Conocimiento de la vida, El, por Witness Lee

IV. LA MANERA DE SER LIBRADOS DEL ALMA

¿Cómo podemos ser librados del alma? Esto requiere revelación desde dos ángulos: uno con respecto al alma y el otro con respecto a la cruz. Debemos ver que el alma es impotente en las cosas de Dios e inútil en las cosas espirituales. Por muy excelente y fuerte que sea cualquier parte de nuestra alma, no puede comprender las cosas de Dios ni entender las cosas espirituales. Por muy limpia que sea nuestra mente, por muy equilibrada que sea nuestra emoción, y por muy propia que sea nuestra voluntad, éstas nunca podrán hacer de nosotros personas espirituales. Debemos ver también que nuestra alma y todas las cosas que le pertenecen ya han sido crucificadas en la cruz de Cristo. En Gálatas 2:20, cuando el apóstol dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado”, el “yo” al cual se refiere es el alma. A los ojos de Dios la muerte es lo único que merece el alma. Y nuestra alma ya ha sido tratada por Dios por medio de la cruz de Cristo. Por eso, no debemos estimar las cosas de nuestra alma; más bien sólo debemos admitir que nuestra alma debe morir, que merece morir y que ya está muerta. Esta revelación y visión puede capacitarnos para condenar el alma, negar el alma, rechazar el alma, prohibir que el alma dirija en ningún asunto, y no darle terreno alguno al alma. Mediante el Espíritu Santo hacemos morir el alma; permitimos que el Espíritu Santo haga morir la vida del alma y que acabe con la actividad del alma por medio de la cruz.

Debemos ver cuán impotente es el alma delante de Dios, y que no puede comprender las cosas de Dios ni agradarle a Dios. Debemos ver también el valor del alma delante de Dios y cómo El la trata. Sólo entonces podremos negar el alma, rechazarla, y librarnos de ella. Por lo tanto, debemos pedirle al Señor que nos haga ver no sólo la impotencia del alma, sino también la manera en que la cruz anula el alma; así aprenderemos en todo a rechazar el alma y a no vivir por ella. Una persona mental debe rehusar su intelecto en todas las cosas espirituales; debe dejar totalmente a un lado tales funciones como el pensar y el considerar y debe volverse al espíritu, usando el espíritu para percibir el sentir de Dios. Cuando lee la Biblia, ora, o habla de cosas espirituales, debe rechazar su propio pensamiento, imaginación, teorías e investigación, y seguir fielmente el sentir en su espíritu y seguir adelante en la comunión de Dios. Una persona emocional debe rechazar su emoción en todo; no debe dejar que su emoción la guíe y la dirija, sino que debe permitir que el Espíritu Santo domine su emoción; de esta manera podrá sentir la voluntad de Dios en el espíritu. Debe tener miedo de su emoción así como teme el pecado, y en temor y temblor debe vivir en el espíritu sin ser dirigido ni influenciado por su emoción. Una persona resuelta debe considerar su voluntad como el enemigo de Dios en las cosas de Dios, como el oponente del espíritu. De esta manera condenará, rechazará y negará su voluntad. Debe permitir que el Espíritu Santo quebrante su voluntad por medio de la cruz para que no viva delante de Dios mediante su firme y fuerte voluntad, sino por la sensibilidad en su espíritu.

Debemos condenar y rechazar cualquier parte del alma en la cual estemos. Nuestra mente, emoción o voluntad deben ser quebrantadas y dominadas. En todas las cosas de Dios, debemos rechazar la dirección de la mente, la emoción y la voluntad. Más bien, debemos dejar que el espíritu ocupe el primer lugar para gobernar, dirigir y emplear nuestra mente, emoción y voluntad. De esta manera podemos ser librados del alma. Entonces, por una parte, podremos emplear todos los órganos del alma por medio de nuestro espíritu, y por otra, no viviremos por el alma; por lo tanto, no seremos del alma, sino del espíritu.

(Conocimiento de la vida, El, capítulo 8, por Witness Lee)