Conocimiento de la vida, El, por Witness Lee

III. UNA CONDICIÓN ANORMAL

Hemos visto que un hombre caído, estando muerto en el espíritu, sólo puede vivir por el alma. Pero nosotros los que somos salvos y tenemos un espíritu vivificado, podemos vivir por el espíritu. Además, Dios nos salva para que regresemos al espíritu y vivamos por él. La caída del hombre hizo que el hombre cayera y así volverse de estar en el espíritu a estar en el alma, de modo que el hombre ya no vive por el espíritu sino por el alma. La obra salvadora de Dios salva al hombre, sacándolo del alma y llevándolo al espíritu para que el hombre ya no viva por el alma sino por el espíritu. Sin embargo, muchos salvos todavía no viven de esta manera. Algunos permanecen en el alma y viven por el alma porque no conocen la diferencia entre el espíritu y el alma ni los asuntos que implican tal diferencia. Además, no saben que el deseo de Dios consiste en librarlos del alma para que vivan en el espíritu. Aunque algunos saben que su espíritu ha sido vivificado, que es diferente de su alma y que Dios quiere que vivan en su espíritu, no dejan de permanecer en el alma y de vivir por él. Esto se debe a que están acostumbrados a vivir por el alma y no por el espíritu, y que no les parece importante vivir en el espíritu. Los que no conocen la diferencia entre el espíritu y el alma, y tampoco saben que Dios desea librarlos del alma para que vivan en el espíritu, creen que es apropiado y necesario vivir por la mente, la parte emotiva y la voluntad y que si sólo son cuidadosos y no tienen defectos, están bien. Pero no saben que por lo que a los cristianos se refiere, ¡esto es pobre en extremo!

Dios no tiene la intención de librarnos solamente de faltas e introducirnos en una condición intachable; tiene la intención de librarnos aun más del alma y trasladarnos al espíritu. No quiere que sólo vivamos una vida sin defecto, sino que vivamos una vida espiritual, una vida espiritualmente intachable. Quiere que llevemos una vida intachable no por el alma, sino por el espíritu. No obstante, muchos cristianos, debido a su ignorancia, siguen viviendo por el alma, y luchan y se esfuerzan para ser intachables por medio de la vida del alma. Aunque su espíritu ya ha sido vivificado, no saben que deben usar su espíritu y vivir por él. Quieren hacerse hombres perfectos, que lleven una vida satisfactoria únicamente por medio del poder del alma. Su opinión y juicio en cuanto a las cosas, su amor e inclinación, están en el alma, y no en el espíritu. Aunque son cristianos que se comportan bien, y su conducta y comportamiento son intachables, siguen viviendo en el alma y no en el espíritu. Admitiendo que sus pensamientos son limpios, sus emociones equilibradas y sus decisiones acertadas, aun así son anímicos y no espirituales. Su condición es anormal para cristianos. Están llevando una vida cristiana anormal. Aun cuando tienen éxito, sólo pueden satisfacerse a sí mismos. Y a veces algunos están realmente satisfechos por su éxito (un éxito verdaderamente dudoso); pero no pueden agradar a Dios, porque Dios desea que el hombre sea librado del alma y viva por el espíritu.

También llevan una vida cristiana anormal los que siguen viviendo por el alma aunque conocen hasta cierto punto la diferencia entre el espíritu y el alma y saben que Dios desea librarnos del alma para que vivamos en el espíritu. Saben que su espíritu ya está vivificado, pero no viven por él. Aunque saben que Dios quiere librarlos del alma para que vivan en el espíritu, permanecen en el alma y viven por el alma. Aunque saben que el hombre debe tener contacto con Dios en el espíritu, siguen usando el alma para tocar las cosas de Dios. Saben que tienen un espíritu, pero no usan su espíritu; saben que deben vivir por el espíritu, pero no viven en el espíritu. Piensan que les conviene usar la mente, la parte emotiva o la voluntad del alma y no están acostumbrados a usar el espíritu; así que, hacen caso omiso de vivir por el espíritu. Cuando les pasa algo, siempre empiezan por su mente, sus emociones o su voluntad para enfrentarse con ello. No usan primero su espíritu para tocarlo. Ser cristianos buenos sin defecto (y esto es dudoso) es lo único que pueden ser; no pueden ser cristianos espirituales. Sólo pueden satisfacerse a sí mismos, no pueden agradar a Dios. Sólo pueden ser elogiados por el hombre; no pueden recibir alabanza de Dios. Todavía necesitan ser librados por Dios, no del pecado sino del alma; no de la carne sucia condenada por el hombre, sino del alma limpia elogiada por el hombre. De otra manera, todavía son extranjeros y extraños con respecto a las cosas del Espíritu de Dios.

(Conocimiento de la vida, El, capítulo 8, por Witness Lee)