INVERTIR TIEMPO PARA PERFECCIONAR A LOS SANTOS
Y NO TOMAR EL CAMINO FÁCIL
En una iglesia tan grande como la iglesia en Taipéi, los ancianos deberían llevar la responsabilidad de suministrarles a los santos un mensaje dos veces a la semana en los distritos. Todos los demás asuntos del servicio se pueden llevar a cabo en los distritos. La responsabilidad de dar un mensaje a fin de alimentar a los santos no la deberían llevar los hermanos responsables de los distritos. Los ancianos se deberían esforzar por tener una palabra que pueda brindarle el suministro a la iglesia. Los ancianos no deberían interferir con otras actividades en los distritos, sino que deberían permitir que los distritos se desarrollen de manera espontánea. Los santos deberían ser entrenados a participar en toda clase de servicio, y se les debería permitir llevar la responsabilidad. De otro modo, no es fácil que una iglesia tan grande funcione. Si los ancianos lo dirigen todo, la iglesia será limitada, y muchos santos útiles no serán usados. Si el Señor fuese a esparcir dos mil quinientos santos a cincuenta lugares nuevos, habría cincuenta santos en cada lugar. Me parece que después de un corto periodo de tiempo habría quinientos santos en cada lugar. Si cincuenta santos van a Japón, en tres o cinco años habrá quinientos santos. Sin embargo, si permanecemos aquí por otros cinco años, me temo que seguiremos teniendo dos mil quinientos santos pues ésa es nuestra capacidad. Por ende, a menos que tengamos la perspectiva correcta y estemos dispuestos a cambiar nuestro concepto y nuestro sistema de modo que cada santo cumpla con su función, no seremos capaces de multiplicarnos hasta llegar a los diez mil o, mucho menos, veinte mil santos.
Espero que los ancianos de mayor edad hayan preparado a algunos santos más jóvenes para que reciban la “batuta”. De otro modo, cuando los ancianos se jubilen, la iglesia colapsará. Los colaboradores también deberían estar preparados para este problema. Ellos tienen que comenzar a adiestrar y perfeccionar nuevos ancianos en las iglesias locales donde no hay ancianos. En las iglesias locales donde los ancianos son de mayor edad y están limitados, los colaboradores debieran comenzar a adiestrar y perfeccionar ancianos nuevos que gradualmente puedan hacerse cargo de la obra de los ancianos. Si los colaboradores no perfeccionan un grupo de ancianos jóvenes, habrá una carencia en el servicio de los ancianos. Los colaboradores deberían servir con otros santos a fin de enseñar y perfeccionar a los santos. Entonces será posible que nos multipliquemos y aumentemos.
Lo que necesitamos actualmente es cambiar nuestro concepto y nuestro sistema. Tenemos que aprender a servir y a servir con otros. Esta responsabilidad recae primeramente con los colaboradores y luego con los ancianos. Hemos tenido comunión al respecto en el pasado, pero en nuestra práctica hemos permanecido en nuestro hábito y nuestra manera de ser. Como resultado de ello, no han sido levantados santos útiles. Tenemos que recordar que no debemos reemplazar a los santos, sino más bien introducirlos en el servicio junto con nosotros. Deberíamos aprender a servir, saber cómo servir y también enseñar a otros a servir. Esto es algo contrario a nuestro hábito. Como seres humanos que somos, tenemos la tendencia de evitar cosas difíciles y hacer lo fácil. Es más fácil que el agua fluya con la corriente. Nuestro hábito ha sido tomar el camino fácil. De hecho, no es fácil enseñar a otros a hacer las cosas. Ahora los colaboradores tienen que aprender a enseñar a otros a servir.
Es relativamente fácil que los colaboradores den mensajes atractivos, pero tienen que pasar tiempo preparando un mensaje que conmoverá a los santos. Para un colaborador que es elocuente, que conoce la Biblia y que tiene experiencia espiritual, no es difícil compartir un mensaje atractivo. Sin embargo, un colaborador que desea conmover a los oyentes tiene que invertir tiempo en aprender. Los colaboradores tienen que aprender a dar un mensaje que dé en el blanco. Si no tienen experiencia y aprendizaje, no deberían esperar que sus palabras penetren el ser interior de los santos. Una persona con experiencia tiene que estudiar cómo presentar un mensaje que no sólo penetre el corazón, sino que también constriña a los santos. Los santos necesitan ser constreñidos. Una vez que ellos sean constreñidos, algo será producido. Si no hay constreñimiento, nada será producido.
Se requiere una cantidad enorme de esfuerzo para perfeccionar a otros. Algunos colaboradores no se preocupan mucho por los demás. A ellos les gusta obrar por sí solos. Tal vez digan que es suficiente saber cómo obrar. No les interesa cómo otros toman cuidado de la obra. No es fácil servir con cinco o seis hermanos; tenemos que hacer un esfuerzo. A fin de servir con ellos, tenemos que entender sus situaciones y acomodar sus horarios. También necesitamos considerar cómo corregirlos y guiarlos. Por tanto, no es fácil enseñar a otros. Enseñar a otros requiere mucho esfuerzo y tiempo. Tal parece que gastamos menos tiempo y energía haciendo algo por nosotros mismos. Sin embargo, si continuamos por este camino, la obra no tendrá resultados y no tendremos descendientes. Nuestro camino actual es fácil, no es difícil. Una madre que desea educar a sus hijos tiene que invertir tiempo y emplear algún esfuerzo. Si ella no está dispuesta a invertir tiempo y emplear algo de esfuerzo, le será muy difícil guardar a sus hijos en el camino correcto. Educar los hijos de uno requiere más que sencillamente unos cuantos días de trabajo.
Hay más de sesenta colaboradores en la obra; sin embargo, no muchos de ellos saben cómo perfeccionar a los santos, ni están dispuestos a invertir el tiempo y el esfuerzo. Las funciones de algunos colaboradores no han sido plenamente manifestadas en la obra, pues ellos no están dispuestos a invertir mucho esfuerzo. Los colaboradores tienen que comenzar a considerar a los santos más jóvenes, escoger dos o tres que sean adecuados para ser ancianos, y pasar tiempo para obrar en ellos y perfeccionarlos. Sin embargo, tan solo hay unos pocos colaboradores que pueden hacer esta clase de obra. Los colaboradores principalmente hacen una obra ordinaria, aunque ellos están ocupados. No es difícil estar ocupados, pero aquellos que están en serio respecto a guiar a los santos seguramente tendrán un tiempo difícil. Tenemos que cambiar nuestro concepto. No deberíamos decir que los santos no tienen capacidad alguna. El problema es que nosotros estamos cortos en cuanto a perfeccionarlos. Si estamos dispuestos a hacer una obra de perfeccionamiento, sus capacidades saldrán a relucir. Si no se efectúa una obra de perfeccionamiento, no se puede desarrollar capacidad alguna en los santos. La capacidad en los santos no puede ser producida si no hay perfeccionamiento. Ellos tienen que ser perfeccionados para hacer más que asistir a las reuniones, escuchar mensajes y ayudar a tomar cuidado de algunos asuntos de negocios. Estos asuntos no pueden atraer el interés y la capacidad de los santos. Si deseamos ser útiles al Señor y estamos preocupados por Su casa, tenemos que esforzarnos con desesperación. Tenemos que ser personas que no nos interesa nada excepto producir santos útiles. Si nos esforzamos y obramos de esta manera cada día, ello despertará el interés de los santos.
(
Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, capítulo 3, por Witness Lee)