UNA CREENCIA COMÚN QUE ES EQUIVOCADA
Empezaremos a estudiar algunos pasajes de las Escrituras para ayudar a todos a conocer la verdad en cuanto al lugar adonde van los creyentes. En estos días hemos hecho mención del edificio de Dios, especialmente de la morada de Dios con los creyentes. Debido a esto, quisiéramos confrontar una creencia desacertada que existe en el cristianismo en cuanto al asunto de ir a una mansión celestial. El concepto de ir a una mansión celestial está firmemente arraigado en el catolicismo romano, incluso al grado de haberse convertido en una superstición extrema. Incluso en el protestantismo, el veneno de esta superstición del catolicismo todavía no ha sido completamente eliminado. Hasta el día de hoy, entre tantos hijos de Dios, todavía existe esta clase de concepto equivocado en cuanto a ir a una mansión celestial. Por lo tanto, siento que es necesario que nos reunamos para estudiar la Palabra en cuanto a este asunto.
Pero antes que empecemos a estudiar la Biblia, quisiera hablar un poco sobre la creencia general que impera en el cristianismo. Yo creo que todos los hermanos y hermanas saben que entre los cristianos ortodoxos existe la creencia común de que cuando muere una persona que ha creído en el Señor y ha sido salva, aunque su cuerpo se queda en la tierra, su espíritu va a una mansión celestial, al lugar donde están Dios y el Señor Jesús. Por esa razón, en un funeral cristiano el pastor o predicador por lo general dice algo así: “No se turben ni se aflijan. El Señor se ha llevado a esta persona. Este hermano se ha ido a una mansión celestial y está en la casa de Dios disfrutando de la bendición eterna con Dios. En ese lugar hay puertas de perla, muros de jaspe y calles de oro. El lugar donde él está es mucho mejor que cualquier otro lugar. Por lo tanto, debemos sentirnos contentos y regocijarnos por él. Un día nosotros también tomaremos el mismo camino e iremos a aquel hermoso lugar”.
Naturalmente, todo el que oye un mensaje así con palabras azucaradas tendrá una dulce sensación. Sin embargo, sabemos que las palabras engañosas casi siempre son agradables a nuestros oídos. El año pasado, cuando viajé al extranjero, leí las notas de un mensaje que dio un pastor en el funeral de una mujer muy anciana. Él decía repetidas veces que esa mujer se había ido a una mansión celestial. Mientras leía esto, me dije a mí mismo: “Eso es absurdo. Eso no es otra cosa que engañar a las personas. Afortunadamente, esa mujer anciana no puede regresar; pues si regresara, diría: ‘Eso es completamente falso. No estoy en una mansión celestial. Donde yo estoy, usted no lo sabe’”. Pareciera que estoy hablando de manera sarcástica, pero quiero que los hermanos y hermanas tengan una profunda impresión de que hoy en el cristianismo la enseñanza en cuanto a ir a una mansión celestial es equivocada.
(Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 6, por Witness Lee)