VII. LA PRUEBA DE LAS ESCRITURAS
El sentir interior que nos dan la ley de vida y la enseñanza de la unción, nos capacita para conocer a Dios. Sin embargo, aunque este sentir interior puede ser absolutamente real y verdadero, necesita ser comprobado por la enseñanza y los principios de las Escrituras. Si nuestro sentir interior no concuerda con la enseñanza y los principios de las Escrituras, no lo debemos aceptar. Así podemos evitar los engaños y los extremos, y podemos ser exactos y estables.
Ya sea que nuestra consciencia interior provenga de la ley de vida en nuestro espíritu o del Espíritu Santo como la unción, debe estar conforme a la verdad de las Escrituras. Si nuestra consciencia interior no está conforme a la verdad de las Escrituras, probablemente no proviene de la ley de vida ni de la enseñanza de la unción. Aunque nuestra consciencia interior sea viviente, la verdad de las Escrituras es exacta y segura. Aunque la verdad de las Escrituras en sí sólo es exacta y segura sin ser viviente, la consciencia interior en sí puede ser a veces viviente pero no precisa, puede ser viviente pero no segura. Esto es semejante a un tren que avanza: no sólo debe tener poder por dentro, sino también las vías por fuera. Por supuesto, si sólo hay vías exteriores y no hay poder interior, el tren no podrá moverse hacia adelante. Pero si sólo hay poder interior sin vías exteriores, aunque el tren se mueva hacia adelante, ciertamente se precipitará hacia la calamidad. Por lo tanto, no sólo necesitamos el sentir viviente por dentro, sino también la verdad exacta por fuera. La consciencia viviente que está en nuestro interior proviene de la ley de vida y la enseñanza de la unción; la verdad exacta que tenemos por fuera se encuentra en la enseñanza de las palabras escritas de la Biblia y en la luz de sus principios.
Cuando los hijos de Israel andaban en el desierto, una columna de nube los conducía de día, y una columna de fuego los guiaba de noche. De la misma manera, cuando nuestra condición espiritual está tan clara como la luz del día, cuando interiormente estamos tan brillantes como el mediodía y nuestro sentir interior es claro y exacto, con la guía del Espíritu Santo como tipificado por la columna de nube, entonces podemos andar en la senda correcta de Dios. Pero a veces, nuestra condición espiritual se parece a lo oscuro de la noche; en nuestro interior somos tan oscuros como la medianoche y nuestro sentir interior es borroso e impreciso. En esta ocasión necesitamos que las Escrituras, tipificada por la columna de fuego, sea una lámpara a nuestros pies y una lumbrera a nuestro camino para hacernos andar en el camino recto de Dios.
Por lo tanto, si deseamos andar en el camino seguro de la vida y la verdad, debemos examinar y comprobar cada sentir, guía y revelación ante la enseñanza y los principios del verdadero poder y fortaleza. Esta combinación es lo único que nos capacitará para seguir adelante sin estar desequilibrados.
(
Conocimiento de la vida, El, capítulo 11, por Witness Lee)