Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, por Witness Lee

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PERMITIR QUE LOS JÓVENES SIRVAN Y DARLES EL SUMINISTRO

En cada escuela debemos producir santos jóvenes que tengan tanta carga por el evangelio que la obra llegue a ser de ellos, y nosotros sencillamente les ayudemos y les demos el suministro a distancia. Quizás un colaborador sirva con un grupo de al menos diez santos jóvenes que no saben cómo reunirse cuando se congregan. El colaborador debería indicarles a los santos jóvenes cómo reunirse, y de ser necesario, también debería darles el suministro. Sin embargo, el suministro no debería ser a manera de guiar a los estudiantes en una reunión o reemplazarlos en la reunión. El colaborador no debería decidir qué día se deben reunir los estudiantes, guiarles a que inviten a sus amigos, llevar la delantera en su reunión o dar un mensaje en su reunión. Si el colaborador ejerce su función de esta manera, sustituye a los estudiantes. Aunque invertirá mucho tiempo y energía, ninguno de los santos jóvenes podrá servir; en vez de ello, ellos apoyarán al colaborador con su presencia. Por la misericordia del Señor, esta clase de obra aún podría llevar algún fruto. La gracia del Señor es abundante. Donde sea que esté la palabra del Señor, allí siempre habrá cierta cantidad de bendición. Si predicamos el evangelio y hablamos la palabra del Señor, el Espíritu Santo siempre obrará. Sin embargo, ése no es el mejor fundamento para nuestra obra.

Nuestra obra consiste en producir un santo que tenga más carga que nosotros. Deberíamos obrar con él hasta que él esté ferviente por el evangelio. Él debería tener tanta carga por el evangelio que incluso si el director de su escuela se opone a Cristo, él encontrará la manera de predicar el evangelio. Nuestra obra es un éxito si nosotros no vamos a una escuela ni le pedimos al director un lugar para que los jóvenes se reúnan. Esto es lo que significa ser un obrero apto. Deberíamos permitir que el hermano a quien hemos perfeccionado tome la delantera entre sus compañeros de clase. Cuando él pida ayuda, deberíamos estar listos para ayudarle a fin de que pueda dar un paso adelante. Si obramos de esta forma, los santos jóvenes decidirán cuándo y dónde tener una reunión. Ellos se ocuparán de su propia reunión y llevarán la carga por la reunión. Aparentemente, el que ellos se reúnan es su obra; en realidad, también es nuestra obra.

Si ésta es la manera en que servimos, cada escuela estará abierta a nosotros. Tanto los estudiantes universitarios como los de escuela intermedia pueden ser ganados de esta manera. En vez de reemplazar a los estudiantes, deberíamos servir junto con ellos y permitirles servir. No es un problema si ellos cometen un error. Deberíamos velar sobre ellos a una distancia y brindarles ayuda cuando sea necesario.

(Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenes, capítulo 7, por Witness Lee)