SE DA UN GRAN GIRO EN LA BIBLIA
En este mensaje daremos un gran giro. Hemos dado un giro del pacto de Abraham al pacto de la ley, y luego otro giro del pacto de la ley al nuevo pacto, mostrando que el nuevo pacto es la continuación del pacto de Abraham. Esto sólo fue un pequeño giro. Ahora daremos un gran giro. Quisiera presentárselos lo más sencillo posible, así que lo haré punto por punto.
El primer punto es que el Señor se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros. El Señor en la carne era un tabernáculo. Desde la perspectiva de Dios, la encarnación del Señor era Su venida a la tierra para levantar un tabernáculo, a fin de tener una morada.
En segundo lugar, ¿con qué propósito vino el Señor encarnado a la tierra? La Biblia dice que Él vino para ser el Novio y casarse con Su novia. El Evangelio de Juan nos muestra que cuando Juan el Bautista estaba en la tierra, sus discípulos vieron que muchos de los que lo seguían, habían empezado a seguir al Señor Jesús, así que, indignados por esto, fueron a decírselo a Juan. Entonces él les dijo: “El que tiene la novia, es el novio” (3:29a). El significado de esto era: “Yo no soy el novio. No tengo la novia. Él tiene la novia. Está bien que la gente lo siga a Él; ellos no deben seguirme a mí. Yo apenas soy el amigo del novio. Estoy aquí, y viéndolo, me regocijo” (vs. 26-29). Sabemos que Juan el Bautista testificó dos veces acerca del Señor Jesús. Una vez dijo: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (1:29). En la otra ocasión dijo: “El que tiene la novia, es el novio”. El Señor se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, y esta Persona era el Novio que venía por la novia.
¿Quién es la novia, y cuándo se casará con ella el Señor? Para ello debemos remitirnos al libro de Apocalipsis. Juan no sólo escribió el Evangelio de Juan y las Epístolas de Juan, sino también el Apocalipsis. Si ustedes no encuentran las respuestas después de leer su evangelio y sus epístolas, deben proseguir a leer su libro de Apocalipsis. Podemos encontrar una pequeña pista cuando llegamos a Apocalipsis 19. Allí encontramos esta declaración: “Han llegado las bodas del Cordero” (v. 7). Ésta es una historia de un matrimonio: el Cordero va a casarse. Al comienzo de su evangelio, Juan habla del Cordero y del Novio, y ahora en Apocalipsis dice que han llegado las bodas del Cordero. Esto significa que el Cordero como Novio se casa con la novia.
¿Con quién se casa? Apocalipsis 19 dice que la novia está vestida de lino fino, limpio y resplandeciente, que es las acciones justas de los santos (v. 8). Esto nos permite entender que la novia con quien Él se casa está compuesta de los santos redimidos por Dios. Esto todavía no es lo suficientemente claro. Cuando llegan al capítulo 21, ven que allí dice: “Vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido” (v. 2). Luego dice que la ciudad que descendía del cielo es el tabernáculo de Dios con los hombres (v. 3). Así que se puede ver que la novia, la esposa, del Cordero es una ciudad. La Nueva Jerusalén es la novia, la esposa, del Cordero.
Hermanos y hermanas, ¿quién es la novia? Por un lado, puesto que la novia es una ciudad, ella es una persona corporativa compuesta de todos los que son salvos, de todos los santos. Por otro lado, esta novia también es el tabernáculo de Dios edificado entre los hombres, que en principio es igual al tabernáculo que Dios levantó en Su encarnación. Presten atención al giro que se da aquí. No es meramente un giro pequeño, sino un giro de trescientos sesenta grados, pues inicia con un tabernáculo erigido y termina con un tabernáculo erigido. Dios se hizo hombre y fijó tabernáculo entre los hombres. Este Dios que fija tabernáculo es el Novio, y la novia con quien se casa es una entidad compuesta de los que han sido salvos. Esta novia también es una ciudad, y esta ciudad es el tabernáculo que Dios ha levantado entre los hombres.
Puesto que esta ciudad desciende del cielo, la ciudad de la Nueva Jerusalén, la novia, es celestial. Hebreos 11 y 12 también hablan de esta ciudad. El capítulo 11 dice que en los tiempos del Antiguo Testamento, todos aquellos a quienes fue hecha la promesa, como Abraham, Isaac y Jacob, esperaban con anhelo esta ciudad (v. 16). ¿Por qué anhelaban ellos esta ciudad? Porque se sentían extranjeros en la tierra, personas que erraban sin un hogar. Aunque durante su vida Abraham sí tuvo un lugar donde vivir en la tierra, e igualmente Isaac y Jacob, conforme a su sentir, ellos eran solamente extranjeros y peregrinos en la tierra; la tierra no era su propia patria. Por lo tanto, ellos esperaban con anhelo la ciudad que tiene fundamentos. No sé si Abraham, Isaac o Jacob supieron cuál era esa ciudad, pero el Espíritu Santo les hizo sentir que ellos no tenían una morada en la tierra y que la tierra no era su propia patria. Ellos eran como extranjeros en la tierra, por lo que anhelaban una patria celestial, que es la ciudad cuyo Arquitecto y Constructor es Dios.
Ahora quisiera preguntarles a ustedes, hermanos y hermanas: ¿cuál era exactamente la ciudad que Abraham, Isaac y Jacob anhelaban? En su época ellos probablemente no entendieron esto claramente. Ellos simplemente sintieron que la tierra no era su morada, sino sólo un lugar donde vagaban y peregrinaban. Por lo tanto, ellos anhelaban una patria eterna, una patria celestial, cuyo Arquitecto y Constructor es Dios. Sin embargo, hoy nosotros somos los santos del Nuevo Testamento y hemos sido instruidos. Por lo tanto, debemos entender esto con mucha más claridad que ellos. Hoy en día sabemos que la ciudad que ellos anhelaban era la ciudad de la Nueva Jerusalén.
¿Cuál es entonces la ciudad de la Nueva Jerusalén? Ella es la novia, la esposa, del Cordero. ¿Qué es la novia, la esposa, del Cordero? Ella es un grupo de personas redimidas por el Señor, un grupo de personas que están mezcladas con Dios como una sola entidad y que llegan a ser el tabernáculo de Dios. ¿Cuál es este tabernáculo? Es el propio Dios que fijó tabernáculo entre los hombres al vestirse de humanidad, al entrar en la humanidad y al mezclarse con humanidad. Ésta es la patria que Abraham, Isaac y Jacob anhelaban, la cual es también su morada eterna. En un sentido Abraham, Isaac y Jacob no han entrado en ella, porque Hebreos 11 claramente dice: “Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron la promesa; porque Dios ha provisto algo mejor para nosotros [esto es, los que son salvos en la era del Nuevo Testamento], para que no fuesen ellos [esto es, los que fueron salvos en la era del Antiguo Testamento] perfeccionados aparte de nosotros” (vs. 39-40). Todas éstas son descripciones de un misterio espiritual que por ahora no podemos comprender plenamente con nuestra mente.
Al final de Apocalipsis se nos dice que la hora ha llegado, es decir, que la novia, la ciudad santa, ha llegado. La novia incluye a todos los que fueron salvos en el Antiguo Testamento y a todos los que son salvos en el Nuevo Testamento. Esto se nos da a entender por medio de las puertas y los cimientos de los muros de la Nueva Jerusalén, en los cuales están inscritos los nombres de los doce apóstoles del Nuevo Testamento, que representan a los que son salvos en la era del Nuevo Testamento, y los nombres de las doce tribus, que representan a los que fueron salvos en la era del Antiguo Testamento (21:12, 14). Por lo tanto, esta ciudad es una entidad compuesta de los que son salvos en estas dos eras: la era del Antiguo Testamento y la era del Nuevo Testamento. Esta ciudad es la novia, la esposa, del Cordero. Incluso hoy en día Dios aún no ha terminado de edificar esta ciudad, sino que todavía continúa edificándola.
Hemos dado aquí un gran giro. Espero que ustedes, hermanos y hermanas, recuerden este gran giro. Este gran giro establece un vínculo entre todo el Evangelio de Juan, el libro de Apocalipsis y Hebreos 11 y 12.
(
Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 5, por Witness Lee)