Base para la obra edificadora de Dios, La, por Witness Lee

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EL SEÑOR SE FUE PARA INTRODUCIRNOS EN DIOS

Como lo hicimos antes, leeremos ahora algunos versículos de Juan 14. El versículo 2 dice: “En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho”. Como ya hemos mencionado, los escritos de Juan no contienen el elemento del espacio ni del tiempo. Por lo tanto, al leerlos, debemos ir más allá del concepto de espacio y tiempo. Cuando Juan menciona el tiempo, se refiere, en principio, a la eternidad; y el espacio del cual habla es sencillamente Dios mismo. Los asuntos que él trata están todos en la eternidad y también en Dios. Por consiguiente, no debemos suponer que la casa del Padre aquí se refiere al cielo o a algún otro lugar. La casa del Padre mencionada aquí y en el capítulo 2 se refiere a la morada mutua de Dios y el hombre. En esta morada hay muchas moradas. Más tarde veremos a qué se refieren estas moradas.

“Voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (v. 2). En Juan 14 y 16 el Señor repetidas veces habla acerca de Su ida. La ida del Señor no se refiere a dejar la tierra y ascender a los cielos, sino a ir a la muerte. Les repito que en el Evangelio de Juan, vemos que el que el Señor se hiciera carne no equivalía simplemente a que Él viniera del cielo a la tierra, sino a que viniera de Dios al hombre. Su venida y Su ida no tenían que ver con un lugar, sino con una persona. En el Evangelio de Juan, en principio, no se menciona un lugar, sino únicamente una persona. Por lo tanto, Su encarnación tenía como fin introducir a Dios en el hombre, y Su muerte y resurrección tenían como fin introducir al hombre en Dios. En otras palabras, Su encarnación era Su venida, y Su muerte y resurrección eran Su ida.

Puesto que la ida del Señor no se refería a que dejara la tierra para ascender a los cielos, sino a Su muerte, el que se fuera a preparar un lugar para nosotros tampoco debe de referirse a que se fuera al cielo, sino a que entrara en Dios para preparar un lugar, es decir, a que fuera a Dios para abrir un camino para nosotros, por el cual resolvió los problemas y quitó las barreras que había entre nosotros y Dios a fin de que nosotros, quienes estábamos fuera de Dios y separados de Dios, pudiéramos entrar en Dios y unirnos a Dios. Es a esto que el Señor se refería cuando habló de ir a preparar un lugar.

Por consiguiente, ustedes pueden ver que las palabras del Señor aquí no contienen en absoluto el pensamiento del cielo. El Señor nunca quiso decir que iría al cielo a edificar una casa para nosotros, a preparar una morada para cada uno de nosotros, y que, después de prepararla, vendría de nuevo a tomarnos. Esto es completamente el pensamiento humano, y no la intención del Señor. La intención del Señor era que iba a sufrir la muerte, redimirnos de nuestros pecados, poner fin a la carne, derrotar a Satanás, poner fin al mundo, quitar todas las barreras, problemas y dificultades que había entre nosotros y Dios, y preparar un camino para que nosotros pudiéramos unirnos a Dios, entrar en Dios y morar en Dios, tomándole como nuestra morada. Esto es lo que el Señor quiso decir cuando habló de ir a preparar un lugar para nosotros. Esto nos muestra que la salvación de Dios no tiene como fin llevarnos al cielo, sino introducirnos en Él mismo, en Su Hijo. La salvación de Dios no nos traslada de la tierra al cielo, sino de nosotros mismos a Él.

Muchas veces no predicamos el evangelio acertadamente. Al predicar el evangelio, muchas veces le decimos a la gente: “Amigos, ¿saben adónde irán cuando mueran? ¿Saben dónde está su hogar eterno? Si no creen en el Señor Jesús, irán al infierno. Ustedes podrán ir al cielo únicamente si creen en Jesús”. Es absolutamente correcto decir que una persona que no cree en Jesús irá al lago de fuego. Pero es cuestionable decir que una persona que cree en Jesús irá al cielo.

Una vez yo estaba en cierto lugar dando un mensaje acerca de la edificación de la casa de Dios. En esa ocasión le pregunté a la audiencia: “Ustedes están muy familiarizados con la Biblia y han recibido mucha luz. Ahora quisiera retarlos a ustedes y también a todo el cristianismo. Díganme dónde la Biblia dice que los que creen en Jesús irán al cielo”. Después de esto añadí: “Sé que en su corazón dirán que en Juan 14, cuando el Señor Jesús dijo: ‘Voy, pues, a preparar lugar para vosotros’; el lugar que Él iba a preparar debe de ser el cielo”. Entonces les dije: “Por el momento dejemos de lado Juan 14, y reservemos este pasaje para más tarde. No obstante, yo les diría que en toda la Biblia no pueden encontrar ni un solo pasaje que diga que las personas van al cielo”.

Unos días más tarde, uno de los que escucharon este mensaje ese día nos invitó a cenar y a tener comunión. Después de la cena una hermana anciana que conocía muy bien la Biblia me preguntó: “Hermano Lee, ya que no lleva prisa, ¿podría hablarnos de Juan 14, el pasaje que hace unos días usted dijo que lo reserváramos para después?”. Le dije: “Sí, pero preferiría no simplemente hablar acerca de este capítulo; más bien, es mejor que lo leamos juntos”. Así que brevemente lo leímos juntos. Cuando llegamos a “en la casa de Mi Padre”, le pregunté: “En toda la Biblia, ¿a qué se refiere la casa de Dios o la casa del Padre?”. La hermana dijo: “En el Antiguo Testamento claramente se refiere al templo de Dios, y en el Nuevo Testamento claramente se refiere a la iglesia de Dios”. Luego le pregunté: “¿Y a qué se refiere la casa del Padre en Juan 14?”. Ella dijo: “Todos creen que se refiere al cielo”. Inmediatamente respondí: “Usted acaba de decir que en el Antiguo Testamento la casa de Dios se refiere al templo de Dios y que en el Nuevo Testamento se refiere a la iglesia. ¿Por qué solamente en Juan 14 la casa del Padre se refiere al cielo?”. Ella dijo: “Eso es lo que todo el mundo dice, así que pienso que tal vez es así”. Le dije: “¿Por qué el pensamiento que usted sostiene al respecto no concuerda con lo que revelan el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento? Ni el Antiguo Testamento ni el Nuevo Testamento dicen que la casa de Dios es el cielo”.

Después de leer un poco más, le pregunté: “El Señor Jesús dijo: ‘Voy, pues, a preparar lugar para vosotros’. ¿Qué quiso el Señor decir con la palabra voy?”. Ella dijo: “Eso ciertamente significa que el Señor iba a dejar la tierra y ascender a los cielos”. Le pregunté: “¿Qué significa la frase preparar lugar?”. Ella dijo: “Todos dicen que eso significa que el Señor iba a ir al cielo para edificarnos cuartos”. Así que, tuve que seguir leyendo con ella poco a poco. Me costó mucho trabajo ayudarle a ver que la ida del Señor se refería a Su muerte, y que el hecho de que se fuera a preparar un lugar significaba que Él se iba para resolver los problemas que había entre nosotros y Dios, a fin de preparar un camino para que nosotros pudiéramos estar conectados con Dios, unirnos a Dios y morar en Dios. Por lo tanto, ciertamente el Señor no fue a preparar lugar para nosotros a fin de que nosotros pudiéramos ir al cielo, sino a fin de que entráramos en Dios.

(Base para la obra edificadora de Dios, La, capítulo 3, por Witness Lee)