LA MORADA DEL SEÑOR ES
UN GRUPO DE PERSONAS QUE CREEN EN EL SEÑOR
Y LE AMAN
Prosigamos leyendo los versículos del 21 al 23 del capítulo 14: “El que tiene Mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por Mi Padre, y Yo le amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. La palabra traducida “morada” aquí y “moradas” en el versículo 2 —“En la casa de Mi Padre muchas moradas hay”— son la misma palabra griega. En el versículo 2 está en plural, mientras que aquí está en singular. Así que, al llegar aquí ustedes pueden comprender que las moradas mencionadas en el versículo 2 se refieren a un grupo de personas que aman al Señor, tienen comunión con el Señor y viven en el Señor, y a quienes el Señor se manifiesta, como vemos en los versículos del 21 al 23. Las moradas del versículo 2 no pueden referirse a otra entidad —el cielo— porque se mencionan nuevamente en el mismo capítulo de la Biblia y en el mismo mensaje dado por el Señor Jesús. Por lo tanto, podemos afirmar con certeza que las moradas no se refieren a un lugar, sino a personas. Las moradas son el grupo de personas que creen en el Señor, aman al Señor, tienen comunión con el Señor, viven en el Señor y permiten que el Señor se manifieste a ellas y more junto con ellas. Este grupo de personas equivale a las muchas moradas de la casa del Padre.
Prosigamos nuestra lectura. “Respondió Jesús y le dijo: [...] El que no me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que habéis oído no es Mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas mientras permanezco con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que Yo os he dicho. La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Habéis oído que Yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. [Ésta es la tercera vez que el Señor dijo que Su ida era Su venida]. Si me amarais, os habríais regocijado, porque voy al Padre; porque el Padre mayor es que Yo. Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis” (vs. 23-29).
Hermanos y hermanas, permítanme preguntarles, según el contexto, ¿qué era lo que sucedería cuando el Señor dijo: “Para que cuando suceda, creáis”? ¿Será que el Señor iba a ascender al cielo? No, si ustedes leen del capítulo 14 al capítulo 20, verán que el Señor se estaba refiriendo a que sería resucitado de los muertos para introducir al hombre en Dios y para introducirse a Sí mismo en el hombre. Cuando esto sucediera, los discípulos creerían.
Leamos ahora los versículos 30 y 31: “No hablaré ya mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en Mí. Mas esto es para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí”.
(Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 3, por Witness Lee)