Base para la obra edificadora de Dios, La, por Witness Lee

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EL PENSAMIENTO CENTRAL DEL ÚLTIMO MENSAJE Y ORACIÓN DEL SEÑOR ES LA UNIDAD ENTRE DIOS Y EL HOMBRE Y LA MORADA MUTUA DE DIOS Y EL HOMBRE

Hemos terminado de leer Juan 14, 15, 16 y 17. Ahora quisiera hacer una breve pausa y pedirles, hermanos y hermanas, que consideren lo siguiente. En estos cuatro capítulos, ¿se hace hincapié en que el Señor nos lleve a nosotros, los que hemos sido salvos, de la tierra al cielo? ¿Se encuentra ese pensamiento? En estos cuatro capítulos, ¿encuentran ustedes el concepto de que la intención del Señor es salvarnos a nosotros, quienes estamos en la tierra, y llevarnos al cielo? La respuesta claramente es no. Estos cuatro capítulos nos hablan de que el Señor se fue por medio de la muerte y la resurrección para salvarnos a nosotros, quienes estábamos fuera de Dios, e introducirnos en Dios, es decir, para salvarnos a nosotros, quienes no teníamos nada que ver con Dios, al punto en que no sólo tengamos una relación con Dios, sino que incluso entremos en Dios. Les digo una vez más que Su encarnación tenía por finalidad introducir a Dios en el hombre. Cuando Él se encarnó, en ese momento hubo una persona en la tierra que tenía a Dios en Su interior. Pero si Él no hubiese pasado por la muerte y la resurrección, el hombre no podría estar en Dios, puesto que aún no habría entrado en Dios. Es por esta razón que antes de Juan 14 no podemos encontrar ningún versículo en el que el Señor les dijera a Sus discípulos: “Vosotros estáis en Mí” o “Yo estoy en vosotros”. En el mejor de los casos, sólo encontramos versículos que dicen que el Señor estaba entre los discípulos. Es sólo después de haber dicho: “Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez, y os tomaré a Mí mismo” (14:3), que Él pudo decir: “Vosotros estáis en Mí” y “Yo estoy en vosotros”. No olviden 14:20, que dice: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”.

Espero que los hermanos y hermanas jóvenes puedan tomarse el tiempo para contar cuántas veces se repite en Juan 14, 15, 16 y 17 la preposición en. Tan sólo en la última frase de la oración de conclusión de Juan 17, que dice: “Para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y Yo en ellos”, la preposición en aparece dos veces. Ustedes deben ver que el pensamiento central en el mensaje del Señor y en Su oración de conclusión es que un grupo de personas que pertenecen a Él —a quienes Dios escogió antes de la fundación del mundo, a quienes Dios apartó del mundo, a quienes Dios desea usar para edificar Su morada— estaban fuera de Dios y ajenas a Dios, y no habían entrado en Dios para ser edificadas con Dios. Por esta razón, Él tenía que morir en la cruz y así poner fin a los pecados de ellos, su carne, su enemigo y el mundo que se hallaba en ellos, para así abrir un camino a fin de que ellos pudiesen entrar en Dios y vivir en Dios. Eso es lo que significa que Él fuera a preparar un lugar para ellos. Una vez que Él hubiese preparado el lugar de esa manera, regresaría, esto es, resucitaría y vendría no sólo para estar entre ellos, sino también para entrar en ellos, de modo que pudiesen recibir la vida de Dios. De esta manera, Él los introduciría en Dios para que se unieran a Dios como una sola entidad. Entonces ellos recibirían la vida eterna de Dios, conocerían quién es Dios, recibirían la palabra de Dios, y de ese modo se separarían del mundo. Más aún, ellos vivirían plenamente en Dios, disfrutarían de la gloria de Dios y llegarían a ser una sola entidad con Dios. Éste es el templo que el Señor edificó después que resucitó y ascendió al cielo. Este templo es edificado con la vida de resurrección en la resurrección del Señor.

(Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 4, por Witness Lee)