Base para la obra edificadora de Dios, La, por Witness Lee

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PALABRAS DE CONCLUSIÓN

Es imprescindible ver que la morada que Dios nos ha preparado en la salvación que Él efectúa no está en el cielo. La morada que Dios nos ha preparado es Dios mismo. Dios desea salvarnos para introducirnos en Él mismo, de modo que le tomemos como nuestra morada. A diferencia del cristianismo degradado y deformado de hoy, Dios no le da mayor importancia a una mansión celestial. En el texto original de la Biblia, tenemos cielo, y no “mansión celestial”. En la versión de la Biblia en chino, la frase mansión celestial se menciona dos veces, una vez en Hebreos 9:24 y otra vez en 1 Pedro 3:22. En ambos lugares el texto original dice “cielo”. El cielo se menciona muchísimas veces en las Escrituras, pero no sé por qué los traductores de la versión de la Biblia en chino tradujeron esta palabra “mansión celestial” en estos dos pasajes específicos. La frase mansión celestial es una expresión que se usa en el budismo. En las santas Escrituras sólo tenemos el cielo, que es el tercer cielo, la morada actual de Dios. Un día todos los creyentes que han muerto serán resucitados, y los que aún viven serán transfigurados, y todos ellos serán revestidos de un cuerpo glorioso y estarán con el Señor. Después, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo, y Dios morará con nosotros en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén será la morada eterna de Dios y nosotros.

Esto es un asunto misterioso que no podemos comprender cabalmente. Nuestra morada es Dios mismo, y la morada de Dios son los salvos. Si ustedes leen Apocalipsis 21, verán que una ciudad está allí, pero no vemos a las personas que moran en ella, porque los moradores son la ciudad misma. Pedro es uno de los cimientos, y también lo es Juan. Los doce apóstoles son los doce cimientos. Por lo tanto, ustedes pueden ver que los que moran en la ciudad son la ciudad misma. Dios es nuestra morada, y nosotros también somos Su morada.

Que Dios tenga misericordia de nosotros para que veamos que el deseo de Dios es salvarnos para introducirnos en Él mismo a fin de que le tomemos como nuestra morada. Al mismo tiempo, Dios también desea morar en nosotros y tomarnos como Su morada eterna. Por consiguiente, ya sea que estemos en esta tierra o en el Paraíso, eso es algo temporal. Así como la tierra es un lugar donde peregrinamos, del mismo modo, el Paraíso en el Hades es un lugar donde recibimos consuelo temporalmente. Incluso el día en el que seamos revestidos de un cuerpo glorioso y seamos arrebatados a los aires, será pasajero. Nuestra morada eterna es la Nueva Jerusalén, la cual es producida mediante la mezcla de Dios y el hombre.

(Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 6, por Witness Lee)