Cómo administrar la iglesia, por Witness Lee

Más extractos de este título...

NUESTRA VISIÓN DE LA IGLESIA REGULA LA MANERA EN QUE NOS CONDUCIMOS EN LA IGLESIA

Mientras servimos y administramos en determinada iglesia local, ¿tenemos un fuerte sentir de que no debemos introducir nada en la iglesia que sea de la vieja creación, es decir de la tierra, nada que no esté por encima de Satanás ni se encuentre en la esfera del tiempo y el espacio? ¿Tenemos el solemne sentir de que, debido a que la iglesia es celestial y está por encima de todas las cosas, más allá del tiempo y el espacio, no debemos introducir en ella nada que sea de la tierra ni de la vieja creación? Debemos tener temor de Dios, debemos agradarle y hacer lo que sea conforme a Su voluntad. En la iglesia todo debe hacerse conforme a Su voluntad, y debemos rechazar cualquier cosa que no sea conforme a Su voluntad. Cuando nos hacemos cargo de algún asunto en la iglesia, debemos orar, diciendo: “Oh Dios, ¿qué debemos hacer para estar en armonía con Tu voluntad? Queremos lo que es conforme a Tu voluntad, y rechazamos todo lo que no sea conforme a ella”. Lo que determina si algo es conforme a la voluntad de Dios son las cuatro cosas que la iglesia es y las seis características de la iglesia.

Quizás no tengamos un profundo sentir, un sentir de peso, en cuanto a las cuatro cosas que la iglesia es ni en cuanto a las seis características de la iglesia. Es posible que en vez de ello, sólo sintamos que debemos agradar a Dios y obedecer Su voluntad de modo general. Sin embargo, Efesios 1 claramente nos muestra el significado de la iglesia. Por consiguiente, en todo lo que hagamos en la iglesia, como por ejemplo, en las decisiones que tomemos, la manera en que tratemos los asuntos y la manera en que nos ocupemos de diferentes cuestiones, no debemos introducir nada que sea de la vieja creación, que sea terrenal, que pertenezca a la esfera del tiempo y espacio, que sea de Satanás ni nada que sea de la carne. Podemos comparar esto a la obra de un joyero, quien no puede mezclar otros elementos con el oro porque sabe que está haciendo joyas de oro. A menos que quiera engañar a las personas, él no mezclará el oro con impurezas, o sea, con elementos como el bronce o la plata. Nuestra administración de la iglesia será pura, y nuestro discernimiento, decisiones, propuestas y conducta serán purificados solamente cuando veamos la luz en cuanto a la iglesia según 1 Timoteo 3 y Efesios 1.

Si verdaderamente hemos visto que la iglesia es la casa de Dios, el lugar donde Dios se expresa a Sí mismo, ciertamente no nos atreveremos a hablar de manera informal y despreocupada cuando hablemos acerca de cómo tratar los asuntos de la iglesia. Sin embargo, si no hemos visto esta visión, yo expresaré mis puntos de vista, usted expresará sus sentimientos y otro hermano expresará sus opiniones siempre que discutamos los asuntos de la iglesia. ¿Qué es esto? Esto definitivamente no será la casa de Dios. Si realmente hemos visto que la iglesia es la casa de Dios y que nosotros somos mayordomos en esta casa, no expresaremos nuestras opiniones ni hablaremos como nos plazca. Por ejemplo, es posible que tengamos un siervo que sepa hacer las cosas y tratar muy bien los asuntos de la casa; sin embargo, si él también tiene muchas ideas y opiniones, muy probablemente no querremos usarlo porque nuestra casa vendría a ser su casa.

Si hemos visto que la iglesia es la casa de Dios, el lugar donde Dios se expresa a Sí mismo, entonces cuando tratemos los asuntos de la iglesia, dejaremos de hablar tanto y de expresar nuestras opiniones. Todo lo que hagamos debe regirse por este principio. La iglesia es la casa del Dios viviente con miras a la propagación de la vida de Dios. Cuando tratamos los asuntos de la iglesia, debemos tener esto en cuenta y regirnos por este principio. A veces los santos ven la iglesia solamente como una escuela donde la gente se educa, en vez de verla como el lugar donde la vida de Dios es propagada. Todo lo que hagamos en la iglesia, las decisiones que tomemos y la manera en que la administremos, debe ser gobernado por nuestro conocimiento de la iglesia. Por lo tanto, tengo el profundo sentir delante del Señor de que si hemos de saber cómo administrar la iglesia, debemos primeramente saber lo que la iglesia es. Una vez que veamos esto, nuestras acciones en la iglesia serán gobernadas por lo que hemos visto. Si queremos saber cómo conducirnos en la iglesia, debemos ver lo que la iglesia es. Todos nuestros puntos de vista, métodos, talentos y aprendizaje de nada servirán. La manera en que administremos la iglesia y la manera en que nos conduzcamos debe ser conforme a nuestro conocimiento de la iglesia.

La iglesia no se halla en la vieja creación, sino en la nueva creación. Por lo tanto, no podemos decidir las cosas en la iglesia conforme a la vieja creación, ni podemos observar las cosas en la iglesia desde la perspectiva de la vieja creación. La iglesia es celestial; por lo tanto, no podemos tomar decisiones en la iglesia según un punto de vista terrenal. Si tomamos las decisiones en la iglesia conforme a un punto de vista terrenal, no estaremos considerando la iglesia como una entidad celestial. Creo que muchos santos entienden esta verdad claramente, pero me temo que no saben cómo aplicarla.

Por ejemplo, hace poco la iglesia en Manila decidió comprar un terreno bastante grande, que costará $150,000 dólares. Cuando se añadieron los costos de construcción, la suma ascendió a cerca de $250,000 dólares. Sin embargo, hasta ahora han recibido menos de $12,000 en ofrendas, pese a que la transacción de la tierra se cerró hace unos cuantos meses. Puesto que las ofrendas que ha dado la iglesia no eran suficientes, se han tenido que destinar temporalmente fondos de otras fuentes a la iglesia. Por esta razón, los ancianos sienten que ésta es una carga muy pesada.

Cuando la iglesia en Manila empezó a construir su primer salón de reuniones, lo que se solía hacer era reunir a unos cuantos santos adinerados, formar con ellos un comité para la construcción del salón y luego dejar la carga sobre sus hombros. Si la necesidad era de 30,000 dólares, los miembros del comité entonces decidían que uno de ellos daría 5,000, que otro daría 10,000 y que el tercero daría 15,000. Ellos entonces escribían y firmaban cheques por la cantidad que se necesitaba. Luego, cuando se necesitaba pagar otros 30,000 dólares, ellos volvían a firmar cheques, aunque los hermanos del comité habían orado: “Oh Señor, haz esto por nosotros”. Un hermano daba 10,000, otro 5,000 y otro 15,000 para cubrir el pago requerido.

Después que compraron el nuevo terreno, los ancianos me preguntaron qué debían hacer. Les dije que no necesitaban de un comité ni de miembros de comité en tanto que alguien pudiera encargarse de los asuntos en la iglesia. También les dije: “Ustedes deben tener claro que cuando reúnen hermanos y hermanas a orar, sus oraciones deben estar dirigidas a los oídos de Dios. Si oran con la intención de exhortar a los hermanos y hermanas para que den, esto no será aceptable”. Les dije que no debían organizar un comité para la construcción del local ni usar las oraciones para exhortar. Ésa fue la razón por la que recibieron ofrendas de solamente $12,500 dólares.

Este asunto se mantuvo así por varios meses, y yo no dije nada porque no era asunto mío sino del Señor. Sin embargo, debido a que los hermanos responsables no podían soportar esta situación por más tiempo, se reunieron secretamente y dijeron: “Si el hermano Lee viene y tiene comunión con unos pocos hermanos, este problema se resolverá”. Cuando visité la iglesia, ellos no se atrevieron a decirme nada en las reuniones de ancianos; en vez de ello, le dijeron a una hermana de edad que me estaba brindando hospitalidad que ellos querían que yo hablara. Esta hermana me dijo más tarde que les dijo: “Eso no funcionará. Ustedes quieren que el hermano Lee hable, pero si él no se atreve a decir nada en cuanto a las necesidades que hay en Taiwán, aunque la necesidad allí ciertamente es muy grande, ¿cómo creen que lo van a obligar a decir algo acerca de la necesidad aquí?”. Ella me contó toda la historia.

Cuando estaba a punto de partir de Manila, les dije a los ancianos que si yo quisiera organizar una asociación china de negocios o un club juvenil, podría haber recaudado los fondos mucho tiempo atrás. Sin embargo, les dije que no podía hacer esto en la iglesia donde sirvo a Dios y guío a los hijos de Dios, porque este método es terrenal. Establecer un comité de construcción, reunir a los hermanos de entre nosotros que son más adinerados y repartir entre ellos los costos es lo que se practica en el mundo; pero nosotros no podemos hacer esto en la iglesia. Debemos ver delante del Señor qué es la iglesia; sólo así, al tomar cualquier medida en la iglesia, estaremos firmes sobre el terreno apropiado.

Lo que les he compartido aquí lo digo como principio. La iglesia es la casa de Dios, la columna y fundamento de la verdad, el Cuerpo de Cristo y la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. La iglesia es una nueva creación; no pertenece a la vieja creación. La iglesia supera, sobrepasa, a Satanás; no está bajo su autoridad. La iglesia trasciende el tiempo y el espacio; ella no se halla en el tiempo ni en el espacio. La iglesia está por encima de todas las cosas y es cabeza sobre todas las cosas junto con Cristo. Ver estos asuntos determinará la manera en que nos conducimos en la iglesia. En el mundo podemos hacer muchas cosas que son legales y apropiadas, pero no podemos hacerlas en la iglesia porque la iglesia es diferente en naturaleza. Debemos tener esta visión de la iglesia; sólo así nos conduciremos apropiadamente en la iglesia.

(Cómo administrar la iglesia, capítulo 2, por Witness Lee)