V. EL SENTIR DE PAZ
El espíritu de vida en nosotros no sólo es el lugar donde el Espíritu de Dios y la vida de Dios moran, sino que también es el lugar donde se encuentra el nuevo hombre. Además, el espíritu en nosotros, el espíritu mezclado con la vida de Dios, también es el nuevo hombre dentro de nosotros. Si en nuestros hechos y comportamiento exteriores prestamos atención al espíritu de vida en nosotros, entonces estamos viviendo según el nuevo hombre espiritual que está en nosotros. De esta manera nuestro hombre interior y nuestras acciones exteriores corresponden uno a otro; como consecuencia, nos sentimos naturales y tranquilos. Podemos decir que esta consciencia de ser naturales y tranquilos es el resultado producido por el sentir de la ley del espíritu de vida. Si nos ocupamos del espíritu de vida dentro de nosotros, espontáneamente andamos y vivimos conforme a la ley del espíritu de vida que está en nosotros. Esto nos hace sentir naturales desde nuestro interior y nos da este sentir de paz. Este sentir de paz y el sentir de vida van juntos, mano a mano. El sentir de vida es fresco y viviente; el sentir de paz es natural y hace que nos sintamos a gusto. El sentir de vida es satisfacción y vigor en plenitud; el sentir de paz es descanso y bienestar. Si nos ocupamos del espíritu, y andamos y vivimos por el espíritu, no sólo tendremos el sentir de vida, es decir, no sólo nos sentiremos frescos, vivos, satisfechos y vigorosos, sino que también tendremos el sentir de paz, es decir, nos sentiremos naturales, tranquilos, cómodos y a gusto. Tal sentir también es el sentir del espíritu. Cuando tenemos ese sentir, podemos saber que estamos viviendo en el espíritu. Cuando seguimos ese sentir, seguimos el sentir del espíritu, lo cual significa que seguimos al espíritu. Tal sentir nos ayuda a conocer el espíritu y a reconocerlo. Cuanto más andamos conforme al espíritu y vivimos en el espíritu, más rico y profundo llega a ser este sentir dentro de nosotros.
(Conocimiento de la vida, El, capítulo 7, por Witness Lee)