Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, por Witness Lee

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NO DEBEMOS RESTRINGIR LA OBRA DEL SEÑOR

Aunque no es apropiado que los ancianos asfixien a los obreros con tanta severidad, los colaboradores deberían ser “a prueba de asfixia”. Un hermano que sirve en una localidad no debería parar de hacer algo simplemente porque siente que los ancianos no lo apoyan completamente. El anciano no lo debería controlar, pero el hermano de todos modos debería ser capaz de coordinar con los ancianos. No obstante, los ancianos no deberían dirigirle en su servicio, ya sea al dar mensajes, obrar con los jóvenes, obrar en los recintos universitarios o contactar a los santos.

Mientras que los ancianos no deberían restringir a los colaboradores, los colaboradores no deben culpar a los ancianos. Más bien, los colaboradores deberían darles el suministro a otros. Si los colaboradores tienen algo, ellos les suministrarán vida a los santos en las reuniones, y cada vez que abran sus bocas, los santos serán vivificados. ¿Quién restringiría a los colaboradores si ellos brindan un suministro a los santos? Los colaboradores siempre deberían tener el suministro. Ellos deberían ser como un río. Los colaboradores deberían olvidarse de cualquier restricción y, en vez de ello, tener un suministro disponible

Les recomendaría a los ancianos que administren menos, pero que ejerzan discernimiento. Ellos deberían ver si un hermano tiene un suministro genuino. Si un hermano tiene el suministro, se le debería animar a servir. Los hermanos pueden testificar que nuestra obra nunca ha restringido a los santos. En la obra sólo hay dirección, suministro y sostén. Deberíamos reducir la administración. En la vida de iglesia nadie es inútil; más bien, todos son útiles. En cualquier caso, cuán útil una persona sea depende de si ella es utilizada o no.

Un colaborador no debe permitirse ser inútil. Cuando menos, él puede predicar el evangelio a una persona al día. Puede distribuir doscientos folletos cada día. Si somos inútiles, la culpa es nuestra. No deberíamos decir que somos inútiles. Incluso una persona muda que no puede hablar puede distribuir tratados. Los colaboradores tienen muchas funciones. Un colaborador que carece de función no ha desarrollado su función.

No es bueno que los colaboradores deleguen todo a otros y luego meramente asistan a las reuniones. Los colaboradores nunca deberían ser inútiles; más bien, ellos siempre deberían avanzar y buscar oportunidades para desarrollar su función. Ningún santo es inútil. Ser inútil significa que no hemos laborado para desarrollar nuestra función. No deberíamos culpar nuestro entorno. Tenemos que desarrollar nuestra función. La obra del Señor no puede ser restringida. La obra del Señor no puede ser detenida. Siempre hay una obra que realizar. Tenemos que laborar al grado que todos los santos sean despertados.

(Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, capítulo 1, por Witness Lee)