III. LA FUNCION DEL SENTIR DE VIDA
Entonces, ¿cuál es la función o uso de este sentir de vida? Nos hace saber continuamente dónde estamos viviendo. ¿Vivimos en la vida natural o en la vida del Espíritu? ¿Vivimos en la carne o en el espíritu? Esto es lo que el sentir de vida nos da a conocer continuamente, y es por esto que lo tenemos. Así que, el sentir de vida en nosotros nos guía y nos prueba. Si lo seguimos, seguimos la guía que Dios nos da, y a la vez, recibimos una confirmación en cuanto a dónde estamos viviendo.
Ahora vamos a aplicar lo que hemos dicho. La sensación de muerte nos hace saber que no estamos viviendo en el espíritu sino en la carne. Cuando tenemos el sentir de muerte, debemos entender que no estamos en el espíritu sino en la carne. El sentir de muerte incluye debilidad, vacío, depresión, oscuridad y dolor. Tener tales sensaciones significa que el sentir de vida en nosotros está indicando que ya estamos mal, que ya no estamos viviendo en el espíritu, sino en la carne.
Entonces, ¿qué impresión nos da el sentir de vida para que sepamos que estamos en una relación correcta con Dios y que estamos viviendo en el espíritu? Nos da una sensación de vida y paz, o, en otras palabras, nos hace sentir fuertes, satisfechos, vivos, resplandecientes y a gusto. Cuando por dentro nos sentimos fuertes, satisfechos, vivos, resplandecientes y a gusto, tenemos evidencia interior de que ante Dios estamos bien y de que estamos viviendo en el espíritu.
Por lo tanto, el sentir interior de vida tiene una gran función. Está allí guiándonos continuamente, dándonos a conocer dónde debemos vivir; y continuamente nos muestra dónde estamos viviendo ahora. Es este sentir lo que nos lleva adelante en vida; es también este sentir lo que continuamente comprueba y revela nuestra verdadera condición en vida. Por consiguiente, es nuestra guía y testimonio interior. Cada vez que nos hace sentir vida y paz, demuestra que en cuanto a vida, no tenemos problemas. Cada vez que nos hace sentir faltos de vida y paz, demuestra que tenemos algún problema en cuanto a la vida.
Tal vez usted diga que no tiene el sentir interior de vida y paz y que tampoco tiene el sentir de que le falta vida y paz; que no se siente fuerte, satisfecho, vivo, resplandeciente ni a gusto y tampoco tiene el sentir de que le hace falta la fuerza, la satisfacción, la vida, la luz y la comodidad. Esta condición demuestra que usted tiene algún problema. Ciertamente debemos tener el sentir de vida y paz. Interiormente debemos sentirnos fuertes, satisfechos, vivos, resplandecientes, a gusto y tranquilos; entonces todo está bien. Aunque a veces Dios quiere sacarnos de nuestros sentimientos y hacernos entrar, por decirlo así, en una cueva, de todos modos, aun en la cueva todavía tenemos, en lo más profundo de nuestro ser, el sentir de vida y paz. Aunque los sentimientos exteriores se han ido, el sentir de vida y paz todavía existe en lo más profundo.
La vida y la paz son las sensaciones positivas que nos da el sentir de vida en nuestro interior, confirmando así que nuestra condición en vida es normal. La debilidad y la inquietud son las sensaciones negativas que el sentir de vida nos da en nuestro interior, probando así que tenemos algún problema en vida. Las sensaciones de debilidad e inquietud son el sentir de muerte. El sentir de muerte definitivamente proviene de haber puesto la mente en la carne y de haber tocado algo que está fuera de Dios. Toda sensación de muerte demuestra que en cierta medida nos ocupamos de la carne y que hasta cierto punto hemos tocado las cosas que están fuera de Dios. Por lo tanto, saber si estamos ocupándonos de la carne o viviendo en el espíritu y tocando a Dios, depende de la vida y paz o de la debilidad e inquietud que sintamos dentro de nosotros. La vida y paz interior comprueba que estamos viviendo en el espíritu, que estamos tocando a Dios. Si nos sentimos débiles e inquietos por dentro, esto comprueba que nos estamos ocupando de la carne y tocando las cosas que están fuera de Dios.
No es necesario que un cristiano jamás debería sentirse débil, pero aun cuando se sienta débil, debe sentirse fuerte. Se siente débil porque ahora se conoce a sí mismo; se siente fuerte porque toca a Cristo y conoce a Cristo como su vida. Si nos sentimos siempre débiles, y si nunca nos sentimos fuertes, algo está mal. El apóstol dijo que cuando era débil, entonces era fuerte (2 Co. 12:10). Al percibir su propia debilidad, una persona fuerte no hace caso de esa debilidad. Si siempre hacemos caso de nuestra debilidad y nunca podemos ser fuertes, eso comprueba que tenemos un problema. Puede ser que estemos más o menos en la carne, porque la debilidad es una sensación de la muerte, y la sensación de la muerte siempre proviene de ocuparnos de la carne.
Un cristiano puede estar débil, pero sentirse fuerte; puede sentir dolor y todavía tener la sensación de paz. Siente dolor porque se encuentra en tribulación por fuera; tiene la sensación de paz porque por dentro se encuentra con el Señor y toca al Señor. Si encontramos aflicción por fuera, e interiormente no tenemos paz, algo está mal. El Señor dice que en el mundo tendremos aflicción, pero en El tendremos paz (Jn. 16:33). El que vive en el Señor, o sea, el que vive en el espíritu, puede tener mucha aflicción por fuera, y tener paz interior; si no es el caso, esto comprueba que no está viviendo en el espíritu. Si carecemos de paz interior mientras nos encontramos afligidos, esto demuestra que no estamos viviendo en el espíritu; entonces, si no tenemos aflicción y tampoco tenemos paz interior, eso es una prueba aun más evidente de que no estamos viviendo en el espíritu.
Por lo tanto, con respecto a nuestra condición en vida, el hecho de que estemos viviendo en la carne o de que estemos viviendo en el espíritu, nos es comprobado y revelado mediante el sentir de vida. Por medio de esta clase de comprobación, el sentir de vida nos guía desde nuestro interior. Solamente al seguir la guía de esta comprobación, podemos vivir en vida. Por lo tanto, si deseamos seguir adelante en vida, debemos prestar atención a la prueba y la guía que este sentir de vida nos da en nuestro interior.
(
Conocimiento de la vida, El, capítulo 5, por Witness Lee)