dará a comer del árbol de la vida, el cual es el propio Dios Triuno para nuestro disfrute. El también le promete al vencedor que le dará a comer del maná escondido. Cuando la iglesia es muy mundana y aun casada con el mundo así como la iglesia en Pérgamo, el Señor dará a los vencedores el maná escondido, el maná privado, el cual es El mismo. Finalmente en estas siete epístolas, el Señor Jesús nos dijo que si tenemos oído para oír Su voz y si abrimos la puerta, El entrará no para enseñarnos sino para cenar con nosotros, disfrutar un rico banquete con nosotros, a fin de que le disfrutemos y El nos disfrute a nosotros.

La vida de iglesia es el disfrute del árbol de la vida, el maná escondido y el banquete divino. Disfrutamos un rico banquete con el Señor y permitimos que El lo disfrute también. Al comer así, al mezclarnos así, la edificación de la casa de Dios será realizada. Aquí tenemos el camino de la vida de iglesia. La vida de iglesia no es algo producido por el poder organizador, por las enseñanzas ni por los dones, sino al comer nosotros del Señor, quien es el árbol de la vida, el maná escondido y el rico banquete.

(Arbol de la vida, El, capítulo 8, por Witness Lee)