UN EJEMPLO DE PERFECCIONAR A LOS SANTOS
He aquí un ejemplo práctico. Durante los años que serví en la iglesia en Chifú, dediqué mi atención, mi corazón y mi tiempo a la iglesia. Mi hogar se encontraba justo al lado del local de reunión. Cada mañana iba al local a las ocho y trabajaba en varias cosas. Iba a casa al mediodía para almorzar y reposar brevemente, y luego regresaba al local. Antes de la reunión de la noche, iba a casa para cenar y luego regresaba al local de reunión y permanecía allí hasta las diez de la noche. Hacía esto los siete días a la semana sin tomar vacaciones. No obstante, ninguno de los asuntos de la iglesia estaba en mis manos. Durante la guerra sino-japonesa, fui arrestado y puesto en prisión. Después de ser liberado de la cárcel, contraje una enfermedad seria. Estuve postrado en cama por más de un año en Chifú y luego me fui de Chifú. Fui capaz de irme porque nada estaba en mis manos. No había nada que tuviese que entregar a alguien.
Durante ese tiempo un hermano era diácono y otro hermano estaba aprendiendo a ser un anciano. Cada día estábamos juntos para laborar con los santos y hacer cosas. Por tanto, fuimos capaces de perfeccionar a los santos y producir algunos santos útiles. Cada lunes, a partir de las ocho de la mañana, adiestrábamos a los santos que hacían visitaciones y a veces el entrenamiento duraba hasta las tres de la tarde. Tres grupos de santos hacían visitaciones: los ancianos, los diáconos y los colaboradores. No nos congregábamos con estos santos para discutir cosas, sino para estudiar cómo visitar a los demás santos. Por ejemplo, un colaborador diría que él sentía carga por un hermano que se reunía con nosotros, pero que estaba teniendo problemas. Nosotros entonces estudiábamos la situación del hermano para saber cómo manejarla de la mejor forma. También considerábamos quién sería la persona más adecuada para manejar la situación. Esta reunión duraba desde las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Estos ancianos, diáconos y colaboradores recibieron un perfeccionamiento práctico.
Había un hermano en la iglesia en Chifú que era el director de un hospital administrado por la denominación presbiteriana. Él tenía un corazón para el Señor y venía a las reuniones ocasionalmente, pero todavía no había tomado este camino. Sentíamos una carga por él y considerábamos cuándo visitarle, cómo visitarle, quién debía visitarle y lo que le debía decir. Consideramos todos estos asuntos. Durante ese tiempo aprendimos mucho acerca de cómo visitar a los santos, y la presencia del Señor estaba con nosotros en ese entrenamiento.
Un hermano sentía una carga por este director y le visitaba a menudo. En dos ocasiones diferentes el hermano sugirió que visitáramos al director, pero no sentimos que ése era el tiempo correcto. Después de un periodo de tiempo, él sugirió nuevamente que visitáramos al director, y todos respondimos de forma positiva y sentimos bien visitar al director esa tarde. Este tiempo de comunión fue maravilloso y vimos la operación práctica del Espíritu Santo en nuestra comunión con respecto a los santos. También decidimos quién debía ir. Todos sintieron que dos hermanos y yo debíamos ir. Nunca había contactado al director anteriormente, pero la comunión estableció que yo debía ser uno de los hermanos que le visitara.
Efectivamente, algo maravilloso sucedió aquel día. El asistente del director también era un hermano. Cuando llegamos al hospital, este asistente nos dijo que habíamos ido en el momento oportuno puesto que el director tuvo un sueño la noche anterior, en el cual me vio haciendo un dibujo de una oreja en una pizarra. El director fue profundamente impresionado por este sueño, y consideró el sueño toda la mañana, esperando que el Señor le enviara al hermano Lee. Así que, cuando el asistente le dijo que dos hermanos y yo estábamos allí para visitarlo, estaba muy entusiasmado. Cuando nos encontramos con él, nos contó acerca de su sueño. Basándome en Job, le dije que nuestros oídos fueron hechos para escuchar las palabras de Dios (33:16). Todos nos dimos cuenta de que el Señor me había enviado para que abriera el oído del director a fin de que él pudiese oír las palabras del Señor. El siguiente día del Señor, él vino a participar en la reunión de la mesa. La reunión estuvo llena de alabanzas y la atmósfera estaba muy elevada. En aquella reunión el hermano dio un giro y él ha tomado este camino desde entonces.
Los ancianos y los colaboradores necesitan pasar tiempo y hacer un esfuerzo por perfeccionar a los santos. Es conveniente hacer cosas por nosotros mismos, pero las madres saben que se necesita tener paciencia y tiempo para enseñarles a los niños a hacer las cosas. El esfuerzo que hacemos no es en vano, pues se producen aprendices y los santos son perfeccionados. Lamentablemente, no hemos estado dispuestos a tomar este camino. Siempre buscamos un camino rápido y fácil, evitando el aspecto difícil de la obra. La mayoría de nosotros toma el camino fácil. Algunos no saben cómo enseñar a otros, porque ellos mismos nunca han aprendido. Se requieren tiempo y esfuerzo para enseñar; también se requieren tiempo y esfuerzo para aprender. No estamos desesperados por tener un espíritu de aprendizaje y, como resultado, hemos aprendido las cosas de manera superficial. A fin de aprender, debemos estudiar. Es fácil hacer tareas rutinarias, pero las tareas especializadas requieren aprendizaje. Nuestra tarea especializada consiste en aprender cómo obrar con los santos.
Obrar con los santos no es fácil. Los colaboradores han servido juntos por muchos años y son capaces de dar mensajes acerca de cualquier tema. No obstante, a fin de dar un mensaje que conmueva a los santos, ellos tienen que hacer un esfuerzo. Este principio aplica a todo lo que hacemos. Una persona que corre un negocio de manera casual no tendrá ganancias. A fin de tener ganancias, él tiene que hacer un esfuerzo. Los colaboradores sirven diligentemente, pero tienen muy pocos resultados. Si ellos desean resultados, tienen que tomar la resolución de aprender y esforzarse por enseñar a otros. Cuando los colaboradores puedan perfeccionar a los santos para que sean ancianos o diáconos, habrá resultados.
(
Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, capítulo 3, por Witness Lee)