SOLTAR LO QUE ESTÁ EN NUESTRAS MANOS
Y PERMITIR QUE TODOS EJERZAN SU FUNCIÓN
La educación comienza en la escuela primaria. Si una persona continúa año tras año, se graduará de la universidad o incluso terminará con un doctorado. Muchos santos no han desarrollado su función. Podrían compararse a alguien que ha estado estudiando por muchos años, pero que no se ha graduado de la escuela primaria. Los colaboradores y ancianos consideran a los santos y sienten que nadie es capaz; por ende, lo hacen todo por su propia cuenta. Cuanto más hacen, más experimentados y diestros se vuelven, hasta que ellos llegan a ser los expertos. Los colaboradores y los ancianos son los únicos que saben cómo servir. Ahora necesitamos soltar lo que está en nuestras manos y permitir que los santos sirvan, para que tengan la oportunidad de aprender. La iglesia en Los Ángeles es un buen ejemplo. Ya sea en el servicio de las comidas o en dar hospitalidad, los santos se ocupan de todo sin recibir instrucciones de los ancianos. Aun si los santos cometen un error, no será serio.
Algunos colaboradores dijeron: “Esos colaboradores disidentes fueron levantados por la obra del hermano Lee. Si el hermano Lee hubiese sido más cauteloso, estas cosas no hubieran acontecido”. Sin embargo, si desde el comienzo de la obra en Taiwán yo no hubiese permitido que los hermanos sirvieran, hubiese anulado la función de muchos santos, y las iglesias no hubiesen tenido mucho aumento. Se me puede comparar con una madre que tuvo veintiocho hijos, y aunque algunos han fallecido, muchos permanecen. Aún hay muchas iglesias locales en Taiwán. Por tanto, permitan que los santos cometan errores; los errores no serán demasiado graves.
Necesitamos la misericordia del Señor a fin de estar abiertos a esta comunión. ¿Quién no comete errores? ¿Quién de entre nosotros siempre hace las cosas bien y nunca comete un error? El único que no comete errores es el Señor Jesús. Que Él tenga misericordia de nosotros. Cuando comencemos a servir de esta manera, algunos santos quizás se opongan a nosotros, pero no deberíamos detenernos como resultado de nuestro deseo por no cometer errores. Tenemos que cambiar nuestro concepto. No es bueno si no podemos adaptarnos a otros ni coordinarnos con otros. En vez de dar direcciones a otros, deberíamos concentrarnos en guiar personas a la salvación y a amar al Señor con miras a la propagación de la iglesia. Incluso si un hermano no sigue esta comunión, esto no es causa para crear problemas. Los opositores gritaban lemas, diciendo que habían visto a Cristo y que Cristo lo era todo. Si realmente hubieran obrado en el principio de que “Cristo lo es todo”, no hubiese habido necesidad de utilizar lemas. Todo lo demás es insignificante. Sin embargo, ellos se concentraron sólo en las cosas triviales. No podemos hacer esto. Deberíamos ser fuertes en espíritu, seguir la dirección del Espíritu y tener un corazón puro. Siempre hemos obrado juntos. Nunca ha habido el sentimiento de que algunos colaboradores pertenecen a esta región de la obra y que otros pertenecen a otra región de la obra. Por ende, nuestra visión tiene que ser clara, nuestro corazón tiene que ser puro y tenemos que liberar nuestro espíritu.
Si un colaborador desea servir en una universidad donde no hay santos, debería orar encarecidamente hasta que haya al menos un estudiante allí. Si ya hay varios santos en ese recinto, debería encontrarlos, tener comunión con ellos e llevarlos a ejercitar su función. Entonces debería permitir que sirvan. Si él dirige su reunión, los reemplaza en vez de guiarlos. Debería brindarles el suministro y enseñarles a distancia. Usando un ejemplo militar, debería suministrarles la munición, enseñarles cómo disparar e identificar un plan estratégico para ellos. Podría parecer que otros estudiantes son quienes pelean la batalla y que el colaborador no hace nada, pero la obra ha llegado a ser la carga de los estudiantes. Algunos colaboradores han dicho que no son capaces de hacer esto. Ser capaces o no es un asunto relativo. Incluso una persona que no puede hablar bien no se rehúsa a hablar. Todos, sean inteligentes o necios, pueden hablar. No es un asunto de si una persona habla bien o habla mal. Una persona que habla bien logra algo, y una persona que habla mal también logra algo. Ésta es la manera en que se logran las cosas en la obra. Únicamente cuando cambiemos nuestro concepto y nuestra manera de ser, la obra tendrá un futuro.
De ahora en adelante los asuntos de la iglesia deberían entregarse a los santos; los asuntos de la iglesia deberían estar bajo su cuidado. Los colaboradores no deben reemplazar a los santos. Hay muchos santos en cada iglesia. Los colaboradores no deben darles a los santos direcciones, sino más bien encomendarles responsabilidades. Los colaboradores y los ancianos solamente deberían velar sobre los servicios, proporcionando las correcciones y el ánimo apropiado. Además, los colaboradores en cada lugar deberían llevar la responsabilidad de ministrar la palabra. No deberían ministrar doctrina, sino que deberían hacer un esfuerzo por utilizar el material apropiado y aprender a dar un mensaje. Si un colaborador no es capaz de hacer esto, dos o tres pueden juntarse en coordinación. Pueden profundizar en un mensaje y estudiar cómo se puede digerir de modo que puedan brindarles el suministro a los santos. Cada semana los colaboradores deberían tener una palabra rica que suministrar a los santos.
Los colaboradores de tiempo completo deberían hacer todo lo posible por propagar la obra en las escuelas. No es necesario esperar que otros hagan los arreglos. Deberían dedicar más tiempo a las escuelas y no a los asuntos de la iglesia. Los colaboradores se deberían esforzar lo más que puedan por brindarles un suministro a los estudiantes sin dirigir las reuniones de los estudiantes. Las reuniones de la iglesia son las reuniones de los santos; por ende, los ancianos y los colaboradores no deberían dirigir las reuniones. Deberían ayudar a los santos para que entiendan que las reuniones pertenecen a los santos. Los ancianos son responsables de vigilar, asegurándose de que las reuniones se lleven a cabo apropiadamente. Ellos deberían enseñar y corregir si algo no es apropiado. Los colaboradores deberían esforzarse por ministrar la palabra y suministrar vida.
Los ancianos también deberían esforzarse por dedicar más de su tiempo al pastoreo y menos a los asuntos de la iglesia. Puesto que los asuntos de la iglesia se han entregado a los santos, los ancianos deberían permitir que los santos se responsabilicen. Éstos son los puntos principales que debemos entender. No debemos caer nuevamente en nuestras viejas maneras de proceder donde conservábamos todo en nuestras manos y lo hacíamos todo nosotros mismos. Los ancianos se deben encargar de pastorear y ocuparse únicamente de los asuntos cruciales, dejando los asuntos ordinarios en manos de los santos. Las reuniones de la iglesia también se deberían entregar a los santos. Los colaboradores se deben esforzar por suministrar la palabra. Si tienen más tiempo, deberían esforzarse por propagar el evangelio en las escuelas. Después que los servicios se entreguen a los santos, los ancianos deben vigilar diligentemente. Los ancianos deberían entregar la responsabilidad de cierto servicio a dos o tres santos que puedan entrenar e instruir a otros santos. Los ancianos no tienen que preocuparse por estos detalles. Los ancianos sólo necesitan vigilar y observar. Cuando haya un error o un acto de negligencia en el servicio, los ancianos deberían brindar la ayuda apropiada.
Además, no deberíamos ser rígidos en la formación de grupos pequeños asignando a alguien que sea responsable o alguien que lleve la delantera. Más bien, deberíamos permitir que los santos sirvan voluntariamente. Debemos permitir que los santos se esfuercen por buscar a los santos que se han de vuelto atrás, y por predicar el evangelio y traer nuevos. Los ancianos no deberían dirigir la reunión del partimiento del pan ni la reunión de jóvenes. Los ancianos deberían permitir que los santos dirijan las reuniones. Los ancianos sólo necesitan vigilar a una distancia y proporcionar la corrección, la dirección y el ánimo apropiado cuando sea necesario. Esto es distinto de lo que hemos hecho con los grupos pequeños en el pasado. En el pasado, con base en las tarjetas de información, formábamos grupos de santos. Como resultado, sólo unos pocos santos se reunían juntos; la mayoría nunca asistía a la reunión. En esta ocasión se formarán grupos con los santos que se anoten. Se formarán más grupos con los santos que se anoten después.
(Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, capítulo 9, por Witness Lee)