Cómo administrar la iglesia, por Witness Lee

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LAS PERSONAS DOTADAS DEBEN REALIZAR LA OBRA DE PERFECCIONAR A LOS SANTOS

Cuando una persona dotada sirve a determinada iglesia local, debe entender que el servicio en dicha iglesia es responsabilidad de los hermanos y hermanas de ese lugar, no suya. Él no debe reemplazarlos en el servicio a Dios; en lugar de ello, debe enseñarles a servir a Dios. Si él nota que cierto hermano tiene potencial para ser un anciano, entonces, en su servicio, debe hablar acerca del ancianato en varias reuniones; además, debe introducir a este hermano en el servicio. De esta manera, la responsabilidad caerá espontáneamente sobre este hermano. Algunos hermanos y hermanas se preocupan de los asuntos prácticos de la iglesia y también son diligentes, por lo que son idóneos para el diaconado. Por lo tanto, el hermano debe hablar algo en cuanto al diaconado, y también debe introducir a estos hermanos y hermanas en el servicio. Después que haya laborado en ese lugar por un buen tiempo, podrá poner sus cargas sobre los hombros de algunos de los hermanos y hermanas. Una vez que sus cargas sean liberadas y los hermanos y hermanas sean capaces de llevar dichas cargas, y estén dispuestos a hacerlo, él podrá partir de ese lugar. Su obra consiste en enseñar y perfeccionar a los santos, no en reemplazarlos.

Sin embargo, los pastores del cristianismo no son así. Cuando los invitan a cierto lugar, ellos sirven a Dios en reemplazo de los creyentes. Esto muestra una gran diferencia. Si nadie en su casa sabe cocinar, usted entonces puede contratar a un cocinero para que cocine por ustedes. Pero es posible que un día el cocinero renuncie, quejándose de que no le pagan lo suficiente. Como consecuencia, usted no tendrá más opción que contratar a otro cocinero. En diferentes circunstancias, alguien que no sabe cocinar puede pedirle a un chef famoso que le enseñe a cocinar, paso a paso, empezando con la compra de los víveres, hasta que haya aprendido todas las destrezas necesarias. Ésta es la manera en que proceden las personas dotadas mencionadas en Efesios 4:11. Las personas dotadas no sirven en lugar de los demás; más bien, guían a otros para perfeccionarlos hasta que aprendan a servir, y una vez cumplido su objetivo, se van a otro lugar para perfeccionar a otros. El principio que rige la obra de las personas dotadas es completamente diferente del principio mediante el cual laboran los pastores y predicadores del cristianismo hoy en día.

Todos los hermanos y hermanas que sirven a Dios, sobre todo los colaboradores, deben adherirse firmemente a este principio: Dondequiera que sirvan, deben enseñar y perfeccionar a los santos en lugar de reemplazarlos. Yo viví en Chifú por un buen tiempo, y aparentemente muchos de los asuntos de la iglesia estaban sobre mis hombros. Sin embargo, cuando me enfermé, no tuve que entregar a otros ninguno de dichos asuntos, porque éstos ya estaban en manos de los santos. Cuando partí, no hubo necesidad de reunir a algunos hermanos para dejar en sus manos los asuntos. Esto se debe a que yo no reemplacé a los hermanos y hermanas en el servicio a Dios; de hecho, ellos ya estaban sirviendo regularmente. Yo siempre he guardado el principio de no reemplazar a los hermanos y hermanas en el servicio; en vez de hacer esto, los perfecciono para que sirvan. No debe sucedernos que cuanto más tiempo estemos en algún lugar, más pesada se haga nuestra carga; al contrario, cuanto más tiempo estemos en determinado lugar, más pesada debe ser la carga que reposa sobre los hombros de los hermanos y hermanas. Una persona dotada debe adherirse firmemente a este principio.

No debemos permanecer bajo la influencia del cristianismo. Una persona dotada no debe ser contratada por ninguna iglesia local para que reemplace a los santos en el servicio a Dios. Ninguno de los colaboradores debe ser contratado ni empleado por ninguna localidad para que reemplace a los santos en el servicio a Dios. La manera apropiada radica en que las personas dotadas sean equipadas por Dios y enviadas por Él a diferentes lugares a fin de enseñar y perfeccionar a los santos para que sirvan a Dios. Todos los que sirven al Señor deben ver esta luz bendita y entender con toda claridad que no deben reemplazar a los santos, sino más bien perfeccionarlos. No solamente los colaboradores deben ver esto, sino que también los ancianos que están en las iglesias locales deben aprender a no reemplazar a otros. Los ancianos deben encargarse de ciertos asuntos personalmente, pero al mismo tiempo deben perfeccionar a otros hasta que también puedan ocuparse de estos asuntos; de lo contrario, la iglesia en dicha localidad no será fuerte. Esto es algo que nosotros debemos ver primeramente y después podremos llevar a los santos a conocer al Hijo de Dios, para que sean un hombre plenamente maduro y alcancen la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

(Cómo administrar la iglesia, capítulo 6, por Witness Lee)